La carrera por la inteligencia artificial aviva la guerra comercial entre EE.UU. y China
Si bien los aranceles que decidió Trump se aplican sobre materias primas como el acero, el aluminio y la soja, subyace al nuevo clima proteccionista la preocupación por el rápido crecimiento de la capacidad tecnológica china
El ZGC Innovation Center se precia de ser una incubadora integral para las startups tecnológicas del futuro estadounidense. Su principal centro está en Santa Clara, California, en la misma calle que los predios de Google y Apple. La nueva ubicación de Boston está en medio de dos de las instituciones académicas más prestigiosas del mundo: la Universidad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
Además de numerosas oficinas y laboratorios, el centro ofrece otra atracción para emprendedores ávidos de inteligencia artificial, robótica y otras tecnologías: capital mediante su fondo de inversión. "Los servicios integrales de incubación y apoyo comercial que prestamos en el centro acelerarán significativamente el crecimiento de tu startup", declara el sitio web de la empresa.
Sin embargo, la incubadora también podría convertirse fácilmente en el epicentro de una guerra del siglo XXI por la innovación entre las dos economías más grandes del mundo. Detrás de las oficinas de Silicon Valley y Boston se encuentra Zhongguancun Development Group, un fondo de capital de riesgo que se originó en el distrito tecnológico de Pekín y es propiedad del gobierno municipal de la ciudad. Está en la línea de fuego de lo que se convirtió en uno de los asuntos más sensibles de Washington.
Si bien los titulares sobre la guerra comercial del gobierno de Trump contra Pekín a menudo se centran en materias primas como el acero, el aluminio y la soja, la motivación que subyace al nuevo clima proteccionista es la preocupación de Estados Unidos respecto del rápido crecimiento de la capacidad tecnológica de China.
En un momento en que Estados Unidos se enfrenta con China en una batalla por la supremacía tecnológica, el proyecto ZGC es exactamente el tipo de inversión china apoyada por el Estado que los representantes estadounidenses de todo el espectro político ven con escepticismo.
"China se centró en las industrias estadounidenses del futuro, y el presidente Donald Trump sabe mejor que nadie que si China logra capturar esas industrias emergentes, Estados Unidos no tendrá futuro económico", declaró recientemente ante periodistas Peter Navarro, director de política comercial e industrial de la Casa Blanca, y principal halcón de China.
La batalla más inmediata de Trump se tradujo en aranceles estadounidenses sobre u$s 34.000 millones de importaciones chinas, que entrarán en vigor el viernes como parte de una restricción destinada a terminar con lo que para Estados Unidos fueron años de robo de propiedad intelectual con apoyo del Estado por parte de China. No obstante, también es parte de una batalla más amplia contra lo que la Casa Blanca calificó de "agresión económica" de China.
Las preocupaciones en materia de seguridad nacional superan los acuerdos tecnológicos. Al referirse a las preocupa- ciones de seguridad nacional, el gobierno de Trump dijo el lunes que había recomendado que se deniegue la solicitud de China Mobile para ofrecer sus servicios de telecomunicaciones en Estados Unidos.
También, en enero, el Comité de Inversiones Extranjeras de Estados Unidos (CFIUS) rechazó la oferta de u$s 1.200 millones por parte de Ant Financial, la filial de pagos de Alibaba, para comprar MoneyGram. Los abogados dijeron que la decisión reflejaba las preocupaciones sobre la manera en que una empresa china podía llegar a utilizar los datos de clientes.
Y en marzo, Trump bloqueó la OPA hostil de u$s 142.000 millones de la empresa Broadcom, con sede en Singapur, para comprar el fabricante estadounidense de chips Qualcomm luego de que el CFIUS advirtiera que el acuerdo podría terminar dándole a las empresas chinas una ventaja en el terreno de la tecnología 5G.
Vista desde Estados Unidos, la estrategia industrial Hecho en China 2025 del presidente Xi Jinping es una iniciativa impulsada por el Estado para establecer el liderazgo chino en las tecnologías de la próxima generación de equipamiento militar y comercial, especialmente en IA, robótica y edición genética.
Muchos funcionarios estadounidenses hoy cuestionan uno de los supuestos básicos sobre cómo opera la economía estadounidense: la apertura a la inversión extranjera. Nathan Sheets, ex subsecretario del Tesoro para asuntos internacionales durante el gobierno de Obama, afirma que cuando ingresó en la administración pública, descreía de cualquier iniciativa para restringir la inversión extranjera, pero se fue convencido de la necesidad de defenderse.
"Cuando abro mi libro de texto y leo acerca de las glorias de la inversión extranjera...cuesta imaginar un gobierno que amase un botín de guerra de varios miles de millones de dólares y luego ingrese en un país para comprar sistemáticamente empresas y tecnología", dice. "Cuando me fui del Tesoro estaba bastante preocupado sobre el rumbo que estaba tomando este asunto".
Mientras algunos ejecutivos de tecnología ensalzan el potencial de cooperación en áreas como IA, el establishment de Washington están cada vez más convencidos de que este asunto es fundamental en un escenario de creciente competencia geopolítica.
Algunos analistas estadounidenses temen que sea demasiado tarde para tomar medidas decisivas a fin de evitar que los chinos entren en el sector tecnológico. "Es posible que ya se nos haya pasado la avidez por este asunto", sostiene Ely Ratner, otro ex funcionario del gobierno de Obama. El momento en que realmente necesitábamos esto fue hace unos años".
Según Ratner, que asesoró al entonces vicepresidente Joe Biden sobre la política de China, Estados Unidos no cuenta con la infraestructura necesaria para controlar las inversiones en forma adecuada. Por esa sola razón, un "congelamiento de la inversión china tiene sentido en algunos sectores".
Las entidades chinas participaron en hasta 16% de todas las operaciones de capital de riesgo en compañías tecnológicas incipientes de Estados Unidos entre 2015 y 2017, un fuerte aumento en los años anteriores, según Michael Brown y Pavneet Singh, expertos de la industria que trabajan para la Unidad Experimental de Innovación en Defensa del puesto de avanzada de Silicon Valley del Pentágono. Entre 2010 y 2017, China participó en 81 financiamientos de AI en Estados Unidos que generaron u$s 1.300 millones, y u$s 2.100 millones de negocios en startups de realidad aumentada.
Ni el Zhongguancun Development Group ni su brazo estadounidense, ZGC Capital, respondieron a las solicitudes de entrevista. Pero en su sitio web, la casa matriz china es clara sobre el propósito de sus empresas en el extranjero.
"En línea con la estrategia nacional del Cinturón y Ruta de la Seda (...) ZDG está expandiendo activamente sus negocios en el extranjero", reza citando la estrategia de desarrollo mundial de Xi. El objetivo es "aprender de la experiencia de otros países en ecosistema de innovación".
El modelo es similar al que sigue un número cada vez mayor de compañías tecnológicas y fondos de China que ha surgido en lugares como Silicon Valley, con el fin de absorber conocimientos y startups, señala Brewer Stone, socio del banco de inversión boutique Nfluence, que se especializa en inversiones tecnológicas de Estados Unidos y China.
"Gran parte de esto es solo inversión comercial... Su principal interés es encontrar compañías de buena calidad en las cuales invertir y obtener buenos retornos", afirma Stone.
Muchos inversores chinos buscan compañías estadounidenses a las que puedan ayudar a ingresar en China. Pero en ocasiones Stone detectó lo que en retrospectiva puede parecer una extraña conducta coordinada. Hace unos años, recibió tres o cuatro llamadas en un mes de parte de compañías chinas decididas a invertir en empresas que fueran proveedoras del titán tecnológico Apple. Significaba que podía haber algún tipo de coordinación en secreto, aunque obviamente no tengo pruebas de eso.
Muchos en Washington miran con creciente recelo a las inversiones tecnológicas chinas; sin embargo, no faltan compañías estadounidenses ávidas de financiamiento, especialmente aquellas que buscan ingresar en un mercado engañoso pero inmenso.
Tratamos a los chinos mejor que a nuestros amigos. Realmente perdimos noción de quién es el causante de nuestros problemas comerciales.
Freno a las inversionesUno de los objetivos declarados de las políticas comerciales de Donald Trump es motivar a que las compañías extranjeras inviertan en Estados Unidos. ¿No quieres pagar aranceles? Entonces construye una fábrica en Estados Unidos.
Pero ya hay indicios de que, en lo que respecta a China, las guerras comerciales del presidente de Estados Unidos están surtiendo el efecto contrario.
Según cifras compiladas por la consultora Rhodium Group, en el primer semestre de 2018, la inversión extranjera directa de China en Estados Unidos se redujo a solo u$s 1.800 millones. En 2016 alcanzó un récord de u$s 46.000 millones.
Uno de los motivos de la caída fue el riguroso control de las adquisiciones chinas en los últimos años por parte del Comité de Inversión Extranjera de Estados Unidos, el grupo que examina las operaciones para detectar amenazas a la seguridad nacional.
Los acuerdos que se bloquearon el año pasado incluyen la oferta de Ant Financial para comprar MoneyGram, que se rechazó debido a las preocupaciones por el posible uso de datos de clientes. El gobierno de Trump también se opone a la solicitud de China Mobile para ofrecer servicios en Estados Unidos.
Las restricciones chinas a la inversión saliente tampoco fueron de ayuda. En los últimos meses, Pekín impidió que una serie de empresas privadas de alto perfil adquisitivo hicieran nuevos negocios en el extranjero.
Sin embargo, también hay un claro efecto Trump en la reciente caída de la inversión china y el presidente parece consciente de ello. Cuando se le preguntó por qué había abandonado los planes de imponer estrictas restricciones a la inversión china en una reciente entrevista de Fox Business News, Trump apuntó a su relación con Xi Jinping, el presidente de China.
"Lo que no me gustaba era señalar a China, porque no es justo. Me llevo bien con China. Me gusta el presidente. Es presidente vitalicio", dijo. "Podemos llamarlo el rey, ¿no?".