La herencia de López Obrador y un panorama complicado: deuda, déficit y empresas públicas
El ganador de las elecciones presidenciales -la candidata del oficialismo, Claudia Sheinbaum, lleva una cómoda ventaja- del próximo domingo, deberá hacer frente al mayor déficit fiscal desde la década de 1980.
Poco después de que el nuevo líder de México (probablemente una mujer) se ponga la banda presidencial en octubre, tendrá que enfrentarse a una cuestión fundamental: cómo pagar sus planes.
Las dos principales candidatas, la científica Claudia Sheinbaum y la empresaria self made, Xóchitl Gálvez, han declarado que no creen que sea necesario subir los impuestos.
Sin embargo, la ganadora -y las encuestas muestran que Sheinbaum, del oficialismo, lleva una cómoda ventaja- tendrá que abordar la reducción del mayor déficit presupuestario desde la década de 1980, después de que el actual presidente Andrés Manuel López Obrador abandonara la austeridad y emprendiera una campaña de gasto masivo.
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La agenda económica también incluirá el saneamiento de la petrolera más endeudada del mundo y la conversión del interés de los inversores en proyectos concretos. Todo ello mientras se aborda una delicada revisión del acuerdo de comercio de México con Estados Unidos y Canadá, que se ha convertido en uno de los principales motores económicos del país.
Tras años de austeridad, López Obrador, un nacionalista de izquierda, ha impulsado programas sociales y sus emblemáticos proyectos de infraestructura, entre los que se incluyen líneas de tren y una refinería de petróleo.
Las cifras recientes muestran un crecimiento débil en el primer trimestre y una ralentización de la actividad en marzo, con una aceleración de la inflación.
Para alcanzar el objetivo de déficit del 3% del PBI fijado para el año que viene, serán necesarios recortes equivalentes a casi el 3% del PBI o nuevos ingresos.
Según los expertos, alrededor de un tercio de esa cifra podría proceder de la finalización de los grandes proyectos, pero el resto no está claro. Sheinbaum y Gálvez han prometido ampliar los programas sociales: la primera prometió 150 nuevas escuelas y la segunda sugirió que el Gobierno pague servicios sanitarios privados.
"Va a ser muy complicado", afirma Alejandra Macías, directora del think-tank de economía y finanzas públicas mexicanas CIEP. "Hay muchas promesas que no deberíamos creer... ¿de dónde van a sacar el dinero para pagarlas?".
La prioridad más urgente es la petrolera estatal Pemex, con una deuda de u$s100.000 millones y un flujo de caja negativo. Tras décadas siendo la gallina de los huevos de oro de México, la empresa arrastra cada vez más problemas presupuestarios, y analistas e inversores coinciden en que necesita cambiar radicalmente su plan de negocio.
La agencia de calificación Moody's afirmó este mes que abordar la necesidad de liquidez de Pemex era crucial para las perspectivas fiscales del país.
La empresa tiene una nómina sobredimensionada, una gobernanza y un historial de seguridad deficientes y, según los analistas, carece del capital y la experiencia necesarios para explotar plenamente los yacimientos petrolíferos que quedan en México. López Obrador contuvo el fuerte aumento de su deuda, pero la producción de petróleo está en mínimos históricos y su objetivo de "soberanía energética" ha costado miles de millones.
"El problema es muy serio", asegura Carlos Elizondo, profesor de la escuela de gobierno de la universidad Tecnológico de Monterrey y ex consejero independiente de Pemex. "El Gobierno no puede seguir financiando estos negocios... [o] tendremos problemas para pagar otras cosas".
Gálvez ha dicho que vendería algunas refinerías deficitarias. Sheinbaum rechazó esa idea, pero ha dado pocos detalles sobre cómo sanearía la empresa.
El próximo líder también tendrá que hacer frente a los crecientes costos de las pensiones, que ya consumen una quinta parte del presupuesto. La mayor parte proviene de las pensiones de los trabajadores, pero en 2019 López Obrador también introdujo un pago universal para los mayores de 65 años, que ahora vale 6000 pesos (u$s354) cada dos meses.
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Ese pago y otros programas sociales son clave para su 55% de aprobación. También ha elevado a más del doble el salario mínimo en seis años. En conjunto, estas políticas han dado lugar a una caída de más de siete puntos porcentuales en la tasa de pobreza, según la agencia gubernamental de medición de la pobreza.
Pero el crecimiento per cápita se ha mantenido plano durante su sexenio, a pesar del enorme interés de las empresas por diversificar sus cadenas de suministro alejándolas de China. Para cambiar esta situación, el próximo líder de México tendrá que hacer frente a problemas que empeoraron durante el mandato de López Obrador, como la inseguridad, la falta de energía limpia y agua, y las rutas y puertos en mal estado.
"México debería ser una apuesta apalancada por el crecimiento de EE.UU., porque tiene una mano de obra más barata", afirma Graham Stock, estratega soberano de mercados emergentes de RBC Bluebay. "No está aprovechando esa oportunidad por la baja productividad y los cuellos de botella en infraestructuras".
Sheinbaum ha dicho que creará 100 nuevos parques industriales, rutas y proyectos de generación eléctrica. Gálvez afirma que pondrá en marcha una política industrial centrada en vincular las cadenas de suministro internacionales con las locales.
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En 2026, el próximo líder podría tener que defender el USMCA, el tratado de libre comercio de América del Norte, frente a una posible segunda Administración Trump, aunque los observadores creen que el presidente Joe Biden también será más duro con México si gana un segundo mandato.
Sheinbaum ha dicho que su objetivo es obtener el 1% del PBI en nuevos ingresos de la digitalización de la recaudación fiscal y la actualización de la tecnología en las aduanas, una tarea difícil para el próximo año. El Gobierno también ha buscado formas de obtener más ingresos de empresas como los bancos.
Los analistas coinciden en que muchos de los problemas económicos a corto plazo de México tienen solución, desde el fomento de la inversión privada en infraestructura hasta el pago de parte de la deuda de Pemex.
Pero el destino de la economía estadounidense, a donde México envía tres cuartas partes de sus exportaciones, es una variable añadida que podría obligar al próximo líder a tomar decisiones más pragmáticas.
"Es un panorama bastante complejo", afirma Luis de la Calle, consultor económico y exnegociador de tratados de libre comercio. "[Pero] esa complejidad también ayuda, porque a mayor complejidad, mayores son los incentivos para hacer bien las cosas".
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