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El Mercosur merece un cambio para ser una mejor plataforma exportadora

Cada vez que la Argentina aborda sus problemas estructurales, uno de los que primero salta a la vista es que su "fábrica" de dólares no alcanza para abastecer las divisas que demanda su economía. En consecuencia, una balanza de pagos deficitaria se vuelve "cepodependiente", y termina estrangulando a todos por igual: empieza por los ahorristas, sigue con los que quieren viajar al exterior y termina ahogando a los sectores productivos que no pueden importar insumos básicos.

Las fórmulas que puede usar un país para salir transitoriamente de este brete no son novedosas: en los '90 se acudió a la inversión extranjera a través de las privatizaciones y en la gestión de Mauricio Macri se apeló al endeudamiento externo. Funcionaron, pero claramente no son permanentes. Cuando la economía global entra en crisis y los capitales se retraen, el problema se agrava y la Argentina termina en manos del FMI.

El camino sostenible es más largo y tampoco tiene mucho misterio: estimular todo lo posible las exportaciones. Aunque el Gobierno en el discurso apuesta por ese camino, en ocasiones surgen conceptos que no van en la misma línea del objetivo primario. Esas contradicciones no ayudan a fomentar la mentalidad exportadora. Los mercados externos tardan años en conquistarse, pero días en perderse.

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El ministro Sergio Massa ha hecho énfasis, desde su asunción, en la necesidad de tener instrumentos que le permitan a la Argentina aprovechar el potencial que tiene en rubros como energía, agroalimentos, economía del conocimiento, minería y determinados rubros industriales. Su modelo predilecto son las políticas o leyes sectoriales.

Donde la Argentina todavía atrasa es en la oportunidad de utilizar los acuerdos comerciales como catalizadores de nuevas exportaciones. Las diferencias expuestas dentro del Mercosur (donde Uruguay refleja la postura más extrema, impulsando tratados con terceros de manera individual) traducen una concepción conservadora, que no está a tono con los objetivos estratégicos que tiene el país. La Unión Aduanera es un modelo que quedó obsoleto (solo 5% de los acuerdos en el mundo utilizan esta plataforma). Y aunque el Mercosur es 2,9% del PBI mundial, sus exportaciones equivalen a 1,4%. Es un bloque cerrado, caro para operar.

La Argentina habló de "ruptura" si Uruguay no pone freno a sus impulsos aperturistas. Es posible que la receta no sea la jugada individual, pero de lo que no cabe duda es que el Mercosur necesita una transformación en sus reglas. Extraerle todo su potencial hoy es más necesario que cuando se fundó, hace 31 años.

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