Alerta sobre el queso curado: ¿se puede seguir consumiendo, según reconocido nutricionista?
Descubre qué dice un experto sobre el consumo de queso curado y sus efectos en la salud.
El queso es uno de los alimentos más queridos en España, un país con más de 25 denominaciones de origen que demuestran su rica tradición quesera. Sin embargo, a menudo lo eliminamos de nuestra dieta al intentar perder peso, creyendo que arruinará nuestros esfuerzos. Pablo Ojeda, un reconocido nutricionista, ha decidido abordar y desmentir algunos de estos mitos populares.
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Beneficios y mitos del queso
Pablo Ojeda reconoce que el queso tiene un alto contenido graso, pero resalta que muchas de estas grasas son saludables para el corazón. Los quesos frescos, como el de Burgos, tienen menos grasa en comparación con otros tipos, con un contenido aproximado del 20%. Sin embargo, Ojeda subraya que no es necesario eliminar el queso de la dieta, ya que es una excelente fuente de proteínas de alta calidad.
En su intervención en el programa de radio Las mañanas Kiss, Ojeda explicó que la proteína del suero de leche presente en el queso es una de las mejores disponibles. Esta proteína es la misma que se encuentra en muchos suplementos alimenticios utilizados para mejorar el rendimiento físico. No obstante, el contenido graso del queso varía según su tipo y grado de curación, siendo los quesos curados los que contienen hasta un 50% de grasa.
Consumo responsable y salud
Los quesos curados, aunque más grasos, pueden consumirse de manera responsable. Ojeda sugiere limitar la ingesta a unas tres pequeñas cuñas al día para evitar un aumento de peso. Además, los quesos curados pueden ser más fáciles de digerir para las personas sensibles a la lactosa, ya que contienen menos de este azúcar presente en la leche.
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Otra consideración es la sensibilidad a las histaminas. Ojeda advierte que los quesos azules y muy curados no son recomendables para quienes tienen alta sensibilidad a estas sustancias, ya que pueden provocar reacciones alérgicas. Por otro lado, la leche y los quesos de cabra suelen ser mejor tolerados por tener menor cantidad de lactosa.
Por todo esto, el queso puede seguir siendo parte de una dieta balanceada si se consume con moderación y se eligen los tipos adecuados según las necesidades individuales de cada persona.