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'La fiesta de Trump': los multimillonarios aumentan sus fortunas antes de la asunción

Elon Musk y otros empresarios de las criptomonedas y la inteligencia artificial esperan beneficiarse de los planes de desregulación que propone el nuevo gobierno.

Cuando la marea de la prosperidad económica sube, eleva todos los megayates. Sin embargo, en lo que se refiere al crecimiento del patrimonio neto, Elon Musk está en una categoría superior. Desde que Donald Trump ganó la elección el 5 de noviembre, el patrimonio de Musk se ha disparado aproximadamente un 66% hasta los u$s440.000 millones. A este ritmo, se convertirá cómodamente en billonario durante la presidencia de Trump.

Los rezagados, como Mark Zuckerberg, fundador de Meta, y Jeff Bezos, de Amazon, se están sumando a la fiesta. Ambos han donado u$s1 millón al comité de investidura de Trump, una forma tradicional de ganarse el favor de la administración entrante. Su fortuna también ha aumentado. Estados Unidos está viviendo la mayor desregulación de su historia.

¿Levantará esta marea también a los barcos más pequeños (los estadounidenses de clase obrera que votaron a Trump para que volviera a la presidencia)? Eso es lo que Trump promete que ocurrirá. Una razón clave por la que ganó tantos votos de la clase trabajadora fue que el EE.UU. de cuello azul recordaba su primer mandato, cuando los ingresos medios reales crecieron antes de que llegara la pandemia. Pero las condiciones macroeconómicas han cambiado bruscamente desde entonces. Trump heredó un mundo de tasa de interés cero en 2017. Esta vez, tiene un chaleco de fuerza monetario. Los efectos inflacionarios de una renovación de las rebajas fiscales de Trump serán rápidos. Es probable que los trabajadores estadounidenses se sientan decepcionados.

No ocurrirá lo mismo con las grandes fortunas estadounidenses, especialmente las que tienen intereses en la inteligencia artificial y las criptomonedas, los dos sectores más entusiastas de Trump. La escala de los conflictos de intereses de Musk como codirector del mal llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DoGE) de Trump no tiene precedentes. Al igual que el Sacro Imperio Romano Germánico, que ni era romano, ni un imperio, ni santo, DoGE no es un departamento gubernamental, ni la eficiencia es su verdadero propósito. Musk afirma que su objetivo es recortar u$s2 billones del presupuesto, aproximadamente un tercio del gasto federal. Pero eso será imposible sin reducir el presupuesto de defensa estadounidense, así como la seguridad social y Medicare, que Trump ha prometido aumentar y preservar respectivamente.

Eso deja el presupuesto discrecional nacional (educación, cupones de alimentos, infraestructura, etc.), que asciende a menos de u$s1 billón. Mi apuesta es que Musk no logrará convencer al Congreso para que renuncie al poder del control del dinero. Pero el Congreso promulgará los recortes fiscales de Trump. El resultado neto será un creciente déficit presupuestario estadounidense, que en el 6,4% del PBI en 2024 ya es elevado. El creciente déficit fiscal conducirá a un aumento de los costos de financiación. Esto afectará a la clase media por partida doble: por el mayor porcentaje del presupuesto de EE.UU. dedicado al servicio de la deuda y por el impacto en su contabilidad personal a través de tasas de interés reales más altas.

Pero el verdadero objetivo de Musk con DoGE es la desregulación. La expectativa del mercado de que consiga eliminar regulaciones ha favorecido el aumento de su patrimonio neto. Desde la creciente valoración de la criptomoneda Dogecoin, en la que Musk tiene una participación, hasta Tesla, SpaceX, Neuralink y xAI, todas las empresas de Musk están en auge. Dada la variedad y complejidad de los intereses de Musk, será difícil para los medios de comunicación, el Congreso y otros organismos de supervisión controlar las múltiples jugadas sobre la mesa. Las más obvias incluyen una relajación de la responsabilidad de Tesla por su sistema de conducción autónoma, un auge de los contratos de SpaceX con el Pentágono, que en su mayoría son clasificados, y todo tipo de luces verdes para las inversiones de Musk en inteligencia artificial (IA) y chips cerebrales.  

Musk es el primero entre iguales. Pero otros miembros de su ‘mafia de PayPal' original que lanzó la empresa de pagos en línea, en particular Peter Thiel y David Sacks, también se están beneficiando. El precio de las acciones de Palantir Technologies, la empresa de análisis de datos de Thiel que tiene grandes contratos con el Pentágono (también clasificados en su mayoría), ha crecido alrededor de un 25% desde el 5 de noviembre. Palantir vale ahora más que Lockheed Martin, el ejemplo clásico de complejo industrial de defensa estadounidense.

Trump también ha nombrado a Sacks su zar de las criptomonedas. Una de las promesas de campaña de Trump fue que la Reserva Federal sumaría las criptomonedas a su balance. Si eso sigue adelante, el banco central estadounidense estaría respaldando en esencia lo que muchos economistas ven como un esquema Ponzi. No es de extrañar que el valor del bitcoin se haya disparado por encima de los u$s100.000 desde la victoria de Trump. "De nada", publicó Trump en Truth Social, su plataforma de redes sociales, cuando el bitcoin cruzó esa barrera.  

A menudo se dice que en EE.UU. la corrupción es legal. Nadie está afirmando que Musk o, de hecho, Trump estén infringiendo ninguna ley con estos conflictos de intereses. El verdadero juez es la política. Con algo menos de la mitad del voto nacional, Trump preside una nación dividida a partes iguales, pero reclama un mandato de gran alcance para rehacer EE.UU.

Los ganadores ya están cosechando recompensas inimaginables. Y todo esto está ocurriendo incluso antes de que Trump ocupe el cargo.

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