Por qué la inflación podría ser la derrota de Kamala Harris, aunque esté bajando
El descontento de los votantes estadounidenses con el alto costo de la vida puede decidir quién gana la Casa Blanca la próxima semana.
"No vamos a volver atrás", declaró Kamala Harris en un reciente acto de campaña en Atlanta (Georgia), mientras la vicepresidenta estadounidense advertía de las consecuencias "brutalmente graves" de que Donald Trump volviera a la Casa Blanca.
"¿No volver a qué, a cuando las cosas iban mejor?", se pregunta Kristen Reese, recientemente despedida de su trabajo de administradora de hospicios y enojada por el aumento del costo de vida. Está "agradecida" que el presidente Joe Biden haya cancelado la deuda estudiantil, pero planea votar a Trump, apostando a que hará un mejor trabajo abordando la inflación. "Dirigir el país es un negocio, ¿Quieres que lo dirija un hombre de negocios o qué? Yo sí".
A días de acudir a las urnas, lo que está en juego nunca ha parecido tan importante para los votantes estadounidenses. La candidatura de Trump a la reelección ha suscitado advertencias generalizadas sobre la amenaza que supone para la democracia, entre ellas la de su exjefe de gabinete, que dijo que encajaba "en la definición general de fascista".
A su vez, Trump ha emitido oscuras alertas sobre los "millones" de migrantes que cruzan la frontera sur de Estados Unidos y ha propuesto deportaciones masivas militarizadas desde ese país, que, según él, se está convirtiendo en un "tacho de basura para el mundo".
Pero para muchos votantes indecisos que en última instancia determinarán el resultado, las preocupaciones son más mundanas: el costo de vida y, especialmente, la inflación.
"A pesar de los otros grandes temas de la política estadounidense... a los votantes les importa más su bienestar económico que cualquier otra cosa", afirma Erik Gordon, profesor de la Ross School of Business de la Universidad de Michigan.
"Me gustaría empezar con una pregunta muy, muy sencilla: ¿están ustedes mejor ahora que hace cuatro años?", preguntó Trump en la apertura de un acto en Pensilvania el martes por la noche.
La inflación de septiembre, se situó en 2,4%, tras más de un año de tasas de interés altas por parte de la Reserva Federal. Pero los precios siguen subiendo aproximadamente un 25% en promedio desde 2019, según la Oficina de Estadísticas Laborales.
El costo de la gasolina -políticamente potente, dada su visibilidad en todas las autopistas- ha alcanzado un promedio de u$s3,48 el galón este año, más de un 30% por encima de su promedio en 2019, aunque ha caído recientemente.
Pero la mayor carga ha recaído en los estadounidenses de menores ingresos, que también representan una parte relativamente grande de los votantes indecisos. Los hogares más pobres de EE.UU. han soportado dos puntos porcentuales adicionales de inflación acumulada en relación con los hogares más ricos desde 2019.
Una gran razón son los alquileres, ahora alrededor de 30% más altos en promedio que en 2019. Los hogares con menores ingresos son más propensos a alquilar su vivienda.
"Las experiencias de inflación dejan una marca bastante cicatrizante", dijo Stefanie Stantcheva, profesora de economía política en Harvard. "La inflación induce una gran sensación de inequidad e injusticia".
Aunque Harris ha erosionado gran parte de la ventaja de Trump en las encuestas sobre en quién confían los votantes en materia económica, los altos precios siguen siendo una amenaza para la candidata demócrata la próxima semana. Algunos votantes frustrados simplemente optarán por quedarse en casa.
Georgia es el más desigual de los estados indecisos en las elecciones y Atlanta -según algunas mediciones- la ciudad más desigual. Los costos de alquiler en Atlanta han aumentado un 43% desde 2019 en relación con el 30% en las áreas urbanas a nivel nacional. En Atlanta, los alquileres han aumentado casi un 70% desde 2019, según Zillow, un sitio web de clasificados.
En los hechos, la economía estadounidense es la envidia del mundo y Harris -vicepresidenta de Biden- tiene mucho para presumir: el PBI va viento en popa, el desempleo es históricamente bajo y los costos de endeudamiento están cayendo.
Pero aunque el empleo y los salarios se han disparado bajo el mandato de Biden -en parte gracias a la fuerte recuperación de Covid-, los votantes tienden a no dar crédito a la administración.
El crecimiento de los salarios nominales ha superado en general a la inflación para todos los grupos de ingresos desde 2020. Pero los votantes se inclinan más por considerar que los aumentos salariales son obra suya y no del Gobierno.
"La gente tiende a culpar de la inflación a quien esté al mando. Y no parecen reconocer el mérito de los aumentos salariales", afirma Xavier Jaravel, catedrático de Economía de la London School of Economics.
"Mucha gente tiene un gran problema con el costo de los alimentos", dice Cornelius Walker (32 años), autor y podcaster en Atlanta. "Los alimentos son escandalosos. El pan solía costar u$s1,50 o algo así. Ahora todo cuesta entre u$s3 y u$s4. El precio de los huevos también es exorbitante".
Una encuesta de FT Michigan-Ross publicada la semana pasada reveló que el 45% de los votantes confiaba en que Trump les dejaría en mejor situación económica, frente al 37% de Harris. Más de tres cuartas partes de los votantes afirmaron que el aumento de los precios era una de sus principales fuentes de estrés financiero.
Trump ve esto como un terreno fértil para acaparar votos, afirmando que "la inflación desaparecerá por completo" si es reelegido.
El expresidente ha prometido liberar la producción de petróleo de EE.UU., actualmente en máximos históricos, para reducir los precios en los surtidores, a pesar de que han caído constantemente en los últimos tiempos. También reduciría el gasto público, las normativas y los impuestos.
El plan de Harris para reducir los precios incluiría limitar el costo de los medicamentos, tomar medidas enérgicas contra la "especulación" de los supermercados, construir más viviendas y ofrecer créditos a los compradores y a las familias. También dice que el plan de Trump de aumentar los aranceles equivaldría a un impuesto a los consumidores.
"Nuestro mayor reto es bajar los costos", dijo en un discurso el martes. "Lo entiendo". ¿Serán suficientes sus esfuerzos?
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