Zoom editorialExclusivo Members

Los vicios de un Estado burocrático son una trampa para todas las gestiones

Los vaivenes de la Argentina crearon una semana de contrastes. Tratar de ver el futuro con el prisma de la coyuntura pocas veces ofrece una perspectiva alentadora. Porque los agujeros negros que tienen la política y la economía doméstica alteran la fuerza natural de gravedad de los hechos y hacen que todo aterrice en el barro.

Javier Milei buscó darse un baño de modernidad a la altura de sus expectativas. Después de sus reuniones y diálogos con Elon Musk, en su último viaje a Estados Unidos tuvo intercambios con Sam Altman y Mark Zuckerberg, los CEO de OpenAI (creadora de ChatGPT) y Meta, respectivamente. El deseo del jefe de Estado es involucrar al país en la "conversación" que predomina en el resto del mundo: que pasará con el empleo y la producción cuando la inteligencia artificial llegue a nuevos puntos de sofisticación.

Mark Zuckerberg y Javier Milei

Pero esos temas vuelan demasiado altos para la coyuntura argentina, que todavía chapotea en los pliegues de un Estado viciado por años de malas prácticas y distorsiones nacidas al amparo del habitual estado de emergencia.

La discusión sobre el sistema de compras del Estado es un péndulo indestructible. Secretarios de Comercio (como le pasó a Ricardo Mazzorín en tiempos de Alfonsín) o responsables de áreas sociales (desde Eduardo Bauzá con Carlos Menem hasta el presente) han enfrentado cuestionamientos por comprar mal, distribuir peor o directamente ejercer fraude. Los atajos tampoco sirven, como pasó a esta gestión, que buscó adquirir por una vía alternativa y se embarró por fallas en su capacidad de control.

La contratación de personal por la vía de organismos multilaterales también es una práctica de larga data, ideada desde el Estado para burlar a sí mismo frente a los recurrentes congelamientos de vacantes (o recortes de puestos, como pasa ahora). Un contrato no es un alta, por empezar. Y sus pagos se hacen por otra ventanilla, más directa y con menos controles, a la que a veces se recurre para remunerar a asesores cuyo nombramiento nunca llega a sortear a la burocracia administrativa. Quedó en este turno envuelta la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación, la Ciencia y la Cultura, un organismo de cooperación nacido en 1949 en Madrid que hoy tiene 23 países miembros.

Dicho esto, un problema son los sobrecostos que la burocracia y el déficit perpetuo imponen al Estado y otro problema es el fraude o la corrupción. Hay una constante que se repite en todas las situaciones, y es la escasa vocación por la transparencia. Hay problemas que se pueden corregir a futuro, como reclama Milei. Pero viendo lo sucedido estos meses, mover miles de millones de pesos a espaldas de uno o varios ministros ya es algo más difícil de imaginar.

Temas relacionados
Más noticias de Javier Milei
Noticias de tu interés

Compartí tus comentarios

¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.