OpiniónExclusivo Members

Una espiral inflacionaria con final abierto

El dólar sube y por momentos está descontrolado, los precios de los bonos y las acciones no dejan de caer y la inflación, que tiene una leve tendencia hacia la baja en estos días, según el Ministerio de Economía. Es una espada de Damocles que en cualquier momento se pude desbocar ante la amenaza de la dolarización.

Los argentinos, que de estos temas conocemos mucho, nos preguntamos a diario como puede terminar esta película, y miramos al pasado para ver si hubo algún episodio parecido y analizar como terminó. Sin duda que nuestro olfato nos dice que esto va a terminar en algún tipo de crisis. Sergio Massa complica todo con el 'plan platita' mientras que Javier Milei lo hace pregonando un dólar súper alto para dolarizar, lo que le echa leña al fuego al tipo de cambio y a la inflación.

Si miramos en el espejo de la historia y comparamos la situación actual con otras coyunturas descubrimos que vivimos una situación única. Por ejemplo, tiene muy poco en común con las condiciones que llevaron a la crisis del 2001, seguramente la peor de nuestra historia, porque no hay corrida de depósitos (ni en pesos ni en dólares) y no se espera que haya una, no hay razones para una pesificación y a pesar de los agoreros del default que gritan a diestra y siniestra que la deuda es impagable, no haría falta una restructuración. Sólo ocurrirá si hay mala praxis. En otras palabras, no parece una crisis macro-financiera que tenga efectos devastadores sobre el crédito como la del 2001.

Se está creando el terreno para un Rodrigacito

Tampoco se parece a las condiciones que precedieron a la crisis de 1983, que también terminó en una crisis macro-financiera, porque esa fue una crisis internacional en la que toda la región entró en default. Esa crisis fue disparada por la brutal suba de las tasas de interés en Estados Unidos (la Fed Funds llegó a 18%) en la que los precios de las commodities estaban por el subsuelo. Además, el déficit fiscal estaba fuera de control y el impuesto inflacionario era por lo menos del doble de lo que es hoy.

La situación actual tiene más similitudes con el final del gobierno de Cristina Kirchner y el comienzo del gobierno de Mauricio Macri, con algunos toques del Rodrigazo y con riesgos de una aceleración inflacionaria como a principios y a fines de los años '80.

Una comparación entre estos dos momentos muestra que en algunos aspectos estamos mejor y en otros peor que en 2015, con lo cual los riesgos van a ser diferentes. En particular, en el 2015 era peor la magnitud del atraso cambiario respecto del promedio de largo plazo con lo cual todo indicaba que hacía falta una devaluación más grande que hoy del tipo de cambio comercial. También el atraso tarifario era mucho mayor, ya que las tarifas cubrían sólo el 10% de los costos mientras que hoy cubren alrededor del 50%. Al mismo tiempo el tamaño del déficit fiscal primario era casi el doble del actual, y rondaba el 5% del PBI.

Y se dio el cisne gris: ¿es viable el plan económico de Milei?

Por otro lado, en el 2015 la brecha cambiaria era mucho más baja que hoy (45% contra más del 100% en la actualidad), la deuda era mucho más chica en relación al PBI y el salario real era más alto.

Pero la gran diferencia la encontramos en dos áreas críticas. Por un lado, las cuentas externas están mucho peor, especialmente porque en el 2015 el banco central tenía unos u$s 3000 millones de reservas netas (que parecía un número tremendamente bajo) mientras que hoy las reservas son negativas en casi u$s 6000 millones. O sea que el banco central tiene deudas en lugar de dólares y sigue gastando y girando más en descubierto. Además, acumula deudas con los importadores, que en el 2015 fueron unos u$s 6000 millones y hoy superan ampliamente los u$s 15.000 millones. Esto es economía se llama crisis de balanza de pagos y generalmente termina en devaluación.

La falta de reservas y el atraso cambiario han llevado a un cepo extremadamente severo, más fuerte que en el 2015. La consecuencia es que ha surgido una brecha enorme, que supera ampliamente el 100% entre los tipos de cambio oficial y paralelo, lo que indica a las claras que el tipo de cambio oficial es insostenible.

¿Desapareció el miedo a una inflación sin control?

La segunda gran diferencia, es que la inflación hoy es seis veces más alta que en el 2015. En este contexto una suba del tipo de cambio o de las tarifas o de otros precios regulados como la nafta o la medicina prepaga pueden llevar a una espiral inflacionaria con final abierto.

En situaciones normales una devaluación tiene un traspaso a precios del orden del 30%. Eso fue así en la famosa devaluación de Juan Carlos Fábrega de enero de 2014, o cuando el gobierno de Macri unificó el tipo de cambio en diciembre de 2015. El problema, es que muchas veces una devaluación lleva a un salto permanente en la inflación. El riesgo en el 2015 era acotado, porque la inflación andaba a 25% por año y en ese episodio subió al 38% en 2016 para luego bajar nuevamente al 25%. Ahora la inflación 'anda' al 150%, con lo cual el riesgo es mucho más alto. Imaginen la diferencia que puede haber en un accidente dependiendo de si el auto anda a 25km por hora o a 150 km.

En gran medida la crisis del 2015 (que mucho ni llaman crisis) fue esencialmente una crisis cambiaria, que obviamente tuvo impacto en la inflación (que subió) y en el nivel de actividad (que cayó), pero no la caracterizaríamos como una crisis financiera porque no llevó a una restructuración de la deuda y tampoco tuvo impacto en el sistema financiero que siguió funcionando con normalidad.

Si hubiera un buen manejo de la próxima crisis el desenlace podría ser parecido al 2016. Pero no hay que descartar los riesgos que pueden surgir de una mala praxis y/o la búsqueda de soluciones mesiánicas nos lleve por un mal camino.

Temas relacionados
Más noticias de dólar
Noticias de tu interés

Compartí tus comentarios

¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.