El día después del paro: Gobierno y CGT quieren saber quién ganó
La medida se sintió con fuerza. Gracias a la ausencia de transporte público el paro logró el cometido de la central sindical.Se habían propuesto que fuera la medida más importante de los últimos 30 años. No se hacía un paro así desde hace casi 5 años, con Mauricio Macri presidente. De todos modos no logró conmover al Gobierno.
Y eso genera un debate interno muy fuerte para lo que viene. La CGT que se apoyó siempre en su convivencia con el peronismo, hoy no tiene su respaldo. Y eso la ubica en un lugar de debilidad a la hora de mostrar resultados. Si nada cambia después de lo de hoy la presión habrá fracasado, y sin duda eso pondrá en jaque la fortaleza de la central sindical.
El pulso entre el gobierno y los sindicatos se intensifica a medida que los días pasan. La fecha límite pareciera ser el 25 de mayo. Cuando el Presidente Milei reciba a los gobernadores en la provincia de Córdoba, A todos no, a los que acompañen con el voto de sus senadores lo que Milei quiere exhibir como su primer éxito: La Ley de Bases y el famoso Pacto Fiscal. Ese parece ser el telón de fondo de esta confrontación.
La Rosada , urgida por cumplir con sus plazos y afianzar su posición, se encuentra en una carrera contrarreloj para lograr la aprobación de la ley antes de que los sindicatos logren paralizar el país con una nueva medida de fuerza. Y los sindicatos, saben que el humor social tres días como los de hoy. Lo dicen todos los trabajos hechos, incluso los propios.
La Ley de Bases, fue presentada desde el inicio como una herramienta fundamental para sentar las bases del desarrollo económico y social del país. Fue objeto de críticas y controversias desde su inicio cuando era mucho más pretensiosa que la de hoy. El Gobierno fue con todo para lograr algo. Y a pesar de su dureza, hizo concesiones.
Aunque el argumento del oficialismo sostiene que podrá dar un marco sólido para el crecimiento y la equidad, la oposición asegura que ocurrirá todo lo contrario: que finalmente terminará a agudizando las desigualdades y vulnerando los derechos fundamentales. En este contexto, el paro general adquiere un significado aún más profundo: pretende ser la voz de aquellos que se sienten excluidos y marginados.
Se arroga demasiado. Hoy ni siquiera hacia adentro, la CGT coincide en su totalidad. La disputa entre el gobierno y los sindicatos, no es solo una cuestión de leyes y políticas. Detrás de ella se esconden intereses divergentes y visiones opuestas sobre el futuro del país.
Entre esos intereses hoy está el regreso del impuesto a las Ganancias, la plata para las obras sociales sindicales (que si bien los gremios lograron sacar de la ley no los relaja porque conocen la idea del Presidente al respecto, las privatizaciones y el fin de la moratoria, entre otras cosas.
Mientras el Gobierno busca impulsar un modelo económico basado en la liberalización y la apertura de mercados, los sindicatos entienden que los beneficios son solo para la patronal empresaria y resisten una adecuación de las condiciones laborales al momento que vive la Argentina. Proclama que con eso garantiza las condiciones dignas para los trabajadores. Los sindicatos reconocen que no es aquel tiempo de Alfonsín.
Hacia adentro los más dialoguistas aseguran que Milei tiene que poder gobernar durante los próximos cuatro años. Y que necesita leyes que lo acompañen, pero la presión interna entró en una lógica que no puede romper: Un Gobierno no peronista necesita un paro para reaccionar. Por eso el primero, de 12 horas a solo 44 días de Gobierno.
El de hoy de todo un día coincide con tal solo cinco meses de gestión. En este contexto, el paro que pretende ser una muestra de unidad no termina siéndolo. Intenta mosrar que el Gobierno está sordo frente a las demandas populares. Sin embargo, plantea desafíos y dilemas para ambas partes. Para el Gobierno, representa un obstáculo en su camino hacia la consolidación del poder y la implementación de su agenda.
Para los sindicatos, es una oportunidad para mostrar su capacidad de movilización y presión, pero también un riesgo de perder legitimidad si no logran traducir sus demandas en acciones concretas. Y hoy, eso está lejos de parecer lograrse. El paro general y la Ley de Bases son cara y contracara de la misma moneda.
Desde su origen actuó como una presión a los senadores. Hasta ahora solo logró hacer ruido y demorar el tratamiento. El debate en comisión pasó para la semana que viene. Para ser tratado en el recinto de la Cámara alta deben pasar siete días. Los tiempos imaginados por el Gobierno se esfuman pero hasta ahora lo logrado no es más que eso, para los sindicatos, ganar tiempo en la discusión.
Las diferencias internas entre los que, de no haber resultados plantean un nuevo paro pero de 36 horas y los que creen que no hay margen para eso, ponen a los gremios que hoy no cuentan con el peronismo en sus filas, frente a un nuevo abismo."Las pueblos no se suicidan", lo dijo Sarmiento, lo dijo Perón. Y la CGT, lo sabe.
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