El Papa Francisco pone un freno a los sacerdotes y cambia una tradición de las misas para siempre con esta nueva medida
Un nuevo decreto del Vaticano limita el uso de las ofrendas por intenciones en las misas y prohíbe su uso indebido.
Con la firma del Papa Francisco, la Santa Sede acaba de publicar un decreto que modifica para siempre una tradición arraigada en la Iglesia Católica: el modo en que se gestionan las ofrendas económicas entregadas por los fieles cuando solicitan que una misa sea celebrada por una intención concreta -ya sea por el alma de un difunto, una acción de gracias o una petición especial-.
La medida, que entra en vigor el próximo 20 de abril, fue anunciada por el Dicasterio para el Clero con un mensaje claro: "La voluntad de los oferentes nunca puede presumirse o inferirse del silencio". El texto establece nuevos límites y busca evitar que estas ofrendas se transformen en una "tarifa" o en un requisito obligatorio para acceder a un servicio espiritual que debería ser gratuito y accesible para todos.
Límites a las ofrendas: solo una intención por misa y destino solidario
Una de las principales novedades del decreto es la limitación explícita al número de intenciones por misa que puede recibir un sacerdote. Aunque se permite seguir haciendo ofrendas voluntarias, el sacerdote solo podrá quedarse con una. "El resto debe destinarse a parroquias necesitadas, especialmente en países de misión", subraya el documento.
La Iglesia busca así erradicar "ciertas prácticas que se han dado de forma abusiva en diversos lugares", en las que algunas parroquias acumulaban múltiples intenciones pagadas en una sola misa sin informar debidamente a los fieles.
Consentimiento informado y celebración adecuada: condiciones obligatorias
Otro punto clave del decreto es la obligatoriedad del consentimiento libre y explícito de los fieles cuando se celebra una misa con múltiples intenciones. "La aplicación colectiva de varias ofrendas para una sola Misa es lícita solo si los oferentes, previa y explícitamente informados, han consentido libremente", aclara el Vaticano.
También se prohíbe de forma terminante aceptar dinero por actos litúrgicos que no sean propiamente una misa -como una simple celebración de la palabra o una mención durante la oración-. En palabras del decreto, hacerlo es "gravemente ilícito".
Acceso a los sacramentos sin condiciones económicas
La reforma va más allá del manejo de las ofrendas. El Papa Francisco refuerza la idea de que la Misa y los sacramentos no pueden ser un privilegio. "Además de las ofrendas que determine la autoridad competente, el sacerdote no debe pedir nada, evitando siempre que los más necesitados se vean privados de la ayuda de los sacramentos a causa de la pobreza", establece el documento.
Y añade una definición teológica fundamental: "La Misa no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y alimento para los débiles".
Este decreto se inscribe dentro del estilo reformista de Francisco, que ya había dicho en otras ocasiones que la Iglesia no puede actuar como una empresa ni poner barreras económicas al encuentro espiritual. "El sacrificio eucarístico no debe verse como un privilegio reservado a los justos, sino como un remedio y un sustento espiritual para todos, especialmente para quienes más lo necesitan", concluye el texto.
Con esta decisión, el Papa Francisco pone un freno a los abusos y abre un camino hacia una Iglesia más transparente, más equitativa y fiel a su misión pastoral.