Benegas Lynch (h): la histórica entrevista en la que, hace 41 años, el "máximo prócer de la Libertad" profetizó a Milei
En el primer número de Apertura, Marcelo Longobardi, cofundador de la revista, hizo una entrevista con Alberto Benegas Lynch (h) que tiene plena vigencia hoy. Analizaba a la Argentina de hace 41 años pero bien podría ser la actual. Las frases que, en retrospectiva, profetizaron al fenómeno Milei
-Sin la menor duda liberal se ha convertido en una palabra de moda. Todos opinamos sobre los Iiberales y sobre el liberalismo pero de maneras muy contradictoria ¿qué significa ser liberal?
-El liberal es el partidario de la libertad en el contexto de las relaciones sociales, lo cual contiene ingredientes morales básicos y de dignidad del ser humano Según la clásica definición aristotélica, el hombre es un animal racional. El atributo de racionalidad sirve como elemento cognitivo y de evaluación lo que permite seleccionar entre distintas variantes de acción. Si el hombre es obligado a actuar en direcciones distintas de las que él libremente hubiera elegido, de hecho, se le está amputando su facultad racional convirtiéndolo, a los efectos prácticos, en simple animal. La libertad implica liberar al máximo la capacidad creativa de cada uno. Sólo en un clima de libertad tiene sentido hablar de la moralidad o de la inmoralidad de los actos de cada uno y sólo en una sociedad libre cobra sentido la responsabilidad individual.
Por otra parte, en una sociedad liberal le está vedado al hombre lesionar derechos de terceros, es decir, está proscripto el libertinaje. En el campo económico, el mercado libre significa que el individuo que desea incrementar su patrimonio personal debe mejorar la condición social de su prójimo, ya sea vendiendo tallarines o equipos electrónicos. Demás está decir que ésto no tiene la menor relación con los sistemas feudales y corporativistas en que estamos acostumbrados a vivir donde muchos empresarios se acercan al ministro de turno para conseguir prebendas, favores y privilegios, lo cual implica la pretensión de sacar tajada a expensas del prójimo, se trate de exenciones fiscales, protecciones arancelarias o subsidios de diversa naturaleza.
Es imposible que funcione normal y armónicamente una sociedad en la que todos pretenden vivir a expensas de los demás puesto que cuando decimos que el Estado debe hacer tal o cual cosa, en definitiva, estamos diciendo que los demás se deben hacer cargo.
Usted acaba de decir mercado libre sin embargo, ha habido gente que propone la existencia del mercado pero que no sea libre
-Esto constituye un dislate manifiesto. El mercado es un proceso por el cual se pone de relevo la estructura valorativa a través del sistema de precios. El precio implica propiedad privada, en el sentido de sus atributos esenciales de uso y disposición. Si el gobierno pretende establecer precios, estos dejan de convertirse en guías y señales de mercado y se transforman en simples números, impuestos por la autoridad del momento que no reflejan la estructura valorativa del mercado. En otras palabras, donde no hay precios libres, no hay mercado libre ni propiedad privada.
En esta situación resulta imposible el cálculo económico y la evaluación de proyectos y la misma contabilidad carecen de sentido. En este supuesto, no podríamos responder si conviene hacer los mismos de oro o de pavimento, o si le construcción debe hacerse con platino o con otro material puesto que donde no hay precios resulta imposible la asignación racional de recursos. En resumen, hacer referencia al mercado no libre es lo mismo que hablar de un círculo cuadrado.
-Muchos políticos argentinos reclaman constantemente el regreso a la Constitución ¿qué significa, concretamente, volver a la Constitución?
-Una Constitución implica una valla Infranqueable al abuso del poder, Implica el resguardo a los derechos individuales. Esta es el alma de la teoría constitucional. Por ello, no es técnicamente correcto referirse a la "Constitución" de la Unión Soviética o de Cuba, puesto que en estos países no existe el Estado de Derecho. La esencia de nuestra Constitución está consagrada en el primer capítulo de Declaraciones Derechos y Garantías. El resto de la Constitución se refiere al mecanismo para preservar el aspecto esencial. Sin embargo, muchos de los que hablan de retomar a la Constitución se refiere exclusivamente al proceso electoral y a la existencia de un parlamento aunque sistemáticamente se vulnere la parte esencial de la Constitución, lo cual, demás está decir Implica una parodia y no un régimen genuinamente constitucional.
"Es imposible que una sociedad en la que todos pretenden vivir a expensas de los demás funcione".
Hace más de cuatro décadas que nuestra Constitución no se cumple. Volver a la Constitución implica el establecimiento de un régimen liberal. Esto último resulta claro no solamente de la lectura de muestra Carta Magna sino de los debates de los constituyentes y del análisis de los antecedentes constitucionales. Resulta de gran Importancia, a estos efectos, estudiar los escritos del máximo artífice de nuestra Constitución, Juan Bautista Alberdi. En este sentido resulta especialmente interesante la lectura de su "Sistema rentístico según la Constitución de 1853".
-Es muy común que a los liberales en economía se los acuse de no ser liberales en política ¿cuál es, para usted el verdadero concepto de democracia?
-Política es el arte de gobernar. Gobierno es el aparato de compulsión y coerción para proteger los derechos individuales. El buen político, por tanto, es el que más eficientemente protege los derechos individuales. Esta concepción es inseparable de la libertad económica. Carece de sentido la libertad económica sin la existencia de derechos individuales.
La libertad es un concepto Indivisible. Sin embargo, no debemos confundir el político con el politicastro. Este último es aquél que desea mantenerse en el poder independientemente de los medios a que recurra para lograr aquel fin. De aquí precisamente surge la demagogia, diametralmente opuesta a la democracia, que es un forma de gobierno cuya parte esencial está constituido por la obligación de los gobernantes de respetar y garantizar los derechos de los gobernados y su parte mecánica, formal, accesoria o secundaria son las mayorías o primeras minorías.
La democracia es una forma de vida que implica tolerancia con todo, menos con la intolerancia la cual está constituida por aquellos que proponen la lesión de derechos de terceros, es decir, el espíritu totalitario. De la misma manera la democracia necesariamente implica respeto, lo cual no significa abrir los diques de contención para aquellas posturas que sistemáticamente pregonan la falta de respeto a través de lesiones al derecho, la justicia y la misma libertad.
La Constitución de una República, su Código Civil y su Código Penal implican la proscripción del delito y de todo aquello que vulnere la República, lo cual no cambia por el hecho de tener más o menos votos. Esto en modo alguno significa automarginaciones "ad hominem". Se trata, en cambio, de que en un régimen democrático donde actúan partidos políticos y no facciones que se traducen en que la letra o el espíritu de sus "programas" pretenden lesionar el Estado de Derecho. Este es el llamado "límite al disenso", si es que en verdad se cree en un régimen democrático y no simplemente en la "ruleta rusa" o en el "harakiri colectivo" donde el que mejor explota la ignorancia ajena y más desatinos proponga en una campaña electoral accede al poder. Los estándares morales de tal sistema están condenados a desaparecer.
Si usted me permite, quisiera leerle una frase de Cicerón, aquel republicano extraordinario que en el Prólogo al Segundo Discurso contra Catalina dijo que: «Durante mucho tiempo nos hemos estado diciendo a nosotros mismos: la intolerancia para con las convicciones políticas de otros es un procedimiento bárbaro que no se debe ser tolerado en un país civilizado, ¿nosotros somos un país libre? ¿Es que se le va a negar a un hombre el derecho de hablar, cuando las leyes garantizan ese derecho? ¡Pero yo digo que la libertad significa la libertad para aprovecharse de las leyes con intención de destruirlas! No es libertad que permita que el caballo de Troya sea metido dentro de nuestros muros y que los que viven dentro sean oídos con el pretexto de la tolerancia hacia los puntos de vista de los demás. El que no está con Roma, sus leyes y su libertad, está en contra de Roma".
-¿Es posible practicar plenamente el sistema liberal en un país como el nuestro?
-Cuanto más difícil es la situación de una Nación más necesario se hace recurrir al sentido común. En La medida en que la República Argentina tendió a adoptar los principios liberales antes de la década del 40, obtuvo consecuencias extraordinarias. El salario en términos reales del peón rural y del obrero de la Incipiente industria era superior al de Francia, Alemania, España e Italia. De allí la notable inmigración que en algunos períodos duplicaba la población cada diez años. La moneda argentina era una de las más sólidas del mundo. La tasa industrial era la segunda del orbe (los Talleres Vanesa con más de dos mil obreros, Alpargatas, La Compañía General de Fósforos, el Banco Italia, la creación de la misma Unión Industrial, etc, son anteriores a la década del 40). Estábamos encaminados a ser la potencia rectora del mundo libre hasta que nos decidimos por el fascismo, el colectivismo, el nacional socialismo, y luego por estatismo pregonado por la CEPAL.
-¿Los problemas de la Argentina están en la naturaleza de las personas o en la naturaleza del sistema?
-En la pregunta se insinúa la respuesta. Cuando hoy se habla de la industria argentina ineficiente no se hace referencia a los empresarios, funcionarios y obreros. La causa está en el sistema intervencionista, socializante y estatista que hemos debido soportar. Este sistema aplicado a cualquier país industrial de avanzada lo hubiera convertido rápidamente, en un país subdesarrollado. Debe notarse que el progreso no depende de la cantidad de recursos naturales de que se dispone, sino de la inteligencia en adoptar políticas que permitan aprovechar al máximo la energía creadora de la comunidad.
-Para algunos políticos y economistas el liberalismo económico fracasó en la Argentina en este Proceso.
-Esta tesis solo puede mantenerse por dos motivos: ignorancia, supina o mala fe. Como es de público conocimiento, el liberalismo económico es partidario de tener un gobierno fuerte para su función específica de proteger los derechos individuales y, por ende, proponer que el Estado transfiera y libere los valiosos recursos humanos y materiales esterilizados en actividades que no son propias de un gobierno republicano.
Cualquiera que se interese por el tema sabe que el gasto público no sólo no se ha reducido drásticamente, sino que se ha incrementado en el periodo en cuestión y, por lo tanto, se han incrementado los canales de financiación, presión tributaria, expansión monetaria y endeudamiento interno y externo. Dejando de lado las intenciones y los esfuerzos realizados, los resultados revelan que no se ha cumplido el postulado esencial que en el plano económico definió el Proceso en el Segundo Punto del Primer Anexo de Las Bases, que justificaron la intervención de las Fuerzas Armadas, el cual reza textualmente revertir "la política estatizante".
-¿Por qué no se puede privatizar las empresas que están hoy en manos del Estado? ¿No será que no se quiere?
-El problema de la empresa estatal radica en el momento mismo que se constituye, ya que implica una mala asignación de recursos, desde las áreas preferidas por la gente hacia las preferidas por el gobernante del momento. Si, además, la empresa estatal presta malos servicios, es monopólica y deficitaria, la situación no puede ser peor. Pero aunque la empresa estatal mostrara un superávit (efectuado correctamente en los análisis contables), debemos preguntarnos el porqué de aquel superávit. ¿No estarán las tarifas demasiado altas?
La única manera de saber cuál debe ser el nivel de las tarifas es que la empresa opere en el mercado, y esto implica actuar fuera de la órbita política. Por eso es que resulta una contradicción, resulta un contrasentido cuando algún interventor de la empresa estatal afirma que la quiere hacer competitiva. Para hacerla competitiva hay que ponerla en competencia y para ello actuar en el mercado. Para privatizar resulta esencial que no se pretenda establecer condiciones en cuanto a la base, en cuanto a discontinuar tal o cual línea de producción, en cuanto a la política de personal, etc. El mercado establecerá si la empresa se debe contraer, si se debe expandir, si se debe revender como chatarra, etc.
De lo que se trata es que en la Argentina se obtengan los mejores servicios con la mejor tecnología y el mejor precio posible de todas las alternativas que existen en el mundo. Cuanto más estratégico, más de seguridad y más vital sea un sector, más razón para que funcione bien. Si la empresa muestra un patrimonio neto negativo, en lugar de entrar en liquidación, el Estado -léase los contribuyentes- deben hacerse cargo de la porción del pasivo necesario hasta que aparezcan compradores.
Me explayo más sobre la metodología en un trabajo que presenté el año pasado en la asociación internacional Mont Pelerin Society, titulado "El Ejemplo del Absurdo: el caso de las empresas estatales". Desde luego que, no se trata solamente de privatizar empresas estatales para cumplir con aquello que Alberdi reiteradamente ha señalado en el sentido de que "el gobierno no es para ser de comerciante, industrial, agricultor o banquero, sino para hacer Justicia". Se trata también de eliminar Ministerios, Secretarías, Direcciones y Organismos que no son compatibles con el Estado de Derecho. Al analizar el presupuesto, observamos el problema moral subyacente, las partidas para funciones específicas del gobierno resultan accesorias comparadas con el drenaje de recursos que implican las tareas gubernamentales, incompatibles con nuestra Constitución.
Considero indispensable, -una vez que el poder político ha aprobado un programa económico en lo fiscal, monetario, laboral, de seguridad social y de comercio exterior- contratar asesores jurídicos a los efectos de proponer todas las reformas legislativas necesarias para lograr las metas establecidas. De lo contrario, una vez que se aceptan razones burocráticas del decreto, tal barra o el artículo, tal inciso, cual el funcionario entra en tirabuzón y resulta imposible lograr los objetivos con la necesaria rapidez y energía.
"El buen político es el que más eficientemente protege los derechos individuales".
-Usted mencionó el tema de la seguridad social, concretamente, ¿qué haría con respecto a las jubilaciones?
-Resulta un espectáculo vergonzoso el observar personas de edad haciendo colas para recibir mendrugos jubilatorios. Cualquiera que sepa algo de matemáticas financieras y calcula los mismos aportes en el mismo tiempo, puestos a interés, compuestos con probar que hay diferencias astronómicas con respecto a lo que reciben los jubilados. Una medida indispensable a la que me referí en noviembre del año pasado, en mi conferencia en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires cuando propuse un programa económico, es precisamente la de privatizar las cajas jubilatorias. El Estado, desde luego, se hacía cargo del pasivo, pero a partir del momento en que se pone en vigencia el nuevo programa, se permitiría que los miembros de la clase activa elijan la compañía que consideren les prestará los mejores servicios. No hay fundamento moral, jurídico ni económico para rogarse la facultad de disponer del fruto del trabajo ajeno.
-La "justicia social" es la gran bandera justicialista. El premio Nobel de Economía Friedrich von Hayek, quien escribió el prólogo de su libro "Fundamentos de Análisis económico", dice que este tipo de justicia es imposible, puesto que nadie puede imponerla sin cometer, a su vez, una injusticia. ¿Usted coincide con esta opinión?
-La Justicia, según la célebre definición de Ulpiano, es dar a cada uno lo suyo. Aristóteles, a los efectos didácticos, dividía la Justicia en justicia general y justicia particular. La justicia general, según esta definición, establece la relación entre las partes y el todo, como es el pago de impuestos. La justicia particular, a su turno, se subdivide en conmutativa y distributiva. La conmutativa se refiere a las relaciones entre partes, como son los contratos, mientras que la justicia distributiva hace referencia a la relación del todo con las partes, como son los honores rendidos al prócer o a los castigos que corresponden al delincuente.
Por su parte la justicia social tiene dos sentidos. El primero constituye una redundancia, ya que la justicia no puede ser vegetal, pero la idea es del todo compatible con la definición de Ulpiano. La segunda acepción, muy difundida por cierto, significa "sacar a unos lo que les pertenece para dar a otros lo que no les pertenece", lo cual es antiético a la justicia misma. Esto está íntimamente vinculado con la noción de derecho y pseudoderecho, todo implica una obligación, usted tiene el derecho de usar y disponer del saco que tiene puesto, lo cual implica que los demás tenemos la obligación de respetar ese derecho. Sin embargo si yo digo que tengo "derecho" a una motocicleta que no poseo, significa en verdad un pseudoderecho, puesto que algún otro tendría la obligación de darme esa motocicleta, con lo cual se habría lesionado el derecho de esa tercera persona.
Este tema está emparentado con el llamado "abuso del derecho", lo cual implica una contradicción en términos opuestos, que una acción no puede al mismo tiempo ser conforme y contradictoria al derecho.
-Concretándonos al Proceso, ¿qué ha sucedido con la tasa de interés?
-Si consumimos todo hoy, nos morimos mañana por inanición. Si nos abstenemos de consumir la totalidad, nos morimos hoy por inanición. La relación consumo presente, consumo futuro, es lo que muestra la tasa de interés. En este Proceso se ha insistido hasta el cansancio que la tasa de interés debe reflejar la estructura del mercado, debe sincerarse. Sin embargo, la tasa de interés ha estado influenciada principalmente por cinco elementos. Las tristemente célebres empresas estatales compitiendo en la plaza financiera por fondos, las letras de tesorería, redescuentos, manipuleos en el efectivo mínimo y un tipo de cambio artificial donde se subvalúa la divisa extranjera en términos de la local. Esto último exige una tasa real más elevada que la internacional para mantener colocaciones en términos de la moneda local.
Estos cinco ingredientes no tienen nada que ver con la economía de mercado, son manifestaciones de la injerencia gubernamental, lo cual ha producido gravísimos trastornos en el aparato productivo. Huelga decir que esto no lo resuelve. Una preconcebida tasa real negativa, sino una tasa libre.
-Muy resumidamente, ¿qué efectos considera que traerá aparejado el actual programa económico?
-Me he referido en diversas oportunidades a este programa públicamente en forma detallada. A modo de resumen, debe señalarse que implica intensificar la casuística del dirigismo. Afectará el volumen del ahorro a través de las tasas controladas, aumentará la inflación a través del nuevo sistema de préstamos básicos, el rescate de los VANA y créditos hipotecarios, las facilidades, regímenes especiales, refinanciaciones, adelantos del Banco Central a las empresas estatales y al seguro oficial. La asignación del crédito estará en gran medida en la órbita política y queda incomunicada de la relación préstamos-depósitos, todo lo cual dañará severamente la ya maltrecha estructura productiva y se implementarán nuevos controles con la intención de disimular consecuencias en lugar de atacar la causa del mal. He propuesto una reforma financiera de fondo en mi trabajo, "Recapitulación de una Reforma Monetaria y Bancaria para Erradicar la Inflación" que publicó la Fundación del Banco Comercial del Norte.
-¿Es usted optimista respecto del futuro argentino?
-Soy muy optimista. El progreso en el campo de las ideas es notable, lo cual constituye el primer paso para llevar a la práctica la profunda revolución que requiere y se merece nuestro país. Mi optimismo se funda en lo que vulgarmente se ha dado en llamar el cambio de mentalidad. Hoy es posible discutir temas que hasta hace muy poco tiempo era imposible considerarlos serenamente, puesto que eran tabú. El clima en recintos universitarios, centros de estudios, militares y otras manifestaciones de futuros dirigentes resultan especialmente estimulantes por el notable cambio intelectual que se está llevando a cabo. La gente, y muy especialmente los jóvenes, están hartos de que se les repitan los mismos mitos y prejuicios de las últimas cuatro décadas. Los reclamos por conferencias, mesas redondas y "charlas" demuestran interés en volver a la fuente y contar con argumentos serios para oponerse a todos aquellos que pretenden constituirse en rectores de la vida y los recursos de los demás. La labor y el entusiasmo que ustedes demuestran con esta revista constituye uno de los buenos ejemplos de lo que estoy señalando.
-Por último, ¿es compatible el liberalismo y la economía de mercado con el cristianismo? ¿Se puede ser cristiano y socialista?
-El premio y el castigo eternos carecen de significado sin libertad. Moral y responsabilidad individual son elementos fundamentales del cristianismo, lo cual, como ya hemos apuntado, pierden todo contenido sin libertad. Cristo fue un mártir de la libertad crucificado, entre otras muchas cosas, por la concepción corrupta de la democracia, cuando la mayoría eligió que lo suelten a Barrabás. Es importante no confundir las acepciones del liberalismo con la Proposición ochenta del Syllabus y el espíritu rousseauniano. Como el tiempo se nos agota en este sentido, recomiendo la lectura de mi trabajo "Algunas Reflexiones sobre el Liberalismo y el Cristianismo" publicado en Buenos Aires por la Fundación Carlos Pellegrini y que acaba de ser reproducido en México por el Instituto para la Integración Iberoamericana. Solo quiero agregar respecto del socialismo, la conocida sentencia de su santidad Pío XI: "Socialismo religioso y socialismo cristiano son términos contradictorios, nadie puede al mismo tiempo ser buen católico y socialista verdadero".
(Entrevista originalmente publicada en el número 1 de APERTURA, enero de 1983; reproducida en la edición 366, correspondiente a junio de 2024).
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