Ritual | Cambia la arqueología luego del espectacular descubrimiento bajo el Palacio Quemado
Este descubrimiento revela rituales y conexiones sorprendentes de los toltecas con el océano, te preguntarás ¿qué secretos esconde esta zona del mundo?
Una investigación reciente en la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo, reveló un verdadero hallazgo sin precedentes registrado hasta la fecha que redefine la noción y lo que sabemos del mundo prehispánico a través de la arqueología. El descubrimiento lleva a replantear lo que hasta ahora se sabe de las civilizaciones antiguas.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, INAH, reveló en su boletín 688 el descubrimiento de 5 estrellas de mar, pertenecientes a dos especies del Pacífico. Estas estrellas de mar fueron identificadas como parte de una ofrenda ritual en el Palacio Quemado, un edificio clave de la antigua ciudad tolteca de México.
Este descubrimiento, liderado por expertos del INAH y la UNAM, como es el caso del arqueólogo Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor, destaca las complejas conexiones culturales y simbólicas de los toltecas con el océano.
"Era un don" | La prueba concluyente de que el Rey Midas sí existió: 3.000 años de antigüedad
Las estrellas de mar son un puente entre el Altiplano y el Pacífico
Las estrellas de mar halladas, Nidorellia armata o ‘estrella chispas de chocolate' y Pentaceraster cumingi (‘estrella cojín'), abundan en aguas del Pacífico desde el Golfo de California hasta Perú.
Sin embargo; se logró identificar que en Tula también habían y se registraron entre los años 950 y 1000 d.C., lo que demuestra una clara relación comercial y simbólica entre el Altiplano y las costas mexicanas.
El descubrimiento se enmarca en una cavidad ritual sellada cuidadosamente, conocida como Ofrenda 1 o ritual.
Esta contenía un cosmograma compuesto por más de 2,700 placas calcáreas, un espejo de pirita y turquesa, y otros elementos asociados a los rumbos cardinales. Este diseño representa una concepción del universo profundamente arraigada en las creencias toltecas.
"Dada la gran antigüedad de los contextos arqueológicos de Tula, es posible que no hayan llegado a nuestros días especies más gráciles y por tanto más frágiles, sino solo aquellas de anatomía robusta", dice el boletín del INAH.
Tezcacuitlapilli de la Ofrenda 1 del Palacio Quemado, pieza restaurada por Valerie Magar y Patricia Meehan. Foto: Leonardo López Luján. Fuente: INAH.
La antigüedad y simbología transforman la percepción arqueológica del 2024
El hallazgo, casi 500 años más antiguo que las ofrendas similares en Tenochtitlan, revela el protagonismo de los equinodermos en la vida ritual tolteca. Los expertos sostienen que las estrellas de mar no solo eran ofrendas decorativas, sino también símbolos esenciales en la representación de su cosmología.El desgaste y la mineralización de las placas calcáreas sugieren una manipulación ritual prolongada antes de su entierro. Por otro lado, el INAH confirma que los toltecas ya conocían y atribuían un valor artístico y espiritual a estos animales marinos, incluso antes que los mexicas.
Ubicación de la Ofrenda 1 en el patio de la Sala 2 del Palacio Quemado. Dibujo: R. Cobean, A.G. Mastache y F. Getino. Fuente: INAH.
Nuevas interrogantes para la arqueología mexicana
Si bien este descubrimiento sirve como prueba de la conexión entre las culturas del Altiplano y el océano, también plantea nuevas preguntas. ¿Qué papel exacto jugaron los equinodermos en las ceremonias toltecas? - ¿Existen más contextos rituales similares por descubrir en Tula o en otras ciudades prehispánicas?
Para los investigadores, el hecho de que solo se hayan identificado dos especies podría deberse a la fragilidad de otras estrellas de mar que no resistieron el paso del tiempo. Sin embargo, lo descubierto hasta ahora resalta el nivel de complejidad de las tradiciones toltecas y su interacción con ecosistemas lejanos.
La arqueología mexicana se transforma con este hallazgo, que no solo aporta nuevas piezas al rompecabezas cultural del pasado y sus rituales ancestrales, sino que también redefine y lleva a reaprender todo lo que entendemos hoy sobre las conexiones entre las antiguas sociedades del México prehispánico y los ecosistemas que las rodeaban.