Descubrimiento sin precedentes: encontraron el vino más antiguo del mundo, tiene 2000 años y estaba en una tumba en España
El vino en cuestión se halló en una urna de vidrio, que estaba encerrada en un caparazón de plomo.
Científicos de la Universidad de Córdoba en España han dado con un hallazgo sin precedentes en la historia. Luego de constatarlo mediante un análisis químico, confirmaron que hallaron el vino más antiguo del mundo.
La sustancia fue encontrada en un mausoleo romano de 2000 años y han confirmado que se trata de la versión líquida más añeja que existe.
Cómo encontraron al vino más antiguo del mundo
"Me quedé sorprendido y lleno de incredulidad", dice José Rafael Ruiz Arrebola en la Universidad de Córdoba en España. "Parecía imposible que un líquido pudiera permanecer en este estado durante 2000 años", agregó.
El vino en cuestión se halló en una urna de vidrio, que estaba encerrada en un caparazón de plomo. Contenía restos óseos de un hombre de 45 años, un anillo de oro con la imagen del dios romano de dos caras Jano y aproximadamente cinco litros de líquido.
Ruiz Arrebola y su equipo estudiaron la composición de aquel líquido rojizo mediante varios métodos, incluida la cromatografía líquida (espectrometría de masas) y descubrieron que tenía un pH de 7,5. Es decir, mucho más alcalino de lo normal para el vino, lo que indica un fuerte deterioro.
Su perfil mineral era similar al de los vinos finos modernos de España. También contenía siete polifenoles, compuestos antioxidantes naturales, que se encuentran exclusivamente en esta bebida.
Esto cambia por completo lo que se conocía hasta el momento acerca de la historia del vino, dado que, hasta ahora, se pensaba el más antiguo era el que se encontró en Speyer, Alemania, considerado de unos 1700 años.
Ruiz Arrebola tiene previsto realizar más pruebas para identificar posibles restos de microbios, como bacterias o levaduras, que puedan estar presentes en el vino.
Qué más hallaron en el mausoleo
La tumba española, descubierta accidentalmente en 2019 en Carmona, cerca de Sevilla, es del siglo I d.C. y perteneció a una familia adinerada. Allí, ocho nichos funerarios, tallados en sus paredes, contenían seis urnas de piedra caliza, arenisca o vidrio.
La mitad de las urnas contenían restos cremados de mujeres y la otra mitad de hombres. Dos llevaban los nombres de los difuntos: Hispanae y Senicio.