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La visita de Elon Musk a la Argentina

En marzo de 2025, el empresario sudafricano-estadounidense Elon Musk visitará la Argentina. Lo hará para asistir a un evento sobre los cambios que produce la cultura digital. También es posible que viaje a Salta, la provincia argentina con mayores reservas de litio, un insumo fundamental para los autos eléctricos, en los cuales el empresario tiene un liderazgo con su empresa Tesla.

Desde las filas del llamado "liberalismo globalizante", se sostiene que Musk es un hombre que está usando sus relaciones políticas para avanzar en sus negocios globales. Citan para ello su preferencia por Trump en la elección norteamericana; su visita al Brasil de Bolsonaro para establecer relaciones y eventuales negocios; su contacto personal con el presidente de China, Xi Jinping; sus encuentros con Recep Erdogan, el líder turco, y el príncipe Ben Salman, heredero saudí. Un rol destacado en esta línea ha tenido el contacto personal de Musk con el líder indio Narendra Modi, entre otros. Lo acusan de tener una preferencia por líderes autoritarios.

Javier Milei y Elon Musk

En este marco, la simpatía que ha expresado por Javier Milei y su proyecto libertario, más que una afinidad ideológica, sería un acercamiento político en pos de reforzar sus negocios, en los cuales está incluyendo la Argentina. Desde el inicio del gobierno de Milei ya comenzó a operar su empresa de servicios satelitales Starlink.

De la lista de líderes con los cuales ha tomado contacto está excluido Putin. Es que las empresas de servicios satelitales de Musk, desde el comienzo de la guerra, participaron aportando información clave para las fuerzas ucranianas, cuando todavía el apoyo militar occidental en materia de guerra cibernética no se había organizado con eficacia.

Pero Musk es una personalidad fundamental en varios campos. El más trascendente sea posiblemente la carrera espacial, en la cual tiene claramente la delantera. Cuando en 2014 el Congreso estadounidense durante la segunda presidencia de Barack Obama reconoce el derecho de propiedad a los ciudadanos estadounidenses y sus empresas en el espacio (asteroides, la Luna, Marte, etc.), la primera potencia global dio un paso trascendente en pos de su dominio en esta carrera, que reforzó en 2017 el gobierno de Donald Trump al crear la Fuerza Aeroespacial, que es la quinta del sistema militar estadounidense. Es que sin fuerza militar que lo garantice, cualquier reconocimiento de derecho en este campo se transforma en algo abstracto. Inversiones como la llamada "minería espacial" están en desarrollo, impulsadas por inversores que miran a largo plazo.

Algunas previsiones estadounidenses ubican a 2040 como el año clave. Alrededor del mismo, Estados Unidos contaría con un asentamiento con presencia humana permanente en la Luna y el hombre estaría pisando Marte. Musk y su empresa SpaceX tienen un rol decisivo en este proyecto, que la NASA denomina Artemis. Musk, que se inicia en este campo con una empresa que colaboraba con la NASA, una década después ha tomado la delantera y se ha transformado en la vanguardia de la Agencia Espacial estadounidense. Sus innovaciones, como la reutilización de los cohetes que se lanzan al espacio, han sido importantes en función de achicar costos y tiempos. Proyectos como utilizar la energía nuclear como combustible en el espacio pueden parecer conjeturas o incluso fantasías, pero ya están en estudio.

Como efectos colaterales de la carrera espacial, se están realizando avances importantes en las diversas ramas de la biología, dado que debe proveerse la vida permanente del hombre en el espacio. Musk espera contar con un asentamiento humano en Marte entre 2050 y 2060, y más de una vez ha dicho que él va a morir en dicho planeta.

Musk es un hombre de cincuenta y dos años que tiene once hijos de tres matrimonios sucesivos. Contra teorías predominantes que justifican aumentar el control de la natalidad para evitar la sobreexplotación terrestre del planeta, él sostiene lo contrario: la humanidad debe crecer. Es que, de acuerdo a las proyecciones demográficas de las Naciones Unidas, la población mundial crecerá en dos mil millones de personas en el cuarto de siglo que resta hasta 2050. Entonces, comenzará a bajar y serán más críticos problemas como el envejecimiento y la sostenibilidad económica de los sistemas previsionales.

Pero el empresario sudafricano-estadounidense tiene también una visión de los cambios que está introduciendo el desarrollo y la difusión de la tecnología en el campo específico de la política. Se trata de asumir que el sistema de democracia representativa, que en Occidente claramente está cuestionado y genera creciente insatisfacción, responde a las realidades científicas y tecnológicas de fines del siglo XVIII, cuando tienen lugar la revolución estadounidense en 1776 y la francesa en 1789.

Hace dos siglos y medio, la representación política, que sigue hoy estructurada exactamente igual que entonces, era imprescindible. Un votante nunca veía ni conocía a su líder político y tampoco a su representante regional; apenas podía llegar a una autoridad local. Esto ha cambiado sustancialmente. La revolución tecnológica en las telecomunicaciones está produciendo el efecto contrario. Hoy un ciudadano suele ver muchas más veces por día al líder político nacional que al regional o al local. Las llamadas redes sociales y sus múltiples instrumentos y manifestaciones suelen establecer un vínculo directo entre grandes líderes y simples votantes.

Esto, desde la perspectiva de los sectores progresistas, es llamado "tecnopolítica" -cuyo representante global más importante sería Musk-, que asumiría el cambio en el sistema político para adecuarlo al "tecno-capitalismo".

Desde esta perspectiva es que Musk parece haber establecido una relación particular con Milei. El presidente argentino sólo ha estado un minuto y medio personalmente con Donald Trump en la conferencia de Acción Política Conservadora realizada en febrero en los Estados Unidos. Pero fue suficiente para establecer un nexo político de simpatía que Milei vino expresando desde hace dos años y medio, cuando inició su carrera política ganando una banca de diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires.

El presidente argentino está dedicando dos horas y media diarias en promedio a interactuar en redes sociales. Lo hace intensamente y en forma directa y personal, sin pasar por un "community manager", como usualmente hacen los líderes políticos en todo el mundo. Es decir, que sería uno de los primeros líderes de la tecnopolítica. Se trata de un concepto que en América Latina sólo está ejerciendo, además de Milei, el presidente salvadoreño Nayib Bukele.

El presidente argentino, aparte de recibir mensajes de simpatía por parte de Musk frente a su triunfo electoral, ha mantenido dos reuniones de tres horas con él. Es decir, el contacto Musk-Milei ha consumido seis horas de ambos frente al minuto y medio que tuvo el presidente argentino con Trump.

Quizás para Milei, Musk sea la alianza más importante y con mayor proyección que está construyendo y eso parece un proceso mutuo. Pero esta relación puede tener múltiples proyecciones, desde que son hombres de la misma generación -Milei tiene cincuenta y cuatro años-, hasta compartir una tendencia de valores "anti-woke".

Se trata de una relación clave para el éxito del proyecto de Javier Milei.

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