Si no vieron la serie Adolescencia de Netflix es probable que hayan escuchado a otras personas hablar de ella. La producción británica es un éxito mundial, un golpe al estómago de cuatro horas que disecciona la dinámica detrás del asesinato de una adolescente, Katie, por su compañero de clase Jamie, quien se radicalizó, en parte, por la tóxica cultura masculina digital. 

-Uno de los grandes temas del programa es la distancia que hay entre los chicos de esta generación y sus padres, que tratan de protegerlos. ¿Abordaron Adolescencia con la idea de que tal vez la tecnología amplió esa distancia, en especial entre los varones?

-Totalmente. Y hay montones de conversaciones que no podemos entender, como los emojis, sobre las que pasé mucho tiempo hablando con muchachos, esa especie de refinamiento en los términos con los que hablan. Podemos imaginar que los años ‘60 fueron igual, con un grupo de personas que hablaba de una manera y luego otros que iban para otro lado, y estaba la duda de cómo iban a hacer para comunicarse entre sí.

-¿Hablaron con muchos chicos como parte de la investigación? ¿Cómo se prepararon?

-Sí, hablé con muchos hombres, hombres jóvenes. También pasé tiempo en Internet cambiando mi algoritmo. Además consumí mucho contenido en todo tipo de plataformas diferentes para tratar de entender lo que consumen.

Descubrí que no es tan fácil como pensaba poner todo eso (la cultura online) en una caja y tratarlos como alienígenas, ya saben, Andrew Tate. Creo que eso es central, la idea de que el 80% de las mujeres se sienten atraídas por el 20% de los hombres. Es una idea tan poderosa. Y se vincula con lo que yo sentía de adolescente, eso de que "nadie me quiere, a nadie le parezco atractivo, nadie quiere hablar conmigo, cómo voy a encajar en el mundo". Y escuché que hay un motivo de por qué nos sentimos así, una razón para todas esas emociones, y es que el mundo está dominado por las mujeres. Estéticamente, serás un extraño hasta que aprendas a hacerte más fuerte, a mejorar, a volverte más atractivo.

-Siempre existió la cultura extremista. ¿Qué culpa descubrió en las redes sociales, en los podcasters o en el algoritmo mientras hacía sus investigaciones?

-La vi en las expectativas con las que se crían esos muchachos. La culpa puede que sea total, porque es una ideología que han difundido y que yo no sentía a esa edad. Yo sentía que mi aspecto no era el que debía ser, pero nunca llegué a eso que escuché de algunos muchachos: "Si no tengo los hombros del tamaño de los de Henry Cavill, entonces fracasé en la vida".

-Algunos países han tratado de regular las redes sociales, ¿pero cuán práctico puede ser eso? ¿Es posible poner de vuelta el genio en la botella?

-Bueno, lo hicimos con los cigarrillos. Con el alcohol. Cambiamos la forma en que afrontamos todas esas influencias en la vida de la gente. ¿Por qué no podemos ver a los teléfonos y las redes sociales como parte de eso? ¿Por qué no pueden ser materia de salud pública? Si un gobierno toma posición podría tener un impacto real.

-Una última pregunta que tal vez no pueda responderse. ¿Es Jamie un monstruo irrecuperable desde el punto de vista psicológico, es un producto de todos estos factores, como la relación con su padre y las circunstancias que ahora rodean la cultura online, las redes y el uso de la tecnología? Es otra manera de preguntar si todo esto podría haberse prevenido.

-Sí, podría haberse prevenido fácilmente por parte de unos 50 personajes diferentes del programa si hubieran podido acercarse al chico. Tal vez él habría cambiado su conducta. ¿Es irrecuperable después de haber cometido el acto? La esperanza es que siga en prisión por un largo tiempo antes de que lo suelten de nuevo al mundo, pero no creo que nadie sea irrecuperable. Esa es la tragedia. La tragedia es que en algún momento Jamie tendrá otra oportunidad en la vida, pero Katie no.