El truco mental de hace 700 años que perdura hoy y te ayuda a resolver cualquier problema
Un monje franciscano inventó una herramienta que simplifica casi cualquier problema, aplicable fácilmente en la vida diaria. ¡Descubre su poder!
El concepto conocido como "Navaja de Ockham", también denominado principio de economía del pensamiento o reduccionismo metodológico, se refiere a la tendencia a evitar lo artificialmente complicado.
En su formulación original en latín, se expresa como: "Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem", lo que se traduce al español como "no debe suponerse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias".
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Este principio sugiere que, en situaciones donde se presentan múltiples explicaciones igualmente válidas, la opción más sencilla suele ser la más probable.
Este principio psicológico tiene sus raíces en el pensamiento de uno de los más destacados filósofos de la Europa medieval, el fraile franciscano y lógico escolástico Guillermo de Ockham (1285-1347).
Sus contribuciones filosóficas sobre la libertad y la naturaleza de la realidad fueron objeto de estudio por figuras prominentes en la academia y las ciencias, como el filósofo político Thomas Hobbes y su influencia se extendió incluso a la Reforma protestante.
Las controversias de Ockham que cambiaron al mundo
A lo largo de su carrera, Ockham se vio envuelto en controversias, llegando a ofender al Canciller de la Universidad de Oxford, a tener disputas con su propio orden eclesiástico y, finalmente, a ser excomulgado por el Papa.
Aunque se considera que la idea de simplificación en el pensamiento ya era parte de la metodología de algunos estudiosos anteriores al medievo, fue el reverendo Ockham quien la popularizó, posiblemente al incorporar el provocador concepto de la navaja, que implica que se deben eliminar de raíz los razonamientos que complican innecesariamente el análisis de una situación o la resolución de un problema.
En resumen, el principio de Ockham invita a adoptar un enfoque más directo y menos complicado en la búsqueda de explicaciones, promoviendo así una forma de pensamiento más clara y eficiente.

La utilidad de la Navaja de Ockham
Este principio no solo es fundamental en el ámbito de la investigación científica y filosófica, sino que también tiene aplicaciones significativas en la vida cotidiana, generando resultados notables.
Su utilidad radica en la capacidad de eliminar de manera efectiva los razonamientos que complican innecesariamente el análisis de una situación o la resolución de un problema, lo que permite liberar espacio cognitivo en el cerebro y facilitar el acceso a soluciones más simples y prácticas.
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