Los oscuros vínculos entre Putin y el líder del Grupo Wagner
La relativa indulgencia de Vladimir Putin con Yevgeny Prigozhin refleja la debilidad del Kremlin tras su intento de insurrección y sus profundas relaciones con el imperio empresarial del líder de Wagner.
Armas, drogas, lingotes de oro, pelucas poco convincentes y una foto enmarcada de cabezas cortadas: los medios de comunicación estatales rusos han inundado esta semana a los ciudadanos con imágenes que, según ellos, fueron tomadas durante un allanamiento a la casa de Yevgeny Prigozhin, líder del Grupo Wagner, en San Petersburgo
Pero el intento de desacreditar a Prigozhin pareció leve en comparación con las represalias infligidas a otros opositores al presidente ruso Vladimir Putin, como el exespía envenenado Alexander Litvinenko y la periodista asesinada Anna Politkovskaya.
Mientras Prigozhin era ridiculizado en televisión, aparecía libre para viajar por Rusia apenas unas semanas después de intentar marchar sobre Moscú con sus combatientes, lo que sugiere que difícilmente se le trató como al enemigo público número uno.
La relativa indulgencia con Prigozhin, cuya relación con Putin se remonta al San Petersburgo de la década de 1990, refleja la debilidad del Kremlin tras su intento de insurrección y sus profundas relaciones con el imperio empresarial de Wagner, según analistas y miembros de la élite rusa.
"Le están humillando. Han decidido matar a Prigozhin como político. Pero como hombre de negocios aún están decidiendo qué hacer con él", señala Tatiana Stanovaya, investigadora del Centro Carnegie de Rusia y Eurasia.
Una persona que conoce a Prigozhin desde la década de 1990 sugiere que concretar detalles sobre sus negocios con el Kremlin probablemente formaba parte de un acuerdo de paz negociado mientras los tanques de Wagner avanzaban hacia Moscú: "Es como si estuvieran preparando su marcha. Cuando las cosas se calmen, creo que tendrá problemas, pero ¿quién piensa en el futuro con más de una semana de antelación?"
El jefe de la milicia, que primero fue tachado de "traidor" y luego aparentemente exculpado por liderar la revuelta armada, no se trasladó a Bielorrusia con sus combatientes, como dijo el Kremlin que haría, afirma el líder bielorruso Alexander Lukashenko, que medió en el acuerdo para poner fin a la insurrección de Prigozhin.
Tras la sublevación del 24 de junio, se ha detectado el avión privado de Prigozhin volando entre Moscú y San Petersburgo y también en otros lugares de Rusia. El Kremlin se ha mostrado indiferente y ha declarado que no tiene "ni la capacidad ni el deseo" de seguirle la pista.
Algunas partes del imperio empresarial de Prigozhin también parecen seguir operando: por ejemplo, el Grupo Wagner sigue reclutando nuevos combatientes.
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Prigozhin pudo incluso recuperar unos 10.000 millones de rublos (unos 100 millones de euros) que las autoridades le habían confiscado en efectivo el día de la insurrección, según el medio de comunicación Fontanka de San Petersburgo. Según analistas y miembros de la élite del país, en lugar de exiliarse inmediatamente, el caudillo ha tenido libertad para ocuparse de su imperio empresarial en Rusia y atar cabos sueltos.
Prigozhin, que estaba acabando una larga condena por robo cuando cayó la Unión Soviética, empezó en la negocio de restauración, y la rápida expansión de sus negocios se debe a que Putin, entonces teniente de alcalde de San Petersburgo, empezó a ir a uno de sus restaurantes. Prigozhin recibió el apodo de "el chef de Putin" y pronto se convirtió en su ayudante para otras tareas.
"Tienen muy buena relación entre ellos. Una cosa es hablar al mundo y otra muy distinta lo que uno siente en su interior", señala Lukashenko.
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El Gobierno ruso es también uno de los principales clientes del turbio imperio de Prigozhin, que se extiende desde el catering para escuelas hasta las granjas de trolls de Internet y los mercenarios que luchan por Rusia en Ucrania, Siria y África. Por lo tanto, Moscú tiene interés en asegurarse de que su negocio se mantenga, e incluso puede que partes de él continúen.
Es probable que Prigozhin haya obtenido concesiones más allá de la libertad de trasladarse a Bielorrusia, opina Abbas Gallyamov, analista y ex redactor de discursos para Putin, ya que el líder de la milicia estaba negociando desde una posición de cierta fuerza el día del motín: "Prigozhin no fue derrotado físicamente. Tomó Rostov, se dirigió a Moscú, podría haber intentado tomar el Kremlin. Puso el sistema al borde del colapso, así que por supuesto no aceptaría un acuerdo en el que lo perdiera todo".
Al mismo tiempo, es posible que el Kremlin esté actuando con cautela con Prigozhin porque es consciente de las debilidades del sistema que quedaron al descubierto con su motín. Cualquier movimiento brusco contra Wagner podría provocar al grupo o incitar a otras partes a rebelarse, sugiere Gallyamov. "El sistema es tan débil en estos momentos que cualquier cosa podría ser fatal".
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Sin embargo, aunque el motín de Prigozhin ha minado la confianza en Putin entre muchos miembros de la élite rusa, pocos están dispuestos a actuar contra él. "La gente no quiere asumir ninguna responsabilidad, porque Putin está en la cima", señala un ex alto cargo del Kremlin.
Incluso aunque el motín amenazó con sumir a Rusia en el caos, es probable que Putin siga confiando en sus estrechas relaciones personales con Prigozhin, en lugar de reorganizar su élite, opina un multimillonario ruso.
Pero aunque el Kremlin tiene motivos para andarse con cuidado con Prigozhin, emitió imágenes en la televisión estatal para destruir la popularidad del líder de Wagner. En las imágenes se veía a Prigozhin vestido con varios disfraces poco convincentes en el interior de una gran casa con piscina privada, sauna y gimnasio. Su objetivo claro era desacreditar la reputación de Prigozhin como crítico de la corrupción en las fuerzas armadas, que le ha granjeado popularidad pública. También mostraban un despacho lleno de recuerdos y objetos sobre la crueldad de Wagner, como una foto de cabezas cortadas en el desierto y una enorme réplica de un mazo que combatientes de Wagner utilizaron para ejecutar a un desertor de sus filas.
Pero humillar a Prigozhin en público puede no apaciguar a quienes consideran que Putin no ha cumplido su palabra: prometer por la mañana de la insurrección castigar a Prigozhin como traidor y por la tarde dejarle libre.
Las aparentes contradicciones en la relación de Prigozhin con el Kremlin son un signo evidente de debilidad, según un antiguo alto cargo ruso: "Se trata simplemente de una impotencia total. Todo el mundo sabe que Putin ajustó cuentas con Prigozhin una semana después del motín. Putin no se da cuenta de que nos estamos convirtiendo en una república bananera".
Ekaterina Vinokurova, periodista rusa y hasta noviembre de 2022 miembro del Consejo de Derechos Humanos del presidente ruso, escribió que "la aparente indulgencia del Kremlin es muy desagradable para mí como moscovita. Hace una semana y media Prigozhin se dirigía a mi ciudad natal con tanques. Le detuvieron y le enviaron a Bielorrusia. Y ahora qué, ¿se pasea libremente por mi ciudad cómo un ganador? ¿Cómo alguien que ha sido indultado?"
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