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Descubrimiento extraordinario: unos "científicos locos" lanzaron a unos topos a un volcán y se convirtieron en unos héroes

Lo que comenzó como un experimento poco convencional ha dado lugar a una historia de éxito ecológico que perdura hasta hoy.

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La erupción del Monte Santa Helena en 1980 fue una de las más devastadoras de la historia reciente de Estados Unidos, dejando una huella ecológica tan profunda que parecía casi imposible restaurar el ecosistema. 

El paisaje quedó destruido, el suelo estéril y la vida animal y vegetal quedó severamente afectada. Ante este escenario, un grupo de científicos de la Universidad de California decidió probar una solución poco convencional: liberar topos en el área afectada. Con la esperanza de que estos animales pudieran contribuir al proceso de regeneración. 

Aunque en su momento esta intervención parecía insólita, los resultados fueron sorprendentes, y ahora, más de 40 años después, los efectos de la presencia de los topos en el terreno continúan siendo visibles. 

¿Por qué los científicos decidieron usar topos? 

Después de la erupción, el suelo volcánico parecía incapaz de albergar vida. Con pocas plantas emergiendo de las rocas de piedra pómez, los científicos se dieron cuenta de que necesitaban encontrar una forma rápida de recuperar la biodiversidad en la zona. 

La Universidad de California decidió probar una solución poco convencional: liberar topos en el área afectada. Fuente: freepik.

Así que, en un giro inesperado, optaron por soltar topos, específicamente tuzas, para que cavaran el terreno y desenterraran bacterias y hongos beneficiosos para la regeneración del suelo. 

Esta intervención resultó ser un éxito inesperado. Tras solo un día de actividad de los topos en las parcelas seleccionadas, el área mostró una sorprendente mejora, con 40.000 plantas creciendo en la zona tras seis años de intervención. 

Empezó como un experimento arriesgado, pero terminó salvando un ecosistema

Pasadas cuatro décadas, los efectos positivos de esta intervención siguen siendo evidentes. 

Los hongos micorrícicos, que fueron promovidos por el trabajo de los topos, siguen ayudando al crecimiento de plantas y árboles en la zona afectada. Esto ha demostrado cómo los microbios y los hongos, aunque invisibles, son fundamentales para restaurar el equilibrio ecológico en un ecosistema. 

Empezó como un experimento arriesgado, pero terminó salvando un ecosistema. Fuente: archivo.
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