El peor final

Jugaba al rugby, comió una babosa para bromear y una rara enfermedad lo dejó inválido de por vida

La historia de Sam Ballard, el joven jugador de rugby de 19 años de Sídney, Australia, es una tragedia que conmocionó al mundo. Lo que comenzó como una noche de diversión con amigos en 2010 se convirtió en una pesadilla.

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La historia de Sam Ballard, el joven jugador de rugby de 19 años de Sídney, Australia, es una tragedia que conmocionó al mundo. Lo que comenzó como una noche de diversión con amigos en 2010 se convirtió en una pesadilla que duró ocho años y terminó con su muerte en noviembre de 2018.

Sam estaba pasando tiempo con sus amigos en una reunión de fin de semana cuando, en un acto de imprudencia adolescente, decidió comerse una babosa que encontraron en el jardín.

¿Cómo comenzó la tragedia de Sam Ballard?

Lo que parecía una broma inofensiva pronto se convirtió en una tragedia cuando el muchacho comenzó a experimentar dolores intensos en las piernas, vómitos y mareos. Su condición empeoró rápidamente y fue llevado al hospital, donde cayó en un coma que duró 420 días.

La causa de su enfermedad fue la ingestión de la babosa, que estaba infectada con el gusano pulmonar de las ratas. Esta rara enfermedad parásita penetró en su sistema nervioso central, dejándolo paralizado y dependiente de la atención constante de su madre, Katie.

A pesar de sus esperanzas iniciales de recuperación, Sam nunca volvió a caminar ni hablar. Pasó tres años en el hospital antes de ser dado de alta, pero su vida nunca volvió a ser la misma. Necesitaba cuidados las 24 horas del día y su madre luchó por conseguir los recursos necesarios para su atención.

Sam Ballard nunca bajó los brazos

A pesar de la tragedia, Sam mantuvo su espíritu luchador y su sentido del humor. Sus amigos estuvieron a su lado durante todo su sufrimiento, brindándole apoyo y compañía en sus momentos más oscuros.

Finalmente, en 2016, Sam se volvió elegible para recibir ayuda del Plan Nacional de Seguro de Discapacidad, lo que proporcionó un alivio financiero a su madre y garantizó que recibiera la atención que necesitaba hasta el final de sus días. Aunque su vida fue corta y marcada por la tragedia, Sam dejó una huella imborrable en todos los que lo conocieron.

Así fue el trágico final del joven australiano

Una noticia dolorosa sacudió a la familia Ballard cuando, apenas un año después de asegurar la financiación del NDIS, enfrentaron un revés devastador.

En octubre de 2017, el NDIS redujo drásticamente la asignación de Sam de $492,000 a solo $135,000, dejando a la familia con una deuda de $42,000 con el servicio de enfermería que cuidaba de él. La abrupta disminución de fondos, comunicada a Katie Ballard sin explicación alguna, generó una gran angustia.

La presión mediática y la persistencia de Katie lograron revertir la decisión, restableciendo la financiación de Sam. El NDIS atribuyó el error a una equivocación, no a un cambio de política. A pesar de esto, las prolongadas complicaciones de salud finalmente cobraron su precio, y Sam falleció en noviembre de 2018.

Las redes sociales se inundaron de homenajes a Sam Ballard, recordándolo como el alma de la fiesta y advirtiendo sobre las consecuencias de decisiones imprudentes. Sus últimas palabras a su madre, "Te amo", resuenan con un profundo significado.

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