Una investigación científica busca descubrir por qué a muchos niños no les gusta comer verdura
Las respuestas de los adultos al comer verduras pueden afectar a los niños.
Promover hábitos alimenticios saludables en los niños representa un verdadero reto. Muchos pequeños muestran resistencia a ingerir frutas, verduras o proteínas que son fundamentales para su crecimiento.
Aunque es posible enfrentar esta situación con ingenio, ofreciendo alternativas atractivas y presentando estos alimentos de forma lúdica, no siempre es sencillo.
La revista científica Frontiers in Psychology publicó un estudio llevado a cabo por la Facultad de Psicología de la Universidad de Aston y la Facultad de Psicología de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido, donde se examinaron las expresiones faciales de los niños al comer.

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¿Qué conexión existe entre las expresiones faciales y la falta de consumo de verduras?
El placer de la comida se puede reflejar en las expresiones faciales. Se ha comprobado que observar el disfrute de la comida por parte de otros afecta el deseo de los adultos hacia los alimentos que les agradan y desagradan, según los especialistas.
- Para comprender la relación entre estos dos aspectos, se seleccionaron al azar mujeres adultas jóvenes para que observaran un video de adultos desconocidos consumiendo brócoli crudo con una expresión facial positiva, negativa o neutra.
- El propósito era analizar sus reacciones ante la situación y cómo esto influía en sus elecciones alimenticias.
- Los autores de la investigación encontraron que ver a otros con una expresión facial negativa mientras consumen una verdura cruda disminuía su aprecio por las verduras.
Impacto de las expresiones faciales en el aprecio por las verduras: ¿un obstáculo para los niños?
Las personas que vieron los videos con expresiones faciales negativas experimentaron una notable reducción en su aprecio por las verduras, mientras que el efecto contrario no se observó.
Los hallazgos resultaron algo sorprendentes: las expresiones faciales negativas realmente disminuyeron el gusto por las verduras, pero las expresiones faciales positivas no lograron aumentarlo. Así, pueden reducir nuestro interés en consumir verduras, pero no nos motivan a comerlas mediante un refuerzo positivo.
Aunque este estudio se centró en la respuesta de los adultos, estos hallazgos podrían ser relevantes para los niños, quienes a menudo muestran más reticencias al probar vegetales.

"Por ejemplo, si un niño observa que sus padres expresan desagrado al comer verduras, esto podría tener efectos negativos en su aceptación", comentó Katie Edwards, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Aston, autora principal del estudio.
En efecto, los niños son como esponjas, captan información y patrones del entorno que los rodea. En este proceso, la imitación desempeña un papel crucial, especialmente en la primera infancia.
Las expresiones faciales de los adultos, como reflejos de emociones y reacciones, son una fuente clave de aprendizaje para los niños.
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