Viaje al centro de la fábrica más grande del mundo

La planta industrial de Boeing en Everett, Estados Unidos, es la de mayor tamaño del planeta, según el libro Guiness. Es un coloso fabril con una extensión de más de 1,5 kilómetros de largo, 1 km de ancho y 27 metros de alto (un edificio de 9 pisos) con hangares, gigantescas grúas y talleres. Cada uno de sus portones, tiene el tamaño de una cancha de fútbol. Allí producen aviones como los 737 Max que se sumarán a la flota de Aerolíneas Argentinas

Fabricar máquinas que puedan volar fue uno de los mayores sueños de la humanidad, y también una de sus proezas más increíbles. William Boeing (1881-1956) era un soñador, visionario y aventurero, y en su tiempo muchos lo tildaron de loco por crear, en los talleres de un astillero cercano a la ciudad de Seattle, capital del Estado de Washington en la costa Noroeste de Estados Unidos, una fábrica de aeroplanos de madera.

Boeing fue el primer constructor y piloto de sus aviones, y fundador de una compañía que en 2016 cumplió 100 años. Su planta principal, en Everett, a 30 km de Seattle, es la más grande del mundo según el libro Guiness de los récords. Allí se está terminando de pintar y testear el quinto Boeing 737 Max adquirido por Aerolíneas Argentinas que llegará al país a fines de la semana próxima, y para mediados de junio comenzará a volar a destinos nacionales y regionales como el Caribe y las capitales latinoamericanas.

 

 

 

Al entrar a esta mega-fábrica (hay visitas guiadas para el público por u$s 25, aunque con acceso restringido a ciertas áreas), se pierden las dimensiones habituales. Su tamaño es colosal. Tiene una extensión de más de 1,5 kilómetros de largo, 1 km de ancho y 27 metros de alto (un edificio de 9 pisos) con hangares, gigantescas grúas y talleres. Cada uno de sus portones, pintados con distintos modelos de aeronaves, tiene la superficie de una cancha de fútbol.

Cada una de las grúas que transporta desde partes del fuselaje a las alas completas, puede levantar hasta 40 toneladas (un avión completo pero vacío de pasajeros y equipaje, pesa entre 50 y 70 toneladas según el modelo). Allí trabajan 40.000 de los 120.000 empleados globales de la compañía, en tres turnos que cubren las 24 horas, 365 días al año.

En total hay siete hangares de producción y cuatro de pintura. También hay 12 cafeterías, lavandería, salas de lectura y algunos comercios como tienda de ropa y regalos. Si bien parte de los procesos son automatizados, mucha gente trabaja colgada de gigantescos andamios, manipulando remachadoras, instalando conexiones, y revisando cada parte de la intrincada estructura de los aviones. Al fin y al cabo, hay muchos procesos artesanales en el armado de un avión. Modelos como el 767 (entre los más "pequeños" para pasajeros), llevan 3 millones de piezas y se ensamblan en 10 días. Los aviones más grandes, como el 747, se componen de más de 6 millones de partes y su armado lleva 3 meses. Una vez en el aire, nada puede fallar, por lo que la firma, además de extremar las normas de calidad de producción, realiza al menos dos vuelos de prueba antes de entregar los aviones. Por el nivel de tecnología aplicada, parece la NASA. Y lo es, ya que Boeing es uno de los proveedores de satélites y sistemas de lanzamiento para la Agencia Espacial norteamericana.

El 737 Max, cuya construcción y ensamblado lleva unos 10 días más tres de pintura. Es el modelo más moderno de la familia de los 737, aviones con capacidad para entre 162 y 189 pasajeros (dependiendo de su configuración interior, que se hace a pedido de cada aerolínea). Gracias a sus motores de alta eficiencia, sus materiales más livianos (mayormente fibra de carbono) y el diseño de sus alas con doble puntera de ala (winglet), que ofrece menor resistencia y mayor aerodinamia, esta aeronave consume 20% menos de combustible y emite menos ruido. Además, reduce en un 40% las emisiones de gases de invernadero a la atmósfera, y un 12% los costos operativos, detalló Steve Johnson, director de Marketing de Producto en Boeing. Los aviones 737 se ensamblan en la planta de Renton, en el mismo estado de Washington, con partes que llegan desde las plantas de Charleston (Carolina del Sur) y Michoud (Nueva Orleans). Aunque la firma tiene más de 1.500 proveedores de partes, dos tercios de cada avión son de fabricación propia. El costo de cada aeronave, supera los u$s 50 millones. Sin embargo, Boeing negocia precios diferentes con cada aerolínea.

La pintura y ploteado con el logo de cada compañía aérea es el último paso en el proceso de producción. Cuando llega a esa etapa, la aeronave, de típico color verde ya que sólo lleva puesta una capa de protección antióxido, ya ha superado el primer vuelo de prueba. En esa instancia está el quinto 737 Max adquirido, a través de leasing, por Aerolíneas Argentinas, y que en los próximos días se incorporará a las rutas de vuelo hacia las principales ciudades de América latina y el Caribe. La magia de volar está cada vez más cerca.

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