Aumentos con efectos nominales, sin incidencia en el poder adquisitivo
La inflación está destruyendo el valor real de las jubilaciones, a pesar de que se ajustan trimestralmente con la fórmula de movilidad y se le sumen bonos. Es imprescindible bajar la inflación y abordar un ordenamiento previsional.
La espiralización de la inflación está latente. El 2023 arrancó con una tasa mensual de 6%, que fue creciendo todos los meses hasta llegar en abril al 8,4%.
Ya no es solo el financiamiento con emisión monetaria del déficit fiscal. La acumulación de déficits en el pasado provocó una gran acumulación de Leliq. Estas obligan a pagar intereses con emisión. La base monetaria crece, aproximadamente, a razón del 15% por mes impulsada por los intereses de las Leliq.
Con este escenario, se anunció que las jubilaciones en junio aumentarán un 21% por aplicación de la fórmula de movilidad. Mediante una decisión discrecional, se le agrega a las jubilaciones mínimas un bono de $ 15.000 en junio, $ 17.000 en julio y $ 20.000 en agosto.
Cabe preguntarse si las jubilaciones efectivamente le están ganando a la inflación, más allá del uso de la nominalidad. Considerando datos de la ANSES sobre evolución de las jubilaciones y los bonos otorgados, vemos que el haber jubilatorio promedio en junio del 2023 será un 18% inferior en términos reales al valor que tenía en diciembre del 2019.
Por otra parte, el haber mínimo, debido a que es suplementado con los bonos, estará en junio casi al mismo nivel que diciembre del 2019. Y por último, asumiendo que la inflación se mantiene en 8% mensual, en agosto del 2023, las jubilaciones serán un 30% inferior y la mínima un 10% inferior a diciembre del 2019.
En pocas palabras, las jubilaciones están lejos de ganarle a la inflación. Las jubilaciones más altas sufrieron una fuerte pérdida en términos reales y la jubilación mínima, aun con el bono, también, pero menor.
Es el pago de bonos otro factor de inequidad porque quienes cobran jubilaciones superiores a la mínima, generalmente, la obtuvieron haciendo aportes en su vida laboral. Más allá de estas consideraciones, es imposible evitar que las jubilaciones pierdan cuando la inflación se acelera.
El aumento del gasto público lleva a excesos de emisión monetaria que producen la alta inflación. Esta misma, a su vez, permite hacer anuncios de altos aumentos de jubilaciones. La realidad es que jubilados y población en general se están empobreciendo con la inflación. El BCRA hoy gasta más en pagar los intereses de las Leliq que la ANSES en pagar jubilaciones.
Los aportes y contribuciones salariales financian apenas la mitad del gasto total de la ANSES. Con este panorama, el Tesoro está obligado a financiar el restante 20%.
Abordar un ordenamiento previsional es imperioso si se quiere recuperar las jubilaciones y combatir la inflación. Los aportes y contribuciones salariales financian apenas la mitad del gasto total de la ANSES y los impuestos con asignación específica otro 30%. Con este panorama, el Tesoro está obligado a financiar el restante 20% de los gastos de la ANSES.
Esta es la principal fuente de déficit fiscal nacional y situaciones parecidas se presentan en las provincias que administran cajas previsionales. El ordenamiento previsional significa dejar de ajustar las jubilaciones con la inflación y diseñar nuevas reglas que le den sustentabilidad financiera y sean, también, equitativas.
En definitiva, dejar de prorrogar moratorias, mejorar la Prestación Universal para el Adulto Mayor, establecer mecanismos de adaptación automática de la edad jubilatoria al aumento en la esperanza de vida, eliminar progresivamente los regímenes especiales de jubilación de manera que todos sean iguales ante la ley y eliminar la pensión por sobrevivencia que genera doble cobertura son algunos de los mecanismos para comenzar a sanear el sistema. Es cardinal darle independencia a la ANSES.
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