El día del juicio final: el invierno nuclear que podría acabar con la vida en la Tierra
El término fue acuñado por el reconocido científico Carl Sagan, quien lo utilizó como un argumento contundente durante la Guerra Fría.
El invierno nuclear, un fenómeno hipotético que nos transporta hacia el futuro, describe las consecuencias a largo plazo de una guerra nuclear a gran escala.
Esta teoría, surgida en el contexto de la Guerra Fría, nos presenta un escenario sombrío donde la humanidad encara las consecuencias devastadoras de un conflicto nuclear de proporciones inimaginables.
El término fue acuñado por el reconocido astrónomo y astrofísico Carl Sagan, quien lo utilizó como un argumento contundente en el debate público de 1983.
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Las devastadoras consecuencias de una guerra nuclear
En 1980, un artículo crucial conocido como TTAPS, abreviatura de los apellidos de sus autores principales: Richard Turco, Brian Toon, Thomas Ackerman, James Pollack y Carl Sagan, fue publicado.
En sus páginas, se planteó la posibilidad de que una guerra nuclear a gran escala pudiera desatar un fenómeno denominado invierno nuclear, con consecuencias catastróficas que podrían llevar a la pérdida de millones de vidas.
Los resultados indicaron que detonaciones nucleares superiores a 5000 megatones podrían desencadenar tormentas de fuego. Estas generarían columnas de humo, hollín y polvo que permanecerían en la atmósfera durante semanas, ocasionando una obstrucción casi total de la luz solar.
A través de simulaciones realizadas por un equipo del Centro Nacional de Investigación Atmosférica, se advirtió que el humo generado podría provocar la degradación completa de la capa de ozono en solo 15 años.
Como resultado, se prevé la ocurrencia de temperaturas extremadamente bajas que perturbarían el proceso de fotosíntesis de las plantas, lo que conllevaría a la interrupción del ciclo vital tanto de la flora como de la fauna. Esta interrupción tendría como consecuencia la aparición de hambrunas y enfermedades.
Hambruna global y 360 millones de muertos
Un reporte reciente del Bulletin of the Atomic Scientists ha revelado las alarmantes implicaciones de un potencial conflicto nuclear entre Estados Unidos y Rusia.
Según esta investigación, una confrontación de tal magnitud, que involucraría el uso de más de 4000 ojivas nucleares de 100 kilotones cada una, podría resultar en la pérdida de 360 millones de vidas humanas, representando aproximadamente el 5% de la población mundial.
Es importante destacar que tanto Rusia como Estados Unidos poseen arsenales nucleares aún más amplios que los mencionados. Rusia cuenta con más de 6.300 ojivas nucleares, mientras que Estados Unidos tiene alrededor de 5.800 en su arsenal.
Adicionalmente, un estudio publicado en la revista Nature en 2022, basado en datos proporcionados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha concluido que las consecuencias de un conflicto nuclear entre estas dos potencias resultarían en la devastación de las cosechas de maíz, arroz, trigo y soja a una escala tal que más del 75% del planeta sufriría hambruna.
El papel de Carl Sagan en la prevención de la guerra nuclear
Carl Sagan, reconocido científico y presentador del programa Cosmos, desempeñó un papel crucial en la lucha contra la amenaza de una guerra nuclear durante la Guerra Fría.
Junto a otros científicos, contribuyó a difundir la teoría del invierno nuclear, que advertía sobre las consecuencias que una guerra nuclear desataría en el clima global.
Sagan, además, se reunió con líderes políticos de ambas facciones, incluido el presidente estadounidense Ronald Reagan, para exponerles los riesgos inherentes a una confrontación.
Como firme partidario de los tratados de control de armas, apoyo el Acuerdo de Limitación de Armas Estratégicas (SALT) y el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF).
Asimismo, se opuso a la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDS), también conocida como "Guerra de las Galaxias", por considerarla una escalada en la carrera armamentista.