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Coyuntura y estructura, un dilema que se reedita

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"Cambia, todo cambia", dice la hermosa canción del chileno Julio Numhauser popularizada por la magnífica voz de Mercedes Sosa, y aunque probablemente como cita literaria esté lejos de ser original, su contundencia es insoslayable. La primera estrofa calza perfecto con lo que estamos viendo: "cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo".

Desde este espacio vengo expresando la idea de que uno de los principales desafíos de esta época es reconstruir un marco conceptual que va quedando obsoleto. La muerte de los promedios o la crisis del nomenclador, en definitiva, las categorías de análisis preexistentes ya no tienen la misma eficacia, y entender cómo se interrelaciona la nueva realidad que se nos impone es condición necesaria para decidir bien.

Es el cambio de ciclo. Algo se modificó en la ecuación democrática tradicional y Argentina desde su crisis reciente y el liderazgo de un presidente fuera de molde, está en condiciones de cambiar viejas estructuras en pos de estrategias de mediano plazo. Este escenario nos exige más de lo habitual y elimina las zonas de confort. Los tiempos de la política son parsimoniosos, hay sistemas con raíces que cuesta mover, pero en cambio, las empresas tienen otra dinámica, se reinventan y recrean porque está en su mindset y es su fórmula de supervivencia y éxito.

Casa Rosada

La nueva configuración global sugiere en los países centrales la vuelta al near-shoring. Pero Argentina y el Mercosur se encuentran ante la oportunidad de diversificar las economías con las que comercian y acercarse al resto del mundo. Andrés Malamud sostiene que "es el mundo el que tiene que integrar a los países emergentes y no al revés", ya que es muy difícil que "emerja un país en un orden donde las potencias no lo necesitan".

La aprobación del RIGI y la popularidad internacional del presidente pueden hacer alcanzable el postergado sueño de una Argentina que potencie la explotación de sus recursos naturales mediante la inversión y extracción de hidrocarburos, litio y petróleo. Este movimiento, sumado a la caída del comercio en el mercado de petróleo y gas por la guerra ruso-ucraniana posiciona a nuestro país como un jugador importante en el mercado internacional de la energía.

LOS DILEMAS DE LA TRANSICIÓN

Sin dudas, la Argentina actual sumida en fricciones y corto plazo también está atravesada por este desafío de época. ¿La suerte que corra el Gobierno puede revertir el cambio cultural que observamos? ¿Puede quebrarse el consenso sobre una nueva organización económica que deje atrás las décadas de estancamiento?

Lo primero que debemos destacar es que los primeros seis meses de gestión dejan varios puntos positivos. Tal vez el superávit fiscal y la tendencia a la baja de la inflación sean los logros más representativos, pero lo más importante es que se alcanzaron pese a los riesgos y las restricciones que se enfrentaba.

Estamos ingresando a una fase nueva de la gestión que renueva los objetivos y las demandas de los agentes económicos. Sería impensada una transición entre fases sin tensiones. ¿Qué hay detrás del ruido de las últimas semanas? Es la frazada que es tan corta, que si resuelve un problema como la inflación paga con la caída la actividad.

En términos macro, hay una relación inversa entre la duración de la desinflación y la duración del cepo. Para que la desaceleración de precios siga a paso rápido hay que mantener el crawling por debajo de la inflación, lo que implica que el tipo de cambio real se seguirá deteriorando, las reservas seguirán siendo insuficientes y la fecha de vencimiento del cepo se seguirá alejando.

Esto genera un tradeoff o dilema entre desinflación y aumento de la inversión. Si para acelerar la desinflación se perpetúa el cepo, los incentivos para la inversión y la repatriación de capitales vía blanqueo van a seguir siendo excesivamente débiles y las reformas estructurales perderán la capacidad de actuar como catalizadores para la reactivación y la creación de empleos.

REDEFINIENDO LA ESTRATEGIA

En un escenario donde los fundamentos macroeconómicos han cambiado drásticamente, las empresas enfrentan no sólo una transformación del mercado, sino también una necesidad urgente de revisar sus propios modelos de negocio. La reducción de la liquidez, una rentabilidad bajo presión y la reconfiguración de los precios relativos son fenómenos que exigen una respuesta ágil y estratégica. Este nuevo ciclo económico nos desafía a pensar en cómo estas transformaciones afectan nuestro estado de resultados y cómo debemos reaccionar para crecer.

En respuesta a estos nuevos retos, las áreas dentro de las organizaciones necesitan reconfigurarse. Tradicionalmente, los CFOs y los departamentos institucionales han jugado roles preponderantes en la toma de decisiones estratégicas porque debían administrar con sabiduría activos líquidos y lograr el visto bueno para la importación de insumos. Hoy sus objetivos son otros y sus skills se readaptan. Además, las firmas saben que ahora, en un mercado donde la eficiencia operativa y la capacidad de respuesta rápida son vitales, las áreas de ventas y compras deben ser empoderadas. Estos departamentos se han convertido en el nuevo centro de gravedad dentro de las organizaciones, dictando la capacidad de la empresa para adecuarse rápidamente a las fluctuaciones del mercado y gestionar eficazmente los costos y precios.

La innovación no sólo debe ser vista como el desarrollo de nuevos productos o servicios, sino también como la reinvención de procesos internos, la optimización de la cadena de suministro y la mejora continua en la gestión de relaciones con clientes y proveedores.

Si bien el cambio de ciclo macroeconómico presenta numerosos desafíos, también ofrece una oportunidad para que las empresas se replanteen y fortalezcan sus estrategias internas.

Hay algo nuevo que vino para quedarse y tiene una consigna ineludible: esta vez y por fin, la coyuntura no va a tapar la estructura. Más allá de los protagonistas y más allá de la volatilidad del momento, los CEOs sabemos que tarde o temprano, un clima de negocios con nuevos drivers se avecina y que así será de ahora en adelante porque como cantaba nuestra querida Negra, "lo que cambió ayer, tendrá que cambiar mañana".

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