Este país no tiene Producto Interno Bruto, sino Felicidad Interna Bruta: no hay cajeros ni tarjetas de crédito
Este particular reino ofrece una experiencia única donde la naturaleza y la tradición prevalecen sobre la modernidad.
Enclavado en las majestuosas montañas del Himalaya, Bután es un país que ha optado por un desarrollo sostenible y una preservación cultural que lo distingue del resto del mundo. Conocido por su enfoque en la Felicidad Nacional Bruta en lugar del Producto Interno Bruto, este reino budista prioriza el bienestar de sus ciudadanos y la conservación del medio ambiente. Una de las particularidades que más sorprende a los visitantes es la escasa presencia de tarjetas de crédito en la vida cotidiana butanesa.
En Bután, el uso de tarjetas de crédito es muy limitado. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, "el uso de la tarjeta de crédito es muy limitado y es difícil encontrar cajeros. Se recomienda llevar dinero en metálico".
Esta realidad contrasta con la de muchos países occidentales, donde las transacciones electrónicas son la norma. Sin embargo, esta limitación no es vista como un obstáculo por los butaneses, sino como una forma de mantener su independencia económica y proteger su cultura de influencias externas.
Un paraíso de aire puro y paisajes inigualables
Bután es reconocido por ser uno de los países con el aire más puro del planeta. Su compromiso con el medio ambiente es tal que es carbono negativo, es decir, absorbe más dióxido de carbono del que emite.
Este logro se debe en gran parte a sus extensos bosques, que cubren alrededor del 70% del territorio, y a políticas gubernamentales que promueven la sostenibilidad y la conservación de la naturaleza.
Los paisajes de Bután son simplemente espectaculares. Desde valles verdes y frondosos hasta picos nevados, el país ofrece una diversidad escénica que deja sin aliento a quienes lo visitan. El Valle de Paro, por ejemplo, es conocido por sus arrozales y montañas imponentes, y alberga el icónico Monasterio del Nido del Tigre (Taktsang), un sitio sagrado que se alza majestuosamente sobre un acantilado.
Una economía que valora la tradición sobre la modernidad
La economía de Bután se caracteriza por su enfoque en la autosuficiencia y la preservación cultural. A diferencia de muchas naciones que buscan la modernización a toda costa, Bután ha implementado políticas que limitan la influencia extranjera y promueven el desarrollo sostenible. Esta filosofía se refleja en su sistema financiero, donde el uso de efectivo prevalece y las tarjetas de crédito son una rareza. Según la Fundación iO, "el uso de la tarjeta de crédito es muy limitado y es difícil encontrar cajeros automáticos".
Esta preferencia por el efectivo no solo preserva las tradiciones locales, sino que también protege al país de las vulnerabilidades asociadas con las economías altamente digitalizadas. Además, al limitar el turismo y exigir una tarifa diaria a los visitantes, Bután controla el flujo de extranjeros, asegurando que el impacto cultural y ambiental sea mínimo.
Turismo sostenible y respeto por la naturaleza
Bután ha adoptado un modelo de turismo que prioriza la calidad sobre la cantidad. El país impone una tarifa diaria a los turistas, lo que limita el número de visitantes y garantiza que aquellos que lleguen estén verdaderamente interesados en su cultura y entorno. Esta política ha permitido a Bután mantener su biodiversidad y paisajes prístinos, ofreciendo a los viajeros una experiencia auténtica y sin aglomeraciones.
Los visitantes pueden disfrutar de actividades como el senderismo en rutas que atraviesan bosques vírgenes, la visita a monasterios ancestrales y la participación en festivales tradicionales que celebran la rica herencia cultural del país. Todo esto, respirando un aire tan puro que es un lujo en el mundo actual.