Ciencia

No sólo es una emoción: esto sucede en el cerebro cuando nos enamoramos, según la ciencia

El enamoramiento es un fenómeno profundamente biológico y químico, en el que participan una serie de neurotransmisores y hormonas que afectan tanto al cerebro como al cuerpo.

El enamoramiento es una de las experiencias humanas más intensas y fascinantes, un estado emocional que puede alterar tanto nuestra forma de pensar como nuestra fisiología. Pero, ¿qué ocurre realmente en el cerebro cuando sentimos amor? 

La ciencia ha avanzado considerablemente en los últimos años, y hoy contamos con un entendimiento más profundo de cómo la química cerebral y las reacciones biológicas se entrelazan para producir esa sensación de "mariposas en el estómago" y hasta la obsesión por una persona.

Etapa por etapa: así se comporta nuestro cerebro cuando nos enamoramos

La fase inicial: La atracción y la obsesión

Cuando conocemos a alguien por primera vez y sentimos una fuerte atracción, el cerebro entra en una fase de "alta activación". Es una etapa cargada de emociones intensas, en la que los procesos biológicos se disparan a medida que experimentamos la fascinación por esa persona. Aquí intervienen principalmente dopamina, noradrenalina y serotonina.

Dopamina: El neurotransmisor de la recompensa 

En los primeros momentos de la atracción, la dopamina juega un papel fundamental. Este neurotransmisor está estrechamente relacionado con el sistema de recompensa del cerebro y se activa cuando experimentamos algo placentero o gratificante. El cerebro interpreta la presencia de la persona atractiva como una recompensa, lo que genera sensaciones de euforia, emoción y energía. La dopamina también está vinculada con la motivación, por lo que hace que busquemos estar cerca de esa persona para continuar experimentando esa sensación placentera.

El aumento de la dopamina genera una sensación de bienestar y excitación, que puede traducirse en pensamientos obsesivos o la constante necesidad de pensar en la persona. Las "mariposas en el estómago", ese nerviosismo y las emociones fluctuantes que sentimos cuando estamos cerca de alguien que nos gusta, son una manifestación directa de esta liberación de dopamina.

Noradrenalina: el impulso de la emoción 

La noradrenalina, también conocida como norepinefrina, es otra hormona clave en las primeras etapas del enamoramiento. Está vinculada con el sistema nervioso simpático, lo que provoca respuestas físicas como el aumento de la frecuencia cardíaca, la sudoración o una sensación de excitación. Esta hormona también juega un papel en la ansiedad y la alerta, lo que puede hacer que, al estar cerca de la persona que nos atrae, sintamos una mezcla de nerviosismo, excitación y a veces inseguridad.

Serotonina: la montaña rusa emocional 

Mientras la dopamina y la noradrenalina nos hacen sentir excitación y placer, la serotonina también juega un papel crucial, aunque en una dirección diferente. 

La serotonina regula el estado de ánimo y el bienestar general, pero durante la fase inicial del enamoramiento, los niveles de serotonina suelen disminuir. Esto se traduce en un aumento de los pensamientos obsesivos, que se caracterizan por pensar constantemente en la persona amada, lo que puede generar una sensación de ansiedad y falta de concentración. Esta disminución de serotonina está relacionada con la obsesión característica de los primeros días de una relación, donde es común perder el control de los pensamientos y sentir que la mente no puede dejar de pensar en la pareja.

La fase de apego: el fortalecimiento de los lazos

A medida que la relación progresa y la atracción se transforma en un vínculo más profundo, el cerebro comienza a cambiar el foco de atención. En lugar de centrarse en la excitación y la novedad, se refuerzan las conexiones emocionales y se establece un sentimiento de seguridad y confianza. En esta fase, las hormonas oxitocina y vasopresina juegan roles fundamentales en la creación de un vínculo duradero.

Oxitocina: la hormona del apego 

La oxitocina, conocida como la "hormona del amor", es clave para el apego emocional. Esta hormona se libera durante momentos de cercanía física, como abrazos, besos, caricias o durante el contacto sexual. La oxitocina promueve la sensación de bienestar y seguridad, lo que refuerza la confianza entre las parejas. Además, tiene un efecto calmante sobre el sistema nervioso, ayudando a reducir los niveles de estrés y ansiedad.

Cuando las parejas se abrazan o se muestran afecto, la liberación de oxitocina crea una sensación de confort y apego, lo que favorece la formación de un vínculo profundo. La oxitocina también está relacionada con la maternidad, ya que juega un papel importante en el parto y en la lactancia, fortaleciendo el vínculo entre madre e hijo, lo que refuerza su papel en la creación de lazos duraderos entre las personas.

Vasopresina: la hormona de la fidelidad 

La vasopresina es otra hormona crucial en la fase de apego, ya que está relacionada con comportamientos de fidelidad y la formación de relaciones a largo plazo. Aunque la vasopresina comparte algunas similitudes con la oxitocina, su acción se enfoca más en la creación de lazos de pareja duraderos y la formación de comportamientos protectores. Los estudios han demostrado que la vasopresina está involucrada en la construcción de un sentido de lealtad, lo que ayuda a las personas a mantenerse emocionalmente conectadas a largo plazo y a ser más propensas a permanecer comprometidas con sus parejas. 

La fase de estabilidad: el amor maduro y duradero

Con el paso del tiempo, a medida que una relación se vuelve más estable, el enamoramiento va dando paso a un amor más profundo y duradero. En esta fase, las fluctuaciones hormonales que se experimentan en los primeros días de la relación se estabilizan, pero el vínculo emocional sigue siendo fuerte.

Prolactina: la hormona de la calma y la satisfacción 

La prolactina, una hormona vinculada a la lactancia, también juega un papel importante en las relaciones a largo plazo. Aunque es más conocida por su rol en la producción de leche, la prolactina también está involucrada en la regulación del deseo sexual y en la creación de sentimientos de satisfacción y calma. Cuando las parejas pasan tiempo juntas y se sienten emocionalmente satisfechas, los niveles de prolactina pueden aumentar, lo que contribuye a una sensación de estabilidad y bienestar dentro de la relación.

Endorfinas: la recompensa de la conexión emocional 

Finalmente, las endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad, también están involucradas en el amor a largo plazo. Estas sustancias químicas se liberan en el cerebro durante momentos de intimidad emocional y física, produciendo sensaciones de placer y reduciendo el dolor o el estrés. Las endorfinas son responsables de la sensación de "bienestar general" que se experimenta en una relación madura, donde la conexión emocional y física genera una respuesta fisiológica placentera y gratificante.

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