Döstädning, el hábito sueco de deshacerse de todo para evitarle problemas a nuestros herederos
Una práctica que combina orden, reflexión y un estilo de vida minimalista.
Acumular objetos a lo largo de la vida puede convertirse en un lastre, tanto físico como emocional. Aunque solemos pensar que estas posesiones representan recuerdos o comodidades, en realidad, muchas veces dificultan el orden y nos privan de un entorno despejado y libre.
Al final, ese exceso no solo consume espacio, sino que se convierte en una carga que otros deben gestionar, especialmente cuando no estamos para hacerlo. En lugar de sumar cosas, simplificar lo esencial puede ser una vía para vivir con menos estrés y mayor libertad.
Por ello, el döstädning, también conocido como "limpieza sueca para la muerte", se ha convertido en una tendencia de organización con un propósito muy claro: reducir la carga emocional y logística que dejan nuestras pertenencias a los seres queridos cuando ya no estamos.
Este concepto fue popularizado por la artista sueca Margareta Magnusson en su libro El apacible arte de la limpieza sueca de la muerte, donde promueve la idea de organizar y deshacerse de objetos innecesarios antes de morir, no como un acto de despedida, sino como una forma de simplificar la vida y el legado que dejamos.
¿En qué consiste el döstädning?
La palabra döstädning deriva del sueco y se compone de "dö" (muerte) y "städning" (limpieza). Sin embargo, a diferencia de otras técnicas de organización, este método tiene una perspectiva reflexiva y práctica que se centra en reducir el exceso de pertenencias antes de que llegue la vejez.
Según Magnusson, este proceso puede iniciarse alrededor de los 40 años, una edad en la que se comienza a evaluar qué cosas son verdaderamente importantes. La idea es evitar que los herederos se enfrenten a la difícil tarea de ordenar pertenencias tras el fallecimiento de un ser querido.
Un ejercicio de reflexión y desapego
A diferencia de métodos como el de Marie Kondo, que priorizan organizar para liberar espacio, el döstädning implica hacer un inventario de la vida y valorar los objetos que realmente tienen un significado. Esta práctica fomenta un estilo de vida minimalista y permite conectar con los recuerdos más significativos, mientras que invita a dejar ir aquello que solo ocupa espacio físico y emocional. Para quienes desean una vida más ordenada y menos materialista, este proceso puede ser transformador y terapéutico.
Los beneficios para los seres queridos
El döstädning no es solo una práctica personal, sino que se convierte en un acto de generosidad hacia los familiares. Al reducir el número de objetos y dejar claras las intenciones de qué hacer con ellos, se evita que los seres queridos tengan que tomar decisiones difíciles o enfrentar cargas emocionales innecesarias.
Según Magnusson, regalar o donar objetos es una forma de compartir con los demás y aligerar nuestro legado, haciendo que el duelo sea menos complicado y liberando a los herederos de tareas que podrían causar conflictos familiares.
Así, el döstädning se convierte en una filosofía de vida que va más allá del orden, promoviendo una vida más consciente, reflexiva y libre de acumulación innecesaria.