Esto comía Sócrates, el hombre más sabio que ha pisado la Tierra: la máxima del filósofo sobre la alimentación
Todo lo que sabemos sobre Sócrates es gracias a su fiel discípulo Platón, quien se encargó, en sus diferentes textos, uno entre ellos, La República, de reproducir la sabiduría del filósofo griego.
Sócrates nació en Atenas por allá en el año 469 a. C. es considerado el hombre más sabio que ha pisado la tierra inclusive por encima de algunos otros filósofos y figuras religiosas de grandes huellas y cambios en el mundo. El ateniense murió en el año 399 y según cuenta la historia, el filósofo era muy testarudo a la hora de comer.
Desde una mirada actual, Sócrates hace parte de las listas de la OMS y otras entidades mundiales que informan sobre el promedio de vida de las personas. El filósofo ateniense murió a sus 70 años; sin embargo, no fue a causa de muerte "natural" producto de una mala dieta que desembocara en alguna enfermedad, no, todo lo contrario, el hombre más sabio hasta del mundo se vio obligado a beber cicuta, un veneno de la época muy usado por los griegos para quitarle la vida a los reos.
La historia cuenta que Sócrates fue acusado de alejar a los jóvenes de los dioses y tuvo solo dos opciones. 1. ceder que estaba equivocado y retractarse de sus actos, discursos y retórica, o morir. Bueno, el hombre más sabio del mundo eligió la segunda opción.
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La dieta de Sócrates y su resabio nocturno
Sócrates lo tenía todo, solo era que pidiera y podía y llegaba a sus pies. Los banquetes eran algo muy común entre los hombres sabios y poderosos de la Antigua Grecia, pero, según Platón en La República, Sócrates era un hombre que elegía la austeridad y la frugalidad, inclusive para comer.
De acuerdo al portal The Conversation, Sócrates prefería una alimentación prudente, sin exageraciones o excesos basada en "hojas de plantas, harina de cebada o trigo amasadas y, a modo de acompañamiento, unas deliciosas cebollas y verduras hervidas".
Entre tantas de las máximas que la sabiduría de Sócrates dejó y que se sigue aplicando y se aplicará por toda la existencia es: "Debes comer para vivir, no vivir para comer". El postre con el que se deleitaba Sócrates eran los higos y las bellotas.
Sócrates evitaba los excesos en la comida
Sócrates no tomaba mucho vino, de hecho, solo consumía algunas pocas pocas en actos sociales, como por ejemplo, los banquetes. Para el filósofo, el consumo de vino en exceso "era un obstáculo para el pensamiento racional y filosófico".