Los 3 tipos de empresarios frente a un Javier Milei desaforado
"Con este tipo o nos convertimos en Noruega o volcamos feo", resumió un empresario tras la presentación de Javier Milei en el Alvear. Caída de actividad, competencia, el RIGI y la pelea de gigantes entre bancos y Mercado Libre
El presidente Javier Milei pasó como una tromba por el almuerzo del Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (Cicyp). Entre guardaespaldas, asesores y ministros llegó a un hotel Alvear colmado, ni comió, ni se sentó. Fue al atril, ni saludó, ni hizo una introducción. Empezó a discutir con argumentos que se ve que traía mascullando en su cabeza, como si no pudiera parar.
Se acomodó los micrófonos y empezó a hablar contra los economistas que creen que el precio del dólar se está quedando atrás respecto de la evolución del resto de los precios de la economía y puede afectar la sostenibilidad del proceso económico.
Desaforado, intercalando imitaciones y burlas sin parar, como en una especie de show como el que había dado aquella noche en la Fundación Libertad cuando parodió el "fideos con tuco" de Carlos Melconian, volvió a la carga.
Dio a entender que los economistas que los cuestionan son arrogantes para definir que hay atraso cambiario, sugirió que pueden ser "chantas" o directamente "idiotas", los acusó de ser "deshonestos intelectualmente", les dijo "cuadrados devaluadores" y más tarde los llamó "pifiadores seriales", un grupo de personas que como erraron en sus pronósticos ahora le hablan del tipo de cambio porque quieren que le vaya mal.
Es como si nunca pudiera entrar en su visión del mundo que puede haber personas con otro enfoque, nada más. Es todo una conspiración. Cada palabra. Cada tuit. Cada gráfico. Y no le queda otra que salir a combatir, como una especie de luchador en el final del Señor de los Anillos. Algo así mostró en una comida ante los hombres más ricos del país, algunos de los cuales en realidad ni comieron. Recibieron la catilinaria desde el atril. Y se fueron.
El clima que dejó flotando esa catarata de explicaciones técnicas en medio de acusaciones a economistas y elogios a su equipo económico tras el 8,8% de inflación de abril lo resumió en una frase el dueño de una importante empresa argentina.
El tipo, que ha visto pasar a muchos otros jefes de Estado tanto en momentos de agrande como en etapas de tener que hacer malabares para seguir adelante, resumió: "Con este tipo o nos convertimos en Noruega o volcamos feo".
El mundo de los negocios se reparte en tres segmentos, por ser esquemáticos. Los que por un lado creen que la Argentina está ante un momento único para hacer correcciones fiscales y reformas estructurales como nunca se hicieron gracias a un jefe de Estado de convicciones extremas que logrará estabilizar las variables macro y eliminar curros que crecieron gracias a la protección del Estado.
Ejemplo: los que quieren fabricar vacunas para sanidad animal y creían que había un mercado protegido de hecho y que sufrieron por los controles a las importaciones durante el gobierno de Alberto Fernández.
Por otro lado, están los que entienden que por más que haya un veranito financiero y un momento de cierta estabilidad con la inflación en baja, la situación se encamina a una crisis indefectiblemente producto del dogmatismo mesiánico de un hombre que ante la sugerencia de que puede estar retrasando precios y comprando problemas a futuro sólo responde con insultos y agravios.
Ejemplo: los industriales que tras la caída de ventas por la recesión ahora enfrentan un combo de mayor competencia extranjera por baja de aranceles cruzado por la pérdida de competitividad del tipo de cambio más la suba de tarifas que les disparan los costos al punto de que la ecuación de negocios se vuelve inviable.
Y por último, están aquellos a los que les da igual porque como siempre en la Argentina hay que aprovechar qué ventanas se abren para hacer negocios según las nuevas reglas del momento, que se establecen de la mano del gobierno de turno, nunca se sabe cuánto van a durar pero pueden presentar oportunidades que en otro momento no se darían.
Ejemplo: las mineras y petroleras que aguardan que salga la ley bases con el régimen de incentivos a las grandes inversiones (RIGI) con ventajas impositivas y cambiarias pocas veces vista que les permitirían poner un pie en megaproyectos que si todo esto eventualmente no funcionara igual les quedarían como derechos adquiridos para seguir adelante.
Peleas de gigantes
A propósito de cambios que se abren en el mundo de los negocios, hay novedades en mercados muy potentes, como el de los pagos digitales, que atraviesa ataques y contraataques cruzados que dan para hacer una serie de Netflix.
Mientras los bancos intentan conseguir que Mercado Pago les permita pagar con su billetera Modo en su sistema de códigos QR y se sacan los ojos por un nuevo reglamento de términos y condiciones tras acusaciones cruzadas de cartelización e integración vertical monopólica, la compañía de pagos móviles de Mercado Libre pone el pie silenciosamente en otros territorios.
Ya empezó a crecer por ejemplo en el mundo de los pagos de las asignaciones sociales: unos 80 mil beneficiarios registraron en la Anses su CVU para cobrar en esa plataforma, una posibilidad que abrió la nueva administración y le permite a la firma digital pionera de Marcos Galperin hacer pie en un universo donde hay 7 millones de potenciales clientes.
Así, Mercado Pago puede aspirar más adelante a canalizar también el pago de jubilaciones y, quizás antes, intentar sumarse a los mecanismos de pagos del transporte público que ya ofrece en otros países como México y acá aún es un sistema cerrado que usufructúa Nación Seguros por medio de la SUBE.
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