Monte dei Paschi, el banco más antiguo del mundo que puso a una ciudad de rodillas
Monte dei Paschi ha sido el benefactor de Siena desde 1472. Pero un escándalo multimillonario debido a la búsqueda enérgica del crecimiento y una muerte dudosa le asestó un golpe demoledor.
La filmación es borrosa pero la forma de un cuerpo que se zambulle es inconfundible. Un hombre de mediana edad vestido con camisa blanca, pantalones gris oscuro y zapatos negros de cuero cae directamente en posición sedente, mirando a la pared de un callejón medieval. Cuando las piernas tocan el húmedo empedrado, el cuerpo rebota un metro, y después cae de espaldas con los brazos estirados detrás de la cabeza.
Puede verse que son las 7.59 pm del 6 de marzo de 2013. En los siguientes 22 minutos la cámara de circuito cerrado capta movimientos en la cabeza y los brazos hasta que al final se quedan quietos. Los paramédicos tardan casi una hora en llegar al lugar. En ese tiempo dos figuras entran en el callejón. Uno, vestido con una campera azul inflada y gorrita, se acerca al cuerpo y al parecer revisa los signos vitales. Luego de unos momentos la pareja se retira entre las sombras.
David Rossi tenía 51 años cuando murió. Era el director de comunicaciones del banco más antiguo del mundo, Monte dei Paschi di Siena, entidad que estaba bajo amenaza. Un escándalo multimillonario en euros podía poner fin a cinco siglos y medio de historia.
Para los habitantes de Siena, Monte dei Paschi no sólo es un banco. Es el empleador más grande de la ciudad, al que llaman con afecto Babbo Monte, o Papá Monte. Casi desde el momento de su fundación, en 1472, dos decenios antes de que Cristóbal Colón zarpara en su primer viaje a América, la historia de Monte dei Paschi es un ejemplo sobre la finalidad misma de los bancos. Ha prestado obras de caridad a los pobres de Siena, fue benefactor de las instituciones civiles de la ciudad, patrono de las artes, financista del desarrollo agrícola de la Toscana, fuente de dinero para la nobleza local y un enérgico afianzador de la industria, orientado según los intereses de inversores mundiales. A menudo desempeñó más de uno de esos papeles al mismo tiempo.
"Su existencia misma es una forma de propaganda para Siena", declara Mario Ascheri, profesor de sobre la Italia medieval y autor de una historia de la ciudad. "Contar con el Monte es una señal de que a la ciudad le importa su gente".
A comienzos de los 2000, la fundación caritativa del banco gastaba 150 millones de euros anuales en Siena y los alrededores apoyando desde la universidad y los equipos deportivos locales al pago de servicios de ambulancias y guarderías. Participó en prácticamente todas las facetas de la vida de Siena. Pero en años recientes el Babbo asestó a la ciudad una serie de golpes demoledores. Desde 2008, tras años de crecimiento rápido que descuidaron los ideales de su fundación, la fortuna del banco se desplomó, y con ella la de la ciudad que ha respaldado durante cientos de años.
Diez días antes de la muerte de Rossi, su casa fue allanada por la policía que investigaba una serie de complicadas y opacas transacciones financieras. Rossi estaba presionado para cooperar con la pesquisa. La tensión del caso, más la reciente muerte de su padre, llevaron a los investigadores a la conclusión de que se había suicidado.
Pero la familia de Rossi no estaba convencida. Y con los años surgieron pruebas que agregan peso a las sospechas. La autopsia reveló cortes y moretones en los brazos y muñecas de Rossi, lo que indica que hubo una pelea antes de la caída. En un brazo descubrieron marcas rojas con la forma de huellas digitales. Había sufrido una profunda herida triangular en la parte posterior de la cabeza, algo compatible con el impacto de un objeto punzante. La ventana de su oficina en el tercer piso estaba abierta y se presumía que Rossi había saltado desde allí. Pero la trayectoria de su caída, combinada con la curiosa posición de la caída, indica que podría haber sido empujado desde un piso más alto de la fortaleza del siglo XIV donde el banco tenía la sede.
Durante más de un decenio el misterio que rodea la muerte de Rossi ha cubierto a la ciudad de Siena y a su banco. Perseguido por un pasado de escándalos, hoy el futuro de Monte dei Paschi atraviesa su momento más incierto desde 1472. El gobierno italiano, que rescató a la entidad en 2017, confía en desprenderse de su última porción accionaria hacia fin de año. Lo más probable es que sea absorbido por un rival más grande sin vínculos con Siena, un desastre para la ciudad que edificó y nutrió durante siglos.
Con el cambio de milenio, Monte dei Paschi estaba en la cima de sus poderes, con unos cuatro millones de clientes y cerca de 2.000 sucursales en todo el mundo, incluyendo sedes en Nueva York, Londres y Singapur. Tras empezar a cotizar en Bolsa contaba con una base de inversores internacionales que demandaba ganancias trimestrales y crecimiento rápido. Por lo tanto, el banco más antiguo del mundo empezó a enfrascarse en el tira y afloja de las transacciones y la ingeniería financiera.
Cuesta detectar el momento exacto en el que las cosas empezaron a andar mal, pero Pierluigi Piccini, ex alcalde de Siena que alguna vez trabajó en el banco, menciona la adquisición de su rival en Padua, la Banca Antonveneta, en 2007. "Antes de la compra de la Antonveneta, (el Monte dei Paschi) era uno de los bancos mejor capitalizados de Italia -observó-. Los problemas financieros empezaron a partir de ese momento".
La decisión de comprar la Banca Antonveneta al banco español Santander por 9.000 millones de euros, justo cuando se abatían sobre Europa las nubes de la crisis financiera, en efecto quedará como una de las peores decisiones en la historia de los bancos.
El Santander había comprado la Banca Antonveneta apenas unos meses antes y por dos tercios de la suma que aceptó pagar Monte dei Paschi. El presidente del Santander, Emilio Botín, casi parecía avergonzado al comunicar a los accionistas que su entidad iba a lograr ganancias por 3.400 millones de euros gracias a la operación.
El monte de Siena fue creado por las autoridades de la ciudad. Según sus estatutos debía asegurarse de "ayudar y asistir a los pobres o miserables o a las personas necesitadas"
Para agravar las cosas, Monte dei Paschi había aceptado pagar en efectivo, en vez de utilizar sus acciones. El equipo de administración debió esforzarse para recaudar los fondos sin afectar la posición del banco. Lanzaron una serie de ventas minoristas de bonos con la idea de pagar la transacción con dinero prestado por hogares y pequeñas empresas.
Pronto fue evidente que la operación no había contado con la diligencia debida. Monte dei Paschi había pagado muy por encima de lo que correspondía por una empresa fuertemente endeudada con pocas oportunidades de expansión. Y para completar la compra recaudó 1.000 millones de euros con JPMorgan de Wall Street mediante un tipo de título que se convertiría en valores si el solicitante entraba en dificultades. El banco central de Italia aclaró que Monte dei Paschi no informó de la transacción.
También la fundación Monte dei Paschi alegó que no estaba al tanto del trato. La rama de caridad pronto sería convocada para aportar capital en la transacción. La entidad había sido creada en 1995 en preparación para la salida a la Bolsa de Monte dei Paschi con la idea de que prosiguiera con sus deberes de caridad y se convirtiera en el propietario principal del banco; en 1999 sus acciones representaban la cuarta parte del valor que se negociaba en el mercado.
Desde la Segunda Guerra Mundial Siena había sido un bastión de la izquierda, y casi todos los alcaldes durante medio siglo pertenecieron a los partidos comunista o socialista. Sus ideas sobre la función social de los bancos modelaron la identidad de Monte dei Paschi. Era hondo su compromiso de ayudar a la ciudad.
La fundación creó dos nuevos departamentos en la universidad de la ciudad, uno de ellos el único en Italia dedicado a la banca, donde se formaron cientos de los futuros empleados de la firma. Desde la década de 1980 sus directivos se movían con libertad en el consejo local, mientras que varios gobernantes de la urbe tenían lazos cercanos con el banco y sus sindicatos.
En 2001 se creía que el alcalde Piccini iba a asumir como presidente de la fundación, pero al final el escogido fue el calabrés Giuseppe Mussari. Cinco años después, Mussari asumió como presidente de Monte dei Paschi y encaminó al banco en una senda de crecimiento rápido y duplicación de las ganancias en seis años, un brote de expansión que tendría consecuencias graves.
Después de la desastrosa operación de Antonveneta, la fundación se vio obligada a rescatar al banco y a reducir el financiamiento de muchas de las organizaciones deportivas o culturales de Siena. En 2014 quebraron los equipos de fútbol y básquet de la ciudad, y debieron empezar de nuevo en ligas menores.
En el decenio posterior al acuerdo, los activos de la fundación pasaron de 8.000 millones de euros a 200 millones, mientras que su participación en el banco se redujo del 46 al 0,003 por ciento. La ciudad perdió el control de Babbo Monte, el benefactor al que había atado su suerte.
Filippo Alloatti, un directivo en el administrador de fondos Federated Hermes, que invierte en títulos de Monte dei Paschi, entiende mejor que muchos la relación complicada entre la ciudad y el banco. "Mi familia ha vivido en el campo de la Toscana cerca de Siena durante cientos de años, pero cuando vamos a la ciudad nos siguen viendo como extranjeros -explica-. Para entender el banco hay que profundizar en la historia medieval".
Enclavada sobre tres colinas entre los viñedos y olivares de la región de Chianti en la Toscana, la ciudad medieval de Siena fue fundada por los etruscos. Sin provisión natural de agua no pudo desarrollar industrias, así que el comercio y la banca fueron la base de su economía.
En los inicios del Renacimiento, los bancos florecieron en Italia, y las ciudades estado de Florencia, Génova, Milán y Siena apuntalaron buena parte del comercio europeo. Los banqueros de Siena se ganaron una reputación de tenacidad, especialmente al recaudar "donaciones" de las autoridades de iglesias y abadías de todo el continente, que luego podían derivar a Roma.
"Su existencia misma es una forma de propaganda para Siena. Contar con el Monte es una señal de que a la ciudad le importa su gente".
En la década de 1470, por la fecha en que Leonardo da Vinci cobraba fama como pintor en la cercana Florencia, Siena creó un "monte de pietà", una suerte de casa de empeños caritativa que prestaba dinero a los ciudadanos a cambio de un valor. La usura era considerada pecado por la Iglesia, de modo que los préstamos los efectuaban financistas judíos que llegaban a cobrar un interés del 40 por ciento o más. Para no caer en eso los frailes franciscanos explotaron el resquicio de cobrar una comisión correspondiente al costo de administrar la cuenta. El sistema del "monte" se expandió por toda Italia.
El monte de Siena fue creado por las autoridades de la ciudad. Según sus estatutos, suscriptos el 4 de marzo de 1472, debía asegurarse de "ayudar y asistir a los pobres o miserables o a las personas necesitadas". Comenzó con 5.000 florines obtenidos de los impuestos al vino, la sal, la carne, el pescado y la verdura. A los deudores les cobraban un interés del 7,5 por ciento anual, que pagaba los costos. Como garantía entregaban por lo general joyas o ropas, y en los primeros cuadernos contables figuran artículos como "seis pendientes pequeños" o "dos abrigos de estilo español". La sede estaba, y sigue estando, en el Palacio Salimbeni, una fortaleza imponente en el centro de la ciudad, que los habitantes locales llaman La Rocca.
Al comienzo el monte funcionaba en la zona y evitaba asumir riesgos. Las autoridades de la ciudad ya habían visto el desplome de grandes instituciones bancarias italianas, que se habían sobreexigido hasta hacer implosión. Pero al monte lo consideraban solamente como una obra de caridad.
También se transformó en un patrono poderoso del arte al financiar, casi sin ayuda, la Escuela Sienesa de pintura. "Debemos admirar a los antiguos sieneses", comenta el historiador Ascheri. "Hay una asombrosa línea de continuidad en ese amor al arte, incluso en períodos malos. Siempre trataron de crear cosas bellas".
En la segunda mitad del siglo XVI, Siena quedó bajo el gobierno de los Médici, la poderosa familia florentina que comenzó a transformar el monte en un banco público que habría de llamarse Monte dei Paschi, tomando el nombre de las pasturas que rodean a la ciudad. La entidad aumentó rápidamente sus préstamos. Sus principales clientes eran agricultores locales que buscaban comprar ganado, construir establos o simplemente cubrirse hasta la próxima cosecha.
Al crecer los préstamos también aumentaron las oportunidades de malversación: en 1623 las autoridades locales descubrieron que se habían robado hasta el 20 por ciento del capital del banco. Entre los sospechosos del robo figuraban el tesorero, varios caballeros y un teólogo. Luego de un juicio de 14 meses, que requirió del empleo de tormentos, varios de los perpetradores fueron condenados a muerte.
Los Médici ordenaron que el banco adoptara un enfoque más profesional. A los clientes que pedían préstamos les exigían que entregaran un depósito, por lo general escrituras de tierras. La nobleza de Siena acudía cada vez más al Monte dei Paschi para financiar hechos capitales en sus vidas. Los ricos se endeudaban con el banco para pagar las dotes de sus hijas.
Hacia el siglo XVIII se abatieron tiempos difíciles sobre Siena. También Monte dei Paschi los padeció, y en 1711 evitó por poco la quiebra. Unos años después se descubrió que el brazo de caridad del banco, denominado Monte Pio, tenía un rojo de 20.000 escudos y se culpó a dos nobles locales de la mala gestión. Uno de ellos, que pertenecía a una orden de caballeros alineada con los Médici, fue indultado. Al cómplice menos afortunado lo decapitaron.
A esta altura el banco apenas daba ganancias. Se había expandido demasiado financiando gran parte de las obras públicas de la ciudad. Pero también padecía de una constante mala praxis. Sus administradores eran con frecuencia nobles cuyas familias tomaban prestado grandes cantidades de sus arcas. Los jueces locales eran reacios a investigar a los culpables.
Tras financiar la restauración de Siena después del terremoto de 1798, Monte dei Paschi empezó gradualmente a recuperarse a lo largo del siglo XIX. Ayudó a financiar las guerras de independencia italiana contra el imperio austríaco, y se le concedió la responsabilidad de cobrar impuestos. En la década posterior a la unificación italiana los depósitos se duplicaron hasta llegar a los 22 millones de liras. Pero aun así no podía desprenderse del legado de las malas gestiones. Dos veces a fines del siglo XIX debió ser rescatado por el Estado.
En la Piazza Salimbeni frente a La Rocca, la sede central de Monte dei Paschi, se yergue la imponente estatua de mármol del economista sienés del siglo XVIII Sallustio Bandini. Una tórrida mañana de mayo de este año, su mirada severa se posaba sobre grupos de turistas errantes.
El guía levanta una sombrilla y los encamina por la Via Banchi di Sopra, una de las principales calles comerciales de Siena. Por encima de las fachadas de las tiendas cuelgan banderas coloridas con las insignias medievales de los "contrade" locales, los distritos de la urbe sumidos en los aprestos para el Palio, la carrera de caballos a pelo. Los 17 contrade se hallan todos en deuda con el monte; en señal de reconocimiento, la mañana de las carreras, representantes vestidos con atuendos heráldicos y ceremoniales bajan a la piazza para rendir homenaje a la institución que los respaldó durante siglos.
A un lado de la calle, debajo de un arco gótico, un pasaje angosto se une al callejón en la parte trasera. Fue allí donde David Rossi murió tras saltar. Un cartel en la pared decía "Veritá per David", verdad por David. Entre los muchos mensajes de apoyo escritos en el cartel varios pedían que "se haga justicia" o "No Omertá!!!" Once años después de su muerte, la familia de Rossi sigue buscando respuestas.
"Como esa noche pareció tan obvio que David se había matado, la policía no hizo una investigación minuciosa", declaró un empleado que estaba en el edificio en aquel momento. Recordó el caos de esa noche en que los paramédicos no sabían cómo acceder al callejón detrás del edificio, y empleados y policías entraban y salían de la oficina de Rossi contaminando el lugar de la muerte. "Ahora es posible que nunca sepamos qué le ocurrió al pobre tipo", agregó.
Hubo otros misterios. Las suelas de los zapatos de Rossi tenían manchas de barniz y pintura blanca fresca, algo compatible con las obras de renovación que se estaban ejecutando en los pisos superiores del edificio. En cambio, al tercer piso no lo estaban decorando. Cuando la policía allanó la oficina de Rossi, descubrieron en el tacho tres mensajes suicidas arrugados. Expertos en grafología determinaron que el autor había sido Rossi, pero que posiblemente los había escrito bajo presión.
Uno de ellos, que supuestamente estaba dirigido a su esposa, decía: "Ciao, Toni, mi amor. Lo siento". Pero la viuda de Rossi, Antonella, dijo que él siempre se refería a ella por su nombre completo. Luego hubo un mail enviado por Rossi a su jefe con lo siguiente: "Esta noche voy a matarme, lo digo en serio. Ayúdeme!!!" Más tarde los investigadores descubrieron que el mensaje se había creado en el servidor de mails del banco la mañana posterior a su muerte.
Pero tal vez el detalle más difícil de explicar fue la llamada no identificada recibida en el teléfono de Rossi a las 20.33, justo media hora después del salto mortal. A esa misma hora el video del circuito cerrado registra la caída de su reloj pulsera, sin la malla, siguiendo la misma dirección que el cuerpo, indica una investigación encargada por su familia.
La historia nunca se retiró de la imaginación popular. Tras conocerse los defectos de la pesquisa inicial, la policía de Siena quedó bajo la presión de políticos y fiscales que pedían un nuevo examen de pruebas cruciales. El cuerpo de Rossi fue exhumado en 2016 y detectives especiales investigaron los servidores del banco procurando desentrañar las incoherencias en los horarios de los mails. Hace tres años se formó en Roma una comisión legislativa especial dedicada al caso.
En Italia la muerte generó todo tipo de conjeturas; hubo acusaciones de corrupción y fiestas sexuales entre la elite de Siena, además de sugerirse vinculaciones con la delincuencia organizada. A comienzos de este año pudo saberse que un hombre sospechado de haber asesinado a tres trabajadoras sexuales en Roma, que tiene vínculos con la Camorra, alegó en una entrevista de 2019 con la policía que él había sido el responsable de la muerte de Rossi.
En el transcurso de la investigación la policía identificó a las dos figuras captadas por las cámaras que ingresaron al callejón luego de la caída de Rossi. Eran compañeros de trabajo y fueron los primeros en descubrir el cuerpo y llamar a la ambulancia, por lo que no se los consideró sospechosos. Pero la familia de Rossi seguían sin convencerse.
Un hermano, Ranieri, recuerda la pasión de Rossi por el periodismo. A los nueve años David hacía su propio diario que distribuía entre los amigos del barrio. Una carrera temprana en los medios lo llevó a desempeñar funciones de prensa en el gobierno local, luego en la fundación Monte dei Paschi, y finalmente lo condujo al banco. "Era un hombre tranquilo y reflexivo, un hombre de cultura ilimitada", afirmó Ranieri.
El 6 de marzo, aniversario de la caída de Rossi, su hijastra, Carolina Orlandi, de 30 años, se recostó sobre el empedrado de la Piazza Santi Apostoli, en Roma. Era una protesta para llamar la atención sobre la demanda de justicia de su familia. Otros manifestantes exhibieron fotos en gran tamaño de la autopsia de Rossi en las que podían verse los cortes en la cabeza y en los miembros, mientras que otras personas exhibían un cartel ante los periodistas reunidos.
La cabeza de un cerdo, todavía chorreante de sangre, que alguien dejó en la puerta de una casa de los suburbios de Siena, tenía todo el simbolismo de las películas de El Padrino. Era un mensaje nada sutil dirigido a un directivo de Monte dei Paschi de que la decisión del banco de cortar el financiamiento de la ciudad no le había sentado bien a sus habitantes. Era 2014 y la fortuna del banco iba de mal en peor.
"Habíamos dejado de pagar dividendos a la fundación y se nos hacía difícil a todos los que nos habíamos incorporado de fuera de la ciudad", recordó el directivo, que prefirió permanecer anónimo. "Creían que estábamos destruyendo el banco, robándoles la joya de la corona de la economía local. Cuando retiramos el auspicio de los equipos de fútbol y básquet, recibimos amenazas de muerte".
La operación del Antonveneta no fue el único ejemplo de mala gestión en los años de crecimiento implacable del banco. En 2002, Monte dei Paschi había acumulado una gran participación en un banco italiano rival que se conocería como Intesa Sanpaolo. Avido de cerrar más acuerdos, el equipo gerencial de Monte dei Paschi contactó a banqueros de inversión del Deutsche Bank y les consultó cómo podrían liberar dinero a partir de esa participación, aunque reteniendo la capacidad de beneficiarse si subían las acciones de Intesa Sanpaolo. A cambio de una comisión robusta, los especialistas en derivados del Deutsche les sugirieron una estructura que denominaron "Santorini".
Cuando la crisis financiera golpeó a Europa, los prestamistas italianos fueron muy afectados. Sus balances rebosaban de préstamos impagos y se acumulaban las pérdidas. Monte dei Paschi no fue inmune, como tampoco lo fue Intesa Sanpaolo. El mecanismo Santorini había salido espectacularmente mal. Pensado para que Monte dei Paschi se beneficiara con la suba de los papeles de Intesa Sanpaolo, habría pérdidas en caso de que las acciones se hundieran. Los papeles de Intesa perdieron tres cuartas partes de su valor en menos de dos años, y Monte dei Paschi perdió 367 millones de euros.
Si el banco divulgaba semejante pérdida en sus balances anuales, corría el riesgo de necesitar un rescate y la adquisición por parte de las autoridades italianas. Por lo tanto, en un esfuerzo por ocultarla, Monte dei Paschi acudió de nuevo a los expertos en derivados del Deutsche. Esta vez el equipo diseñó una extensión más compleja del mecanismo Santorini mediante la cual Monte dei Paschi registraría ganancias en los libros de 2009 para enmascarar el golpe de 367 millones de euros, y reconocería pérdidas por goteo a lo largo de varios años. De nuevo la entidad alemana recibió una suculenta comisión por sus servicios.
Monte dei Paschi cerró además un acuerdo de derivados con el banco de inversiones japonés Nomura al que denominó "Alexandria". Mediante esa transacción, Nomura embolsó varias coberturas que Monte dei Paschi tenía en su cartera de títulos públicos italianos para protegerse frente a la volatilidad, y que infringían los límites regulatorios a la exposición ante una sola contraparte.
Al conocerse en 2012 esas transacciones secretas, se reveló que Monte dei Paschi debía 730 millones de euros gracias a su juego con esas complejas estructuras financieras. El precio de las acciones del banco empezó a resquebrajarse y el gobierno se vio obligado a rescatarlo con una serie de inyecciones mil millonarias en euros. Hacia 2017 era claro que ese refinanciamiento no iba a funcionar, por lo que el ministro de Finanzas entregó 5.400 millones de euros a cambio del 70 por ciento de la empresa. Fue la mayor estatización bancaria en Italia desde la década de 1930.
Dos años después un tribunal de Milán condenó a 13 banqueros de Monte dei Paschi, Deutsche Bank y Nomura, incluidos el antiguo presidente de Monte, Giuseppe Mussari, y su director ejecutivo, Antonio Vigni, además de las dos firmas extranjeras, por connivencia para ocultar pérdidas por 2.000 millones de euros en operaciones secretas con derivados.
Los directivos se enfrentaban a largas penas de prisión, mientras que a los dos bancos recibieron una multa combinada de 152 millones de euros. Previamente Monte dei Paschi había llegado a un acuerdo extrajudicial por 10,6 millones de euros respecto del ocultamiento de pérdidas. En casos separados, otro ex director ejecutivo de Monte, Fabrizio Viola, y el presidente, Alessandro Profumo, fueron condenados a seis años de prisión por contabilidad falsa y manipulación del mercado.
Pero el gobierno italiano seguía teniendo problemas. Era el dueño mayoritario del banco más débil de Europa, cuyas pruebas de resistencia indicaban que sería barrido en el caso de una crisis económica grave. También era esencial sostener al mayor empleador de la Toscana.
Según los términos del rescate, el ministerio de Finanzas había accedido a las condiciones fijadas por la Comisión Europa en cuanto a que Monte sería devuelto a manos privadas a fines de 2021. Cuando faltaban seis meses, el gobierno se aplicó a venderlo ofreciendo términos muy generosos a UniCredit, el segundo banco más importante de Italia.
Los hombres del gobierno entraron en una complicada ronda de negociaciones. El director ejecutivo de UniCredit, Andrea Orcel, era el mejor negociador de Europa. Mientras fue banquero de inversiones en Merrill Lynch orquestó varias de las principales adquisiciones bancarias, incluyendo la venta de Antonveneta por Santander, un arreglo que le ganó pocos amigos en Siena.
El gobierno ofrecía pautas generosas, como aportar 2.500 millones de euros de capital y liberar a UniCredit de los riegos legales y los libros con préstamos incobrables de Monte. Pero aun así UniCredit se retiró unas pocas semanas antes del plazo. El gobierno ya no tenía tiempo.
Luigi Lovaglio no entra en el molde del impetuoso ejecutivo bancario. De hablar suave y contextura delgada, el grueso bigote se complementa con las cejas pobladas. En las paredes de su oficina sobre la Via Francigena, antigua ruta de peregrinos de Canterbury a Roma que atraviesa Siena, cuelgan obras de arte del Renacimiento.
Lovaglio fue contactado en 2022 para que asumiera como director ejecutivo de Monte dei Paschi. La decepción por el fracaso de la entrada de UniCredit sumió en un colapso al ministerio de Finanzas. Sabía que debía actuar para terminar con el purgatorio de la propiedad estatal y asegurarse de que Monte dei Paschi no desapareciera, dejando en la calle a 20.000 personas. Al no haber cumplido el plazo de la Comisión Europea, el ministerio pidió una extensión y empezó a trabajar en una nueva fecha. La misión era simple cuando le ofrecieron el cargo a Lovaglio: devolver Monte dei Paschi al sector privado a fines de 2024.
Lovaglio aceptó la propuesta y en febrero de 2022 ingresó por primera vez en La Rocca. "Desde ese momento sentí el peso de la historia en mis hombros -declaró-. Era muy claro que no podía quebrar un banco con 550 años". Lovaglio creía que para enderezar la entidad debía reducir gastos, y desprenderse de la quinta parte de la fuerza laboral, unos 4.000 empleados. Pero para solventar la reestructuración debía solicitar a los accionistas la séptima recaudación de capital en 14 años, esta vez por 2.500 millones de euros.
La suerte de Monte dei Paschi empezó a cambiar cuando contó con los fondos. Primero, se anularon las condenas al Deutsche, Nomura y los 13 directivos acusados de ocultar pérdidas. También se revirtieron las condenas a Profumo y Viola por manipulación del mercado y contabilidad falsa. Ahora era mucho menos probable que Monte dei Paschi se viera arrastrado a nuevas acciones judiciales, lo que permitió la reducción de 466 millones de euros que había destinado a cubrir riesgos legales.
Al mismo tiempo, bancos de Europa y Estados Unidos se estaban beneficiando del aumento sostenido de las tasas de interés por los bancos centrales. Una de las principales fuentes de ganancias bancarias es la diferencia en los intereses que pagan a depositantes y los que reciben por préstamos. La velocidad con la que los bancos centrales subieron las tasas entre 2022 y 2023 impulsó las ganancias de Monte.
"La marca Monte dei Paschi es demasiado valiosa, y en las manos indicadas podría convertirse en una fuente sólida de ingresos"
A fines del segundo año había generado ganancias récord por 2.000 millones de euros y estaba en condiciones de pagar dividendos a sus accionistas por primera vez en 13 años. Ello ocasionó el envión que tanto necesitaban sus acciones, y le dio una buena excusa al gobierno italiano para vender los papeles en el mercado, con lo que redujo su participación a sólo el 25 por ciento, del que a su vez piensa desprenderse por completo a fines de este año.
El cambio en la suerte llevó a Lovaglio a pensar en el futuro. Ahora el banco es mucho más atractivo para ser absorbido que hace tres años, cuando UniCredit se retiró de una operación repleta de incentivos.
Semanas después de la entrevista en mayo con Lovaglio, el ministro de Economía de Italia, Giancarlo Giorgetti, anunció que el gobierno busca cerrar una acuerdo para fusionar su participación restante en Monte con la de otro banco de modo de que la entidad vuelva a manos privadas con una situación más sólida. Lovagio, que gusta denominarse un "empleado público", cree que el banco resistirá a pesar de lo que llama "proceso inevitable de consolidación". Mientras tanto, los bancos centrales se encaminan a reducir las tasas en los próximos meses y también se rumorea que subirán los impuestos a los bancos italianos.
En Siena el gobierno local está dejando atrás la pérdida de su fuente vital de financiamiento. Se vio obligado a ser más emprendedor, con el desarrollo del sector turístico para atraer visitantes durante todo el año, no sólo en los meses agitados del verano, y a alentar inversiones con el plan de convertir a los alrededores en un polo farmacéutico. Hizo reducciones en los costos y vendió o alquiló propiedades que no se usaban.
Las preguntas sin respuesta en torno a la muerte de Rossi siguen rondando al banco y a la ciudad. Los familiares demandan conclusiones y Ranieri está exasperado. "Hace once años que tratamos de tener la verdad (tras) dos investigaciones y una comisión parlamentaria...Por lo general, en estos casos la verdad se conoce a los 50 años", declaró.
Una adquisición terminaría con la independencia de Monte dei Paschi y podría cortar irremediablemente los vínculos con la ciudad, por más que sobreviva su nombre famoso. "La marca Monte dei Paschi es demasiado valiosa, y en las manos indicadas podría convertirse en una fuente sólida de ingresos", observa el ex alcalde Piccini. "Pero lamentablemente, no ayudará a desarrollar o sostener a Siena como lo hizo durante cinco siglos y medio".