Opinión

Importaciones en rojo: una alternativa para no detener la producción

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Más allá de cualquier consideración política o ideológica, las actuales turbulencias económicas y cambiarias hacen más necesario que nunca seguir produciendo, más aún en aquellos segmentos con inserción exportadora. 

Las incidencias que atravesó nuestra macroeconomía los últimos años y que han condicionado los márgenes de política económica, condujeron al fortalecimiento de medidas de control de capitales a un punto en el que hoy las operaciones de importación y giro de pagos comerciales al exterior se ven afectadas, condicionando el desenvolvimiento normal de la actividad en diversos segmentos productivos. 

En esta columna proponemos un mecanismo factible para superar este obstáculo en el corto plazo: en un contexto signado por las restricciones, se trata de poner la mirada en soluciones reales que destraben problemas de corto plazo.

El atraso en el pago de importaciones está comprometiendo la operatoria y relación comercial de muchas empresas con sus proveedores internacionales. La deuda comercial por pago atrasado de importaciones ya supera los u$s 15.000 M. Asimismo, el impacto del resultado de las PASO en la demanda de dólares endurece la disponibilidad de divisas para la producción, situación que es más difícil de sostener para las PyMEs argentinas. Todo esto implica un riesgo severo para el ritmo de producción y empleo de los próximos meses.

Situaciones extremas requieren que pensemos fuera de la caja. La propuesta que se desarrollará aquí no pretende hacer una evaluación de política económica ni constituir las bases del plan de estabilización que Argentina necesita conducir. Más bien busca elevar una posible solución que permita no detener la producción de un amplio abanico de sectores industriales en un momento crítico, cuando el país necesita más que nunca que las máquinas no se detengan.

Más poder de negociación

El tamaño relativamente pequeño de nuestro mercado implica que las empresas argentinas tengan un poder de negociación limitado frente a proveedores de gran escala. Esta asimetría se ve agravada por las consecuencias en materia cambiaria y de disponibilidad de divisas que acompaña a nuestro panorama macroeconómico desde la crisis iniciada en 2018 y con la que al día de hoy seguimos lidiando, que implican en estos tiempos medidas como el pago diferido de importaciones a 180 días o el cambio en las condiciones de acceso a divisas para pagar compras al exterior.

El tamaño relativamente pequeño de nuestro mercado implica que las empresas argentinas tengan un poder de negociación limitado frente a proveedores de gran escala.

Tomemos el caso de la provisión de insumos chinos, presentes en nuestras cadenas de valor en segmentos tan diversos como la producción de electrodomésticos, químicos y farmaceúticos, metalmecánicos, textiles o bien también piezas y partes para las producciones mineras o la operatoria energética e hidrocarburífera. 

En las últimas semanas, SinoSure (ente asegurador de crédito de exportación de la República China) informó a numerosas empresas argentinas de distintos rubros que suspenderá embarques y no autorizará la entrega de las mercaderías que están llegando en este momento a los puertos argentinos. Esta decisión se debe a las deudas acumuladas, no por falta de voluntad de las empresas compradoras argentinas, sino por las condiciones de contexto.

La consecuente falta de insumos ya está apretando el zapato de fábricas que tienen mayor velocidad en sus esquemas de producción: las obliga a estar atentas a programar paradas productivas, que implican suspensiones de personal en una primera instancia y con alto riesgo de dilatar o suspender decisiones de inversión o de crecimiento en la programación productiva futura. Producir no es subir o bajar una palanca; la programación de entregas responde a planes de producción que, de no cumplirse, redundan en pérdida de capital, de clientes y de mercados.

Encontrar soluciones inmediatas a este problema creciente requiere una nueva manera de pensar. Dada la asimetría señalada entre empresas argentinas y Sinosure, por ejemplo, una alternativa de solución requiere una negociación conjunta, que agrupe los intereses de las empresas que realizan importaciones productivas.

Por ello, la propuesta que se explica a continuación requiere de una articulación entre agentes privados y el sector público, con un rol de liderazgo del Banco Central de la República Argentina en la negociación con la agencia china aseguradora de crédito de exportación. Sin este paso, nada podría llegar a buen puerto en los plazos necesarios.

El tamaño relativamente pequeño de nuestro mercado implica que las empresas argentinas tengan un poder de negociación limitado frente a proveedores de gran escala.

Propuesta

El objetivo inmediato debe ser garantizar los pagos cumpliendo con una mínima regularización. Para eso los importadores argentinos que tengan acumuladas deudas comerciales con China podrían constituir una cuenta comitente en los bancos nominados entre el BCRA y SinoSure, a beneficio de la segunda. 

A través de esas cuentas, los importadores abonarían en pesos el monto correspondiente a la importación del insumo y también el pago del Impuesto PAIS en el momento de vencimiento original de los pagos de cada operación del SIRA. La cobertura de las importaciones se daría mediante la compra de bonos soberanos, Rofex u otros instrumentos recomendados por BCRA y SinoSure. Así, SinoSure abonaría a los exportadores chinos garantizando el flujo de las mercaderías, contra real garantía y pesos dolarizados.

Para el Gobierno, este mecanismo aporta una solución concreta al problema del pago de las importaciones; y no sólo reactiva circuitos productivos que hoy tambalean por falta de insumos sino que además le añade recaudación al impuesto PAIS. Esta negociación requiere primordialmente coordinación con el sector privado y conducción política en este caso de las autoridades del BCRA. 

No es un esquema ideal sino una solución puntual ante una emergencia crítica, orientada a impedir que se frene la producción y a cuidar entre tantas turbulencias la industria nacional y el trabajo argentino.

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