Adiós al mito: el azúcar no hace a los niños hiperactivos, pero igual es pésima para la salud
Los estudios demuestran que el azúcar no genera hiperactividad, aunque sigue representando riesgos importantes para la salud.
Diversos estudios han demostrado que el consumo de azúcar no genera hiperactividad en los niños, pero los riesgos asociados con su ingesta excesiva siguen presentes.
Durante décadas, el mito de que el azúcar provoca hiperactividad en los niños ha persistido en la cultura popular y en las recomendaciones de padres y maestros.
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La idea de que una dosis generosa de golosinas convierte a los pequeños en "baterías humanas" ha sido transmitida como un hecho. Sin embargo, investigaciones científicas han demostrado que esta creencia carece de base sólida.
Desmontando el mito de la hiperactividad en niños provocada por el azúcar
Un análisis de 12 estudios controlados y doble ciego, realizado en 1996, no encontró evidencia que sustentara la noción de que el azúcar cause hiperactividad, incluso en niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Otro estudio notable mostró que los efectos que los padres atribuían al azúcar eran, en su mayoría, perceptivos: aquellos que pensaban que sus hijos habían consumido azúcar, aunque en realidad no lo habían hecho, tendían a evaluar su comportamiento como hiperactivo.
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Esta evidencia se corrobora con otra investigación que analizó 23 estudios similares y halló que, en condiciones controladas, las diferencias de comportamiento atribuibles al consumo de azúcar simplemente desaparecen.
El azúcar y su impacto en la salud
Aunque el azúcar no genera directamente hiperactividad, esto no significa que su consumo sea inofensivo. Una dieta alta en azúcar puede causar problemas de salud como caries, obesidad y un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Además, el consumo excesivo de refrescos azucarados ha sido vinculado con problemas de comportamiento en los niños, aunque las razones exactas aún no están claras. Por esta razón, se recomienda moderar su consumo y priorizar una dieta equilibrada.
Este mito sobre el azúcar es un claro ejemplo de cómo las creencias populares pueden persistir en el tiempo incluso cuando las evidencias científicas las refutan. Se trata de una lección importante para padres, educadores y profesionales de la salud al abordar de forma precisa los riesgos reales que representa el consumo excesivo de azúcar.