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Blanqueo: palos, zanahorias y la misma pregunta ¿alcanzarán para su éxito?

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El Gobierno pudo celebrar la aprobación del paquete fiscal, luego de negociaciones que parecían interminables y de varias concesiones sobre diversos puntos, como los otorgados en el blanqueo.

El régimen de exteriorización de activos sufrió modificaciones, como la de ampliar el plazo de exclusión de exfuncionarios para ingresar de 5 a 10 años de haber finalizado sus funciones.

También se incluyeron algunos cambios que suenan más a un "palo" que a una "zanahoria". El ejemplo es el de la imposibilidad de adherir a cualquier exteriorización de activos que pudieran aprobarse hasta el año 2038 para aquellos que blanqueen.

Algo así como un todo o nada: si el contribuyente se va a sumar, tiene que hacerlo por todo lo que tenga oculto, porque no tendrá más chances en los próximos 14 años. O podrá esperar a ver si luego aparece uno nuevo.

Es verdad que el promedio de leyes que buscaron sincerar patrimonios es realmente alto y no son exclusivos de una bandera política. Pero, del mismo modo, nadie tiene la bola de cristal como para adivinar qué sucederá en el futuro.

¿Alcanza para sumar adherentes?

Digamos las cosas como son: no es que la norma no tenga beneficios. La realidad es que la posibilidad de blanquear sin pagar absolutamente nada cuando se trata de activos que, sumados, no superen los u$s100.000 es un gran aliciente.

Sin embargo, la inseguridad jurídica que se vivió luego del exitoso blanqueo aprobado durante el gobierno de Cambiemos, dejó un sabor amargo en quienes exteriorizaron tras los cambios de rumbo producidos sólo unos años después.

Es que, la Ley de Sinceramiento estableció reducciones de alícuotas en Bienes Personales hasta llegar a una tasa máxima del 0,25% para el período fiscal 2018. No obstante, alcanzó un cambio en la Casa Rosada para volver todo atrás.

En efecto, para las declaraciones juradas de 2019, los contribuyentes tuvieron que afrontar alícuotas que variaron entre el 0,5% y el 1,25% para activos en la Argentina y con una mayor carga para los del exterior (la alícuota más alta era del 2,25%).

Dicho de otra manera: la carga fiscal que debieron enfrentar fue exponencialmente mayor a la que se había definido por una Ley que fue aprobada por el mismo Congreso que luego avaló otra Ley con una reforma diametralmente opuesta.

Incluso -y como si fuera poco-, se decidió implementar el Aporte Solidario y Extraordinario que no fue otra cosa que un impuesto patrimonial encubierto que recayó fundamentalmente sobre quienes habían sincerado activos.

Una amenaza no tan real

Una de las cartas que muestra el Ejecutivo para sumar adeptos al futuro blanqueo es la posibilidad de contar con información sobre cuentas bancarias desde los Estados Unidos.

La realidad es que, aunque la AFIP haya pasado la prueba impuesta por el IRS (su par norteamericano), quedan dudas sobre el alcance de la información que aportará el fisco estadounidense.

Alcanza con recordar que existe un acuerdo vigente desde la época de Cambiemos (incluso la firma de aquel convenio ayudó a sumar adeptos), sin que haya grandes resultados a la vista.

Por ende, se puede afirmar que es una herramienta que tendrá el Ejecutivo, pero que en la práctica parece difícil de utilizar. Más cuando el mismo texto rubricado establece muchas condiciones para que los Estados Unidos envíe datos que sirvan a la AFIP.

Bienes Personales, ¿la clave?

El mejor incentivo, curiosamente, no está en el texto del Régimen de Exteriorización de Activos. Por el contrario, parece asomar en la creación del régimen de pago adelantado para el Impuesto sobre los Bienes Personales.

¿En qué consiste? El REIBP (tal su sigla) establece una opción de abonar el gravamen patrimonial equivalente a los próximos períodos hasta el 2027 de manera anticipada a una alícuota baja (que varía si se trata de activos blanqueado o ya declarados).

El texto aprobado por el Congreso define que quienes se sumen a este régimen especial quedarán liberados no sólo del pago de Bienes Personales, sino de cualquier otro impuesto patrimonial que surja en el futuro.

Esta estabilidad fiscal, no obstante, puede caer en la nada si en el futuro una nueva ley deroga este artículo en particular. Sin embargo, es uno de los puntos más tentadores. Aún a riesgo de que todo cambie en el futuro.

Más allá de eso, parece quedar claro que, ante tamaña inseguridad jurídica, el éxito del próximo blanqueo no pasaría ni por lo beneficios ni por las acciones coercitivas, sino por la ecuación entre riesgo y ganancia.

Una delgada línea que sólo pueden transitar quienes tengan muy bien definidos el ahorro que podrá obtener hoy, aun cuando mañana puedan cambiar (una vez más) las reglas del juego.

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GC

Gonzalo Chicote