El año más oscuro y turbulento de la Corona Británica: ¿cómo fue el annus horribilis de la Reina Isabel II?
Aquel año oscuro, aunque devastador, preparó el terreno para una monarquía más moderna y capaz de enfrentar los desafíos del siglo XXI.
En 1992, la Reina Isabel II pronunció una de sus frases más memorables y cargadas de simbolismo: "1992 no es un año que recordaré con placer. Ha resultado ser un annus horribilis". Este término en latín, que significa literalmente "año horrible", encapsula uno de los periodos más oscuros y turbulentos en la historia moderna de la monarquía británica.
Durante ese año, la familia real se vio envuelta en múltiples escándalos matrimoniales, una feroz cobertura mediática y un trágico incendio en uno de sus castillos más emblemáticos: el Castillo de Windsor. El annus horribilis no solo dañó la imagen pública de la Corona, sino que también obligó a una institución tradicional y centenaria a repensar su relación con la sociedad contemporánea.
Tres crisis matrimoniales que sacudieron a la monarquía
1. Separación del Príncipe Andrés y Sarah Ferguson
En marzo de 1992, se anunció la separación oficial del Duque y la Duquesa de York. Aunque la relación llevaba tiempo deteriorada, el escándalo explotó cuando The Daily Mirror publicó unas comprometedoras fotografías de Sarah Ferguson siendo besada y masajeada en los pies por su asesor financiero, John Bryan. El escándalo se convirtió en una vergüenza pública para la realeza.
2. Divorcio de la Princesa Ana
La única hija de la Reina, la Princesa Ana, también protagonizó titulares cuando se confirmó su divorcio con el capitán Mark Phillips tras años de rumores sobre infidelidades y distanciamiento. Aunque el divorcio fue menos mediático, sumó tensión al ya frágil panorama familiar.
3. El colapso del matrimonio entre el Príncipe Carlos y la Princesa Diana
Este fue, sin duda, el golpe más fuerte a la imagen de la familia real. En junio de 1992, el periodista Andrew Morton publicó el libro Diana: Her True Story, que reveló con crudeza la infelicidad de la princesa, sus intentos de autolesionarse y las infidelidades del Príncipe Carlos con Camilla Parker Bowles.
Aunque el libro fue inicialmente atribuido solo a fuentes anónimas, luego se supo que Diana había colaborado activamente en su elaboración.
En diciembre de ese mismo año, el Primer Ministro John Major anunció ante el Parlamento que Carlos y Diana se habían separado oficialmente, marcando el comienzo de una prolongada guerra mediática que desgastaría aún más a la institución.
El incendio del Castillo de Windsor: una herida simbólica
El 20 de noviembre de 1992, mientras la Reina celebraba su aniversario de bodas, un incendio se desató en el Castillo de Windsor, una de las residencias oficiales más antiguas y significativas de la Corona británica.
El fuego comenzó en la Capilla Privada y se extendió rápidamente, destruyendo nueve salas de estado y dañando más de 100 habitaciones. Fue necesario el trabajo de más de 200 bomberos y 15 horas de labor ininterrumpida para controlar las llamas.
La tragedia desató un debate nacional sobre el financiamiento de la reconstrucción. Inicialmente, se esperaba que el Estado cubriera los costos, pero ante el clamor público, la Reina accedió a pagar impuestos por sus ingresos personales y permitió la apertura al público del Palacio de Buckingham para ayudar a costear las reparaciones.
El discurso de la Reina: una declaración histórica
El 24 de noviembre de 1992, en un banquete ofrecido por la alcaldía de Londres, la Reina Isabel II habló de forma inusualmente personal ante los asistentes:
"1992 no es un año que recordaré con placer. En palabras de uno de mis corresponsales más comprensivos, ha sido un annus horribilis", definió la reina. Esta fue una de las raras ocasiones en que la monarca rompió con su tradicional compostura para expresar su dolor y preocupación.
El gesto fue visto como un intento de acercamiento al pueblo británico, que ya comenzaba a exigir más transparencia, empatía y modernización por parte de la institución.
El annus horribilis dejó secuelas profundas, pero también marcó el comienzo de una nueva era para la realeza británica. A partir de 1992, se implementaron una serie de reformas con el objetivo de modernizar la institución y restaurar la confianza del pueblo.
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Estas medidas demostraron que la monarquía, pese a su longevidad, estaba dispuesta a adaptarse a las demandas del siglo XXI:
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Pago de impuestos por parte de la Reina, rompiendo con una antigua tradición de exención fiscal.
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Mayor transparencia financiera de la Casa Real.
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Apertura del Palacio de Buckingham al público, tanto como gesto simbólico como fuente de ingresos.
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Revisión de la relación con la prensa, aunque las tensiones continuarían en las décadas siguientes.
Un año que definió a una monarca
A lo largo de su reinado, la Reina Isabel II enfrentó numerosas crisis, pero pocas tan intensas y complejas como las de 1992. El annus horribilis no solo puso a prueba su temple, sino también su capacidad de liderazgo en tiempos difíciles.
Su honestidad al reconocer públicamente el sufrimiento vivido, sumada a su disposición para iniciar reformas significativas, le permitió recuperar en parte la confianza de una sociedad cada vez más crítica con las instituciones tradicionales.