Nada de nosotros sin nosotros, ¿discapacidad será agenda?
Mediante unas preguntas que realicé a 64 personas, 47 respondieron no haber leído nunca la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, 9 lo hicieron parcialmente, y sólo 8 sí la leyeron. Algo que nos debería llamar la atención, ya que estamos hablando de 1.200 millones de personas en el mundo que cuentan con algún tipo de discapacidad, y probablemente conocés, tenés o tendrás algún familiar con dicha problemática. Si no conocemos los derechos, no sabemos de qué estamos hablando, pudiendo poner en riesgo el respeto y ejercicio de ellos.
Por ende, expandámonos a la vida, viajemos en la máquina del tiempo del alma, donde todo lo podemos modificar, y detengámonos por un momento en el año 1948, el 10 de diciembre, en París, donde diversos representantes del mundo establecen un documento como bandera, amparados en ley. Allí nace la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con el objetivo de promover y proteger aquellos derechos fundamentales de la vida. Sin embargo, si avanzamos en nuestra máquina del tiempo, podemos contemplar cómo los derechos se pisan, desdibujan e ignoran. Por ese motivo, un 13 de diciembre, pero del año 2006, se aprueba la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, mediante resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas. No citaré ninguno de los artículos, solo me adentraré en ellos con la realidad que afecta a nuestro país, y por qué no, tal vez algún otro Estado.
Es necesaria la cooperación de todos para que cada niño/a, adolescente, adulto, anciano, pueda reconocer, acceder, además de contar con los apoyos necesarios en el caso que no pudiese por sí mismo, y apropiarse de estos derechos básicos de la vida, en donde la salud deje de ser un martirio y cuenten con lo necesario para protegerla, desarrollarla, no sólo dentro del ámbito hospitalario o consultorio, también donde las personas coexisten, dentro del sistema escolar, desde sus inicios hasta la universidad. Pudiendo disfrutar del esparcimiento, cultura, economía, política, no sólo como aquel que la recibe, también generarla y siendo así igual aplicable a cualquiera de los sectores.
Visualiza todos los derechos, libertades y deberes que tenés en la vida; cada día cuando te levantás y salís a estudiar, trabajar, a ser atendido por un médico o cuando simplemente compartís tu vida con la persona que elegiste, o estás visitando un espacio de ocio. De repente, todo eso comienza a desaparecer, y cada una de aquellas cosas que elegiste por elección libre comienzan a ser cuestionadas, empañadas por múltiples barreras visibles e invisibles: eso es la perdida de los derechos. Por eso, la mencionada convención promueve, respalda y reafirma la "universalidad, indivisibilidad, interdependencia e interrelación de todos los derechos humanos y libertades fundamentales, así como la necesidad de garantizar que las personas con discapacidad los ejerzan plenamente y sin discriminación".
Sí, todos los derechos que vos tenés como ser humano son los mismos que tiene una persona con discapacidad, reconociéndole incluso ciertos beneficios para que logren acceder a ellos. Está documentado, por una ley universal, que ninguna persona con discapacidad debería estar fuera de alguno de estos derechos. Entonces, ¿por qué se sigue violentando a las personas? Múltiples factores deben conformar esa respuesta, pero para poder resguardarlos, ampararlos, debemos comunicar, hasta el hartazgo, para que así la información llegue a todos y poder accionar desde el conocimiento, buscar ayuda, apoyos y respuestas.
¿A quién se reclama?, ¿quién oye a una familia cuyo hijo es expulsado o ni siquiera es recibido por el sistema educativo? Quizá la respuesta de algunos es que vaya a una escuela especial, así comienza a romperse el derecho de ese niño.
¿Qué hace una familia que debe recorrer múltiples terapias con su hijo? ¿Trabajar o peregrinar de un profesional a otro durante todo el día para darle una mejor calidad de vida a su niño? ¿Las escuelas no pueden ser sitios de terapia? Facilitar la vida de las familias.
¿Quién oye a una persona a la que se considera sin la suficiente capacidad para amar o formar familia? ¿Se condiciona quién está apto o no para esa persona? Con quién debe establecer vinculo. ¿Puede llevar una vida independiente o es subestimada por la discapacidad? Si alguien pusiera en duda eso comienza, a romperse el derecho de esa persona.
¿Qué sucede si no se accede a la salud? En sitios lejanos donde no hay especialistas o es uno para el pueblo, o en las mismas ciudades donde el sistema de salud está colapsado. Algunos ni siquiera llegan al diagnóstico, seguimos avanzando en la perdida de otro derecho humano.
¿Qué fantasía tiene la sociedad que una persona con discapacidad no puede trabajar a su lado? ¿El imaginario presume que sería una molestia? ¿Una carga? ¿Alguien a quien cuidar constantemente?, continúan desdibujándose los derechos humanos. Participar de la vida política, ser independiente económicamente, ¿inalcanzable?
¿Quién se atreve a decir que cualquiera de los artículos de la Convención de los Derechos Humanos no se deben cumplir? Entonces, por qué lo hacen, avalan con el silencio, en cada una de las injusticias que viven diariamente las personas con discapacidad. Si todo esto le sucede a una persona sin discapacidad intelectual, imaginen lo que les debe estar sucediendo a aquellas personas que la tienen, son NN, sin derechos, sin voz, sin esperanza, sin derecho si quiera a sonreír, porque tendrán una carga mucho más negativa de la mirada y acciones de todo lo que le rodea.
Estamos hablando de personas, por eso, se necesita informar, e invito a cada persona que nunca leyó la presente Convención a leerla. Siempre se puede hacer algo por el otro, tal vez sólo adentrándose a conocer esta realidad, comprenderán un poco más lo que es sentirse vulnerado, cuando los derechos no están, cuando se está solo, cuando los Estados partes son insuficientes para abordar derechos de tan larga data.
El año se acerca a su fin y la pregunta es: ¿Cuál de estos derechos te fueron negados y cuáles negaste a alguien más? ¿Cuánto está en nuestras manos? ¿A dónde pondremos la mirada? Así como en el instante que abramos los ojos estemos dispuestos a reconocer que detrás de cada persona hay una historia, validar lo que ya no debería estar en discusión, una realidad que nos ocurre a quienes somos.
Lo que a los demás les sucede, colisiona con cada uno de alguna u otra manera. Se trata de ética, de cómo te comportás en el mundo, la mismísima naturaleza del hombre por tan sólo vivir. Subestimarlos es negarse a uno mismo. Hablemos de nosotros, de ser un ser humano. Es imperioso tratar los derechos humanos con respeto y amor.
Que el año entrante acerque a los representantes del comité de los derechos por las personas con discapacidad a continuar obrando por el bien de nosotros, teniendo el suficiente alcance para llegar a cada uno que lo necesite en el mundo. Que el presidente Javier Milei obre por el bien de la Convención y no le dé la espalda a los olvidados.
No estamos fallados, el contexto nos rompe. Las personas dejaremos de existir y probablemente muchos pereceremos en el camino, pero los Derechos de las Personas con Discapacidad se perpetuarán inmortales a través del tiempo para aquellos que vendrán. Esa es razón suficiente para seguir luchando.
Lectores, los invito a leer la Convención e involucrarse, hagamos que los números comiencen a cerrar y siempre hablemos de autismo. Ha sido un privilegio que me acompañen, nos vemos el próximo año.
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