Acalasia: qué es, cuáles son los síntomas y cómo se trata
Conoce cuáles son los síntomas de la acalasia, cómo se trata y de qué forma puede prevenirse.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica en su portal web que las enfermedades no transmisibles son la principal causa de muerte y discapacidad en el mundo. Sin embargo, aseguran que muchas se pueden prevenir mediante la reducción de los factores de riesgo comunes.
Por ese motivo, conoce qué es la acalasia, cuáles son sus síntomas, cómo reducir los factores de riesgo y cuáles son los mejores tratamientos disponibles.
¿Qué es la acalasia?
Según explica el portal sobre salud Mayo Clinic, la acalasia es un trastorno esofágico que afecta la capacidad del esófago para mover los alimentos hacia el estómago. Se produce cuando los músculos del esófago no se relajan adecuadamente, lo que impide el paso normal de los alimentos y puede causar síntomas como dificultad para tragar, regurgitación y dolor en el pecho.
Este trastorno es relativamente raro y suele diagnosticarse en adultos jóvenes y de mediana edad. Aunque la causa exacta de la acalasia no se conoce, se cree que puede estar relacionada con la degeneración de las células nerviosas en el esófago. El tratamiento puede incluir cambios en la dieta, medicamentos o procedimientos quirúrgicos para mejorar la función esofágica.
¿Cuáles son los síntomas de la acalasia?
Los síntomas de la acalasia se desarrollan de manera progresiva y pueden incluir:
- Disfagia: dificultad para tragar, con la sensación de que la comida se queda atascada en la garganta.
- Regurgitación: retorno de alimentos o saliva al esófago.
- Acidez estomacal: sensación de ardor en el estómago.
- Eructación: expulsión de aire del estómago.
- Dolor en el pecho: que puede ser intermitente.
- Tos nocturna: tos que ocurre durante la noche.
- Neumonía: riesgo de aspiración de alimentos hacia los pulmones.
- Pérdida de peso: debido a la dificultad para alimentarse.
- Vómitos: expulsión de contenido estomacal. Estos síntomas pueden empeorar con el tiempo.
¿Cómo saber si una persona tiene acalasia?
El diagnóstico de acalasia puede ser complicado debido a que sus síntomas se asemejan a los de otros trastornos digestivos. Para confirmar la presencia de esta afección, los médicos suelen realizar varias pruebas diagnósticas. La manometría esofágica es una de las más importantes, ya que mide las contracciones musculares del esófago y evalúa la función del esfínter esofágico inferior durante la deglución, lo que ayuda a identificar problemas de motilidad. Además, se pueden utilizar estudios de imagen como la esofagografía, donde el paciente ingiere un líquido que permite visualizar el esófago y detectar posibles obstrucciones. La endoscopia superior también es fundamental, ya que permite al médico observar directamente el interior del esófago y el estómago, así como tomar biopsias si es necesario. Estas pruebas en conjunto ayudan a establecer un diagnóstico preciso de acalasia y a descartar otras condiciones.
¿Cuál es el mejor tratamiento para la acalasia?
La acalasia es una afección que dificulta el paso de alimentos y líquidos al estómago debido a la falta de relajación del esfínter esofágico inferior. Para tratarla, es fundamental relajar o estirar esta apertura, lo que se puede lograr mediante diversas opciones terapéuticas.
El tratamiento específico dependerá de factores como la edad del paciente, su estado de salud y la gravedad de la enfermedad. Entre las opciones no quirúrgicas, la dilatación neumática es un procedimiento común en el que se utiliza un globo para ampliar el esfínter esofágico. También se puede considerar la inyección de bótox, que actúa como un relajante muscular, aunque su efecto es temporal y puede requerir repetición. Los medicamentos, como los relajantes musculares, son menos comunes y se reservan para aquellos que no son candidatos para otros tratamientos.
Si los tratamientos no quirúrgicos no son efectivos, existen opciones quirúrgicas como la miotomía de Heller, que implica cortar el músculo del esfínter para facilitar el paso de los alimentos. Este procedimiento puede realizarse de manera mínimamente invasiva y, en algunos casos, se combina con una fundoplicatura para prevenir el reflujo gastroesofágico.
Para finalizar, es necesario recordar que en caso de presentar alguno de los síntomas mencionados es aconsejable consultar con un profesional de la salud. La detección temprana es clave para un tratamiento eficaz y para prevenir complicaciones.