Por mayoría

La Corte rechazó la licencia que pidió Ariel Lijo: el juez nombrado por Milei votó en contra

El máximo tribunal decidió no otorgarle la licencia que el juez federal pidió para asumir como cortesano. La trastienda detrás de este nuevo escenario.

La Corte Suprema resolvió no habilitar la licencia extraordinaria que solicitó Ariel Lijo a los fines de poder asumir como juez del máximo tribunal y sin tener que renunciar al juzgado que ostenta en Comodoro Py. Fue por tres votos contra uno, es decir, decisión mayoritaria. Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Manuel García-Mansilla (el otro juez nombrado por decreto por Javier Milei) votaron en contra y Ricardo Lorenzetti fue el único que votó a favor.

El Acuerdo de Ministros se dio esta mañana en el cuarto piso del Palacio de Tribunales. Esta cuestión es la única que le impide a Lijo a que se le habilite su jura y así convertirse en el quinto integrante de la Corte Suprema. Si quiere asumir, debe renunciar a su juzgado. O al menos eso es lo que esgrimen quienes se opusieron a su licencia.

Y es que, por lo que pudo saber El Cronista, el mismo Lijo le hizo saber a la Corte que no va a renunciar a su juzgado y que va a esperar el trámite de su pliego en el Senado. Esto le aseguraría entrar al máximo tribunal de manera vitalicia, lo que permitiría asegurarse su sostenibilidad en el tiempo. Solo así podría renunciar a su titularidad en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 4.

El juez federal buscaba forzar la licencia porque las condiciones de su nombramiento y de su sostenibilidad en el tiempo son precarias: el decreto de designación que firmó Javier Milei lo coloca como juez hasta el 30 de noviembre de 2025, cuando terminen las sesiones ordinarias. Sin la venia del Congreso, Milei debía prorrogarlo por decreto, pero siempre con la posibilidad de ser rechazado por la vía legislativa.

La nueva conformación de la Corte Suprema de Justicia, a la espera de la jura de Ariel Lijo

Ahora mismo, todo depende del proceso que sigue pendiente en el Senado. Antes del escándalo de LIBRA, el juez federal decía que tenía los votos para su aprobación. Ahora el escenario es más pantanoso y tiene matices; el peronismo se muestra menos propenso a colaborar con el oficialismo libertario y es solo Lijo quien está buscando las adhesiones.

El Gobierno no retiró el pliego de Lijo del Senado, que consiguió las nueve firmas de la Comisión de Acuerdos y que permite que pueda ser tratado en cualquier momento.

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El jueves pasado, cuando se celebró la última reunión de la Corte, tanto Horacio Rosatti como Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti decidieron tomarle juramento como ministro al catedrático Manuel García Mansilla, otro de los abogados nombrados por decreto por el Poder Ejecutivo. Lijo no tuvo la misma suerte. Se decidió esperar una semana más para expedirse sobre la licencia que la Cámara Federal le había aceptado un día atrás.

Tal y como adelantó El Cronista esta mañana, era casi un secreto a voces de que la Corte Suprema no le concedería la licencia extraordinaria.

Y es que no estaban los votos: en principio, tanto Rosatti como Rosenkrantz, presidente y vicepresidente del tribunal, afirman que conceder la licencia extraordinaria para que alguien del poder judicial pueda tomar un cargo superior del mismo ámbito tendría amplias repercusiones.

"Esto impacta en los más de 25.000 puestos que hay al día de hoy en el Poder Judicial. En caso de aceptarse sería un leading case que afectaría al esquema jerárquico de la Justicia. Es normal que se pueda tomar una licencia si asume en otro poder del Estado o tiene otra obligación, pero no sería correcto que sea para un cargo superior en el Poder Judicial", afirmó una fuente a El Cronista.

El juez nombrado por decreto por Javier Milei, Ariel Lijo

Dado que Lorenzetti fue uno de los principales impulsores de Lijo, se deducía que votaría en favor de que aplique -para este caso- una licencia. Pero menos conocido era lo que iba a hacer, Manuel García-Mansilla, quien Milei designó por decreto una semana atrás junto al mismo Lijo. Por el momento no se dio una explicación de cuáles fueron sus razones.

La resolución de este caso es un ejemplo de "superintendencia judicial". Es decir, asuntos que refieren a cuestiones administrativas, de recursos humanos, infraestructura, entre otros. El presidente del Máximo Tribunal no tiene doble voto, ni tampoco se convoca a conjueces si hay empate. Estas cuestiones son solo resueltas por los jueces de la Corte.

Si había empate, la discusión se iba a prorrogar, por eso, muchos aludían a que si se llegaba a este escenario se iba a aplicar la habitual "cronoterapia" de la Corte. Que no es más ni menos que aplazar la discusión por tiempo indefinido.

Quienes conocen de los pasillos tribunalicios afirman que, de cualquier manera, "la ansiedad porque Lijo sea juez de la Corte la tienen otros". Apuntaban a la Casa Rosada y a otros factores de poder, alegando a que se producirán más interrogantes de carácter político que judicial.

A diferencia del optimismo típico que suelen expresar en Casa Rosada, ayer el clima era de cautela y prudencia. "Hay jurisprudencia que nos debería servir para este caso", decía resignado una de las principales terminales libertarias en el ámbito judicial. Otra alta fuente de Presidencia habló ayer sobre esta temática y se limitaba a decir que "define la Corte".

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