En la Costa, el Sur también existe
El extenso litoral marítimo de Buenos Aires ofrece destinos para descubrir en los que rigen las playas anchas, los deportes extremos y la tranquilidad que ya resulta difícil de encontrar en otras latitudes.
La Costa Atlántica es un colectivo de ciudades, pueblos, parajes y villas exclusivas que se hilvanan como las cuentas de un rosario. Una detrás de la otra, o mejor dicho, una al sur de la anterior, se suceden hasta Mar del Plata y quizás como faros más allá, Miramar o Necochea. Sin embargo, no acaba allí el mar y no cesan las oportunidades de encontrar esa playa de la cual enamorarse.
Arenas Verdes y más allá
Arenas Verdes se ubica a solo ocho kilómetros de Necochea. Sus playas casi anónimas exhiben el verde de sus médanos forestados y el sonido de las gaviotas que, en gran número, recortan el horizonte. Hace apenas seis años que se construyó el primer balneario. Y sin embargo, el lugar ya es un sitio importante en el mapa de los amantes de la pesca. Desde la costa, la caña puede traer corvina, mero y pejerrey y, embarcado, el menú se amplía a salmón y tiburón. De a poco, el lugar se ha convertido en un destino elegido por las familias que buscan más la playa que el circo alrededor de la arena.
Como en todos los puntos de la Costa, aquí también hubo pioneros: a fines de los '80, Don Atilio y "la" Guille se instalaron en los médanos y fueron creando el Hostal Los Escullos, la proveeduría Las Dunas y el restaurante La Fonda de Guillermina. Este proyecto turístico siempre giró en torno a la pasión de esta familia por el lugar, del que son los primeros pobladores estables. Y cientos de pescadores y aventureros que transitaron estas arenas con sus 4x4, cuatriciclos y motos los tienen como referencia obligada.
En cuanto al hostal, cuenta con cuatro habitaciones con baño privado y una casa anexa para seis pasajeros. Más al norte, también sobre la playa, se encuentra el complejo Arenas Club del Mar, un completo parador rodeado de seis cabañas de madera con vista al mar. No se trata de un espacio de lujo, pero a la comodidad de las instalaciones hay que sumarles el plus que otorga tener pocos vecinos, mucha tranquilidad y el agua (del mar, claro está) a escasos 100 metros de la habitación. Con precios que además son mucho menores que en otros puntos del mapa costero.
En el otro extremo del balneario, el complejo Arenas del Mar también ofrece la posibilidad de alojarse en la misma playa. Los dormis, en este caso, son más sencillos, siempre de gran comodidad, pero con estilo agreste. La ventaja es que a muy pocos metros se ubica la zona donde se practica sandboard, una de las alternativas que distinguen al lugar. Arenas Verdes, cuyo nombre remite a las forestaciones de pino, eucaliptos, acacias y más que rodean a los médanos, respira un clima de comunión con la naturaleza en el que el deporte tiene mucho que ver. Este verano, el Grupo Lady Jones organizó la primera carrera de aventura bautizada Arenas Verdes Non Limit, y cada año se reúnen aquí surferos de toda la costa para compartir un contest que va creciendo en calidad y convocatoria. Entre las olas, corriendo en los médanos, o luego, en bares como Frida o Sol a Sol, la buena onda domina este spot despojado y acogedor.
Luego de recalar en Arenas Verdes, el próximo punto en el mapa es Claromecó. Junto a Reta y Orense conformaban hace tiempo lugares importantes entre los nombres de la Costa. Hoy viven un resurgimiento saludable y atractivo, con un crecimiento en el número de visitantes que sorprende. Aún así, logran conservar su tranquilidad, la calidez de sus pobladores y la inmensidad de sus playas. Como ocurre en la zona con el Río Quequén, aquí la desembocadura del Arroyo Claromecó genera un atractivo extra con sus siete cascadas, el molino eólico que provee el total de energía que consume en la temporada baja, la estación forestal y el yacimiento arqueológico Arroyo Seco, donde se han hecho hallazgos de piezas de más de 11 mil años de antigüedad.
Más al sur aún, se encuentra un clásico para los turistas cordobeses y pampeanos que, guiados por la ruta 35, veranean hace décadas en Monte Hermoso. La temperatura del agua, que los locales presumen es 5ºC más cálida que el resto de las playas bonaerenses, es una de sus cualidades principales. También los altos médanos blancos ideales para la práctica de sandboard y excursiones en 4x4. Y siguiendo con la tónica de la región, no falta ocasión de visitar El Pisadero, un yacimiento arqueológico que conserva pisadas humanas que datan de 7000 años atrás.
Siguiendo el derrotero, el propio nombre del balneario avisa que la Patagonia está cerca: Pehuen-Có, que en voz araucana significa pinos y agua, da cuenta de la ocupación de esta región por el pueblo tehuelche. Y cerrando el lote de candidatos al puesto de la próxima playa de la cual enamorarse, San Blas de los Sauces es un paraíso que tiene todo por descubrir.
Situada en la Isla del Jabalí, forma parte de un ecosistema de islas, bancos y aguas de poca profundidad, que diseñan una playa de canto rodado recostada sobre un mar sereno, de temperaturas templadas. Más allá de los concursos de pesca de tiburón, la zona seduce por la riqueza de su mar. Lo que se traduce en mesas pobladas de ostras, pescados y mariscos varios, que cuando son llamados pesca del día son exactamente eso.
Datos útiles
Para recibir más información sobre cada uno de los destinos se puede contactar a la
Secretaría de Turismo de la Provincia de Buenos Aires: Calle 12 esquina 53 Torre II, La Plata / Tel: 0221- 4295639 z info@turismo.gba.gov.ar.
www.buenosaires.tur.ar.
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