Crisis en la Casa Real | Intervino el equipo médico de la Corona por la gravedad de los síntomas de Sofía
Entre el desgaste físico, el impacto emocional por el Alzheimer de su hermana Irene de Grecia y las tensiones familiares, la monarquía se enfrenta a un momento crítico mientras Zarzuela toma medidas para lo peor.
En los pasillos del Palacio de la Zarzuela la tensión se siente en el aire. El delicado estado de salud de la reina emérita Sofía ha encendido las alarmas en la Casa Real, sumando un nuevo capítulo a los momentos críticos que atraviesa la monarquía española.
La situación ha escalado en las últimas semanas debido a una combinación de factores que han afectado tanto la salud física como emocional de Sofía. A sus 85 años, la madre del rey Felipe VI se enfrenta a un desgaste notable, agravado por las difíciles circunstancias que rodean a su entorno más cercano, en especial, el deterioro de su hermana Irene de Grecia, diagnosticada con Alzheimer.
La atención médica a la reina emérita se ha intensificado tras varios episodios de caídas y despistes que evidencian un desgaste acelerado. Según fuentes internas, el equipo médico ha redoblado los controles y cuidados ante lo que califican como un estado de salud frágil y que podría complicarse si no se toman medidas drásticas.
Sofía, atrapada entre la enfermedad de su hermana y su propia fragilidad
La relación entre Sofía e Irene siempre ha sido estrecha. Desde que Irene se instaló en España hace décadas, se convirtió en un pilar fundamental no solo para su hermana, sino también para los hijos de esta, Felipe, Elena y Cristina. Sin embargo, el diagnóstico de Alzheimer de Irene hace dos años marcó un punto de inflexión en la dinámica familiar.
Desde entonces, Irene requiere cuidados permanentes, incluyendo asistencia médica las 24 horas. Su estado ha empeorado drásticamente, dejándola en una silla de ruedas y con escasos momentos de lucidez. Este cuadro ha impactado profundamente a Sofía, quien, pese a sus propios problemas de salud, ha intentado estar al lado de su hermana en todo momento, una carga emocional que ahora comienza a pasarle factura.
Un entorno familiar que agrava la crisis
El panorama no es más alentador dentro del núcleo de la familia real. Las relaciones entre los miembros de la Casa Real han estado marcadas por tensiones, distancias y traiciones que han mermado aún más la salud emocional de Sofía.
La reina emérita, durante años consciente de las infidelidades de su esposo, Juan Carlos I, ha tenido que lidiar no solo con su dolor personal, sino también con la aparente indiferencia de sus hijas, las infantas Elena y Cristina, hacia estas humillaciones.
A esto se suman las recientes imágenes publicadas de Juan Carlos celebrando su cumpleaños junto a Marta Gayá, su conocida amante, lo que ha reavivado viejas heridas. La presencia de Gayá no solo simboliza un recordatorio del abandono sentimental de su esposo, sino que también pone en evidencia la soledad emocional que ha acompañado a Sofía en sus últimos años.
La incertidumbre de la monarquía ante lo peor
Ante este complejo panorama, las miradas están puestas en el futuro inmediato de Sofía y la estabilidad de la monarquía. Fuentes cercanas a Zarzuela aseguran que Felipe VI y sus hermanas mantienen conversaciones sobre cómo gestionar la situación de Irene sin poner en riesgo la salud de su madre.
Especialistas médicos han advertido que, de no tomarse las medidas adecuadas, el deterioro de Sofía podría acelerarse significativamente. Sin embargo, encontrar un equilibrio entre las necesidades de Irene y el bienestar de Sofía se presenta como un desafío monumental.
Mientras tanto, la Casa Real se prepara para lo peor, con un equipo médico alerta y decisiones difíciles por delante. Lo que está claro es que, tras años de sacrificio y servicio a la Corona, la reina emérita Sofía enfrenta ahora el mayor desafío de su vida: cuidar de los suyos mientras intenta mantener su propia salud a flote.