Cuál es la inversión de moda en Wall Street que fascina al mercado por sus rendimientos
Los rendimientos están tentando a los inversores que normalmente se centrarían más en la renta variable.
Todo el mundo parece amar los bonos corporativos en estos días. Quizá demasiado.
La demanda de esta clase de activos ha sido extremadamente fuerte. Si exceptuamos un repunte a principios de este mes, se han registrado entradas netas en los fondos de crédito durante más de 30 semanas seguidas, a medida que inversores se apuran a hacerse con los suculentos rendimientos que se ofrecen en la era de las tasas de interés, cada vez más altas.
Incluso las empresas sólidas están emitiendo deuda con elevados rendimientos, lo que quizá no sea una gran noticia para ellas, pero sí para los inversores. Y en general, no parece que las empresas estén teniendo problemas con su deuda.
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El índice de estrés de los bonos corporativos de la Reserva Federal de Nueva York se ha desplomado. Siguen existiendo algunas historias de terror, pero eso es lo normal en la deuda corporativa y, en general, no se aprecian dificultades notables. Son días felices.
Pero los inversores en bonos corporativos suelen ser un grupo bastante sombrío, entrenado para pensar en qué puede salir mal. Así que en estos círculos se quejan de que, debido a toda esa demanda, los spreads de rendimiento (la ganancia que obtienen los inversores cuando arriesgan su dinero con prestatarios corporativos en lugar de con gobiernos) se han vuelto inusualmente reducidos.
La deuda corporativa estadounidense con vencimiento a10 años ofrece ahora alrededor de 1,5 puntos porcentuales más de rendimiento que la deuda pública de referencia. Normalmente se acerca a los 2 puntos, una gran diferencia en este mercado. Contra intuitivamente, tanto en Europa como en Estados Unidos, cuanto más largo sea el plazo de vencimiento, menor será la recompensa relativa.
Algunos inversores no se sienten debidamente compensados por el riesgo. "El mercado está caro en general", afirmó David Knee, codirector de inversiones de renta fija de M&G Investments en Londres, en un reciente evento. "Es difícil encontrar algo que parezca un título realmente atractivo". ¿Por qué molestarse en hacer todos esos deberes sobre una empresa y las probabilidades que tiene de defraudar, cuando puede darle su dinero al Tío Sam durante 10 años por una rentabilidad de 4,2%?
Esta opinión de que el crédito está siendo víctima de su propio éxito está bastante extendida. Y, sin embargo, es difícil ver un argumento convincente de que esto puede terminar mal. "Sin duda vemos este tire y afloje", afirma Sri Reddy, responsable de gestión de carteras de clientes de Man Group. Los rendimientos son de los más generosos en una década, señaló, lo que hace que la clase de activos sea muy competitiva con las acciones, incluso a pesar de la seguridad adicional de la que disfrutan los tenedores de bonos frente a los accionistas en caso de quiebra de una empresa. En su opinión, centrarse en los spreads en lugar de en los rendimientos puede ser un error. "Los fundamentals de las empresas están en buena forma", afirma. "Quizá no sea necesario ampliar los spreads".
Este tipo de mentalidad forma parte de un sutil cambio en la forma en que los gestores de fondos hablan del crédito. Ahora es mucho más probable que hablen de rendimientos que de spreads. Los cínicos como yo nos preguntamos si se trata de un esfuerzo inconsciente del grupo para cambiar las reglas del juego.
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"Normalmente, este sentimiento también me preocuparía", afirmó Joe Davis, responsable mundial del grupo de estrategia de inversión de Vanguard. Pero estamos viendo mayores asignaciones al crédito por parte de inversores que normalmente no lo harían. "Al fin y al cabo, para los inversores que tienen un objetivo de rentabilidad total, ¿por qué asumir una mayor exposición a la renta variable? ¿Por qué asumir más riesgo?" afirma Davis. Los bonos corporativos de alta calificación pueden hacer el trabajo por ellos.
Los especialistas del mercado afirman que el auge del inversor 'agnóstico de los spreads' e interesado únicamente en el rendimiento, es una de las principales razones por las que los diferenciales se han desplomado, especialmente en el caso de la deuda a largo plazo, buscada por gigantes del mercado -de fuerte impacto pero lento movimiento, como los fondos de pensión y las aseguradoras, conocidos colectivamente como 'dinero real'.
En el extremo más arriesgado del mercado de deuda de alto rendimiento, también entran en juego otros factores técnicos. Las agencias de calificación están elevando el grado de inversión -una marca de calidad- de un mayor número de empresas que las que rebajan al territorio a menudo mal llamado 'basura'. Si la demanda se mantiene estable, o crece, y el mercado se contrae, no hace falta ser un genio para saber qué ocurrirá a continuación.
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¿Las cosas podrían salir mal? Por supuesto. Los inversores esperan nerviosos para ver si el golpe al crédito europeo de la última apuesta política del presidente francés Emmanuel Macron resultará ser el comienzo de algo sombrío o una rara oportunidad para comprar la caída, por ejemplo. Y una verdadera recesión a ambos lados del Atlántico sería, por supuesto, un duro golpe si llegara a producirse.
Pero los fans acérrimos del crédito están deseando dejar atrás la obsesión de siempre por los diferenciales, que en cualquier caso varían en función de los plazos y la calidad. Los spreads de los créditos a más de 10 años, por ejemplo, son inusualmente reducidos gracias a esos compradores de dinero real ávidos de rendimientos, mientras que los spreads a más corto plazo se sitúan en torno a las medias a largo plazo, o incluso son más amplios en Europa, como señaló la casa de inversiones Muzinich en una presentación reciente.
"Si analizamos la situación hace un año, cuando los spreads eran amplios, la gente decía 'oh, es demasiado arriesgado', y ahora dicen 'oh, es demasiado ajustado'", afirmó Tatjana Greil-Castro, de Muzinich. "La gente se convence a sí misma de que no quiere créditos". Quizás no sea por mucho tiempo.
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