El Papa Francisco le enseñó a la Iglesia Católica cómo ayudar al prójimo: "Cuando ..."
Esta es la lectura del evangelio para este día y la prédica del papa Francisco desde el Vaticano.
El sitio oficial del Vaticano ha difundido una reflexión basada en la Biblia este domingo, 27 de octubre de 2024. En ella, se presentan interpretaciones de la Santa Escritura que animan a todos los devotos a consolidar su fe y su relación personal con Dios.
Además, en la prédica del día, el papa Francisco destaca la fe y la valentía de Bartimeo al clamar a Jesús por misericordia, invitando a los fieles a orar con confianza y entrega total.
Las palabras del papa Francisco para este domingo
El Papa Francisco, en su reciente prédica durante el Ángelus, destacó la profunda fe de Bartimeo, un ciego que, al reconocer a Jesús como "Hijo de David", demuestra su confianza en el Mesías. El Santo Padre subrayó que la oración de Bartimeo no es "tímida y convencional", sino que es un grito sincero que refleja su necesidad de compasión y misericordia.
Al dirigirse a Jesús, Bartimeo no pide "una moneda" como lo hace con los viandantes, sino que se presenta ante Él con su vulnerabilidad, clamando: "Ten compasión de mí". El Papa enfatizó que Bartimeo no solicita una gracia específica, sino que pide "misericordia para su persona, para su vida".
Francisco invitó a ponerse en el lugar de Jesús, pero también en el del pobre: "Cuando nos cruzamos con algún mendigo por la calle: ¿cuántas veces miramos para otro lado? ¿cuántas veces lo ignoramos, como si no existiera ¿Cómo miro a un mendigo? ¿Lo ignoro? ¿Lo miro como lo hace Jesús? ¿Soy capaz de entender sus interpelaciones, su grito de ayuda? Cuando das limosna, ¿miras a los ojos del mendigo? ¿Tocas su mano para sentir su carne?", resaltó el Papa.
Francisco instó a los fieles a seguir el ejemplo de Bartimeo, quien es "un gran maestro de oración" y a acercarse a Dios con la misma fe concreta, insistente y valiente. Finalmente, el Papa Francisco invitó a todos a "pedir todo a Aquel que puede darnos todo", recordando que la oración debe ser un acto de entrega total.
La lectura de la Biblia para este domingo
Jeremías 31, 7-9 y Hebreos 5, 1-6
Esto dice el Señor: "Griten de alegría por Jacob, regocíjense por el mejor de los pueblos; proclamen, alaben y digan: ‘El Señor ha salvado a su pueblo, al grupo de los sobrevivientes de Israel'.
He aquí que yo los hago volver del país del norte y los congrego desde los confines de la tierra. Entre ellos vienen el ciego y el cojo, la mujer encinta y la que acaba de dar a luz.
Retorna una gran multitud; vienen llorando, pero yo los consolaré y los guiaré; los llevaré a torrentes de agua por un camino llano en el que no tropezarán. Porque yo soy para Israel un padre y Efraín es mi primogénito".
Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres y está constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios.
Nadie puede apropiarse ese honor, sino sólo aquel que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. De igual manera, Cristo no se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote; se la otorgó quien le había dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice otro pasaje de la Escritura: Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec.
El evangelio para el domingo, 27 de octubre de 2024
San Marcos 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!".
Jesús se detuvo entonces y dijo: "Llámenlo". Y llamaron al ciego, diciéndole: "¡Ánimo! Levántate, porque él te llama". El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver". Jesús le dijo: "Vete; tu fe te ha salvado". Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.
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